ALUMBRAR O ILUMINAR...

ALUMBRAR O ILUMINAR...

Si bien es cierto que son palabras sinónimas, no siempre podemos utilizar las dos para transmitir lo que queremos expresar. Desde una perspectiva espiritual por ejemplo, podríamos entender estar frente a una persona "Iluminada", si esta se cree inspirada por un poder sobrenatural que le permite hacer o decirnos algo trascendente… En cambio y desde una perspectiva completamente terrenal, a esa misma persona y con sus mismas palabras, bien la podríamos estar interpretando como una persona "alumbrada"; alumbrada por perjudicada, como consecuencia de drogas estupefacientes y-o del alcohol.  

Bromas aparte, empezaré diciendo que a pesar de su analogía, (y en mi experiencia profesional), siempre discrimino ambas acepciones. Como premisa, deberíamos ser capaces de trasladar al interior, la mayor cantidad de luz natural posible; la misma que de manera espontánea alumbra con todos sus matices e intensidades cualquier estructura, formación y espacio exterior. Me consta y gusta pensar, que las puertas, ventanas, tragaluces, lucernarios… son proyectados por los técnicos básica y fundamentalmente con ese fin, entre otras razones, porque no existe alumbrado artificial alguno que iguale la luz del sol, y por ende, ninguno que regule de la misma forma nuestros ritmos circadianos. 

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Dicho lo anterior el "alumbrado" lo veo…, lo siento…, mucho más extensivo y generalista que la iluminación. Lo hagamos uniforme o dramático, con más o menos intensidad o combinando todo ello, conseguimos alumbrados viales (de vehículos y peatones), parques y jardines, industrias, naves, fábricas, grandes áreas y recintos deportivos…, y por supuesto monumentos y estructuras arquitectónicas. La ubicación, la dimensión y sobre todo el uso que se le vaya a dar a la infraestructura en cuestión, condicionará la elección de los parámetros a emplear.  

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En este punto, es posible que hayáis intuido que mi particular concepción de "iluminación" está reservada "casi" exclusivamente al interior de nuestros hogares. Y digo casi, porque las grandes cadenas comerciales e incluso los supermercados, la aplican de forma muy profesional como una de las técnicas de "merchandising de seducción" más eficaces y efectivas. Con ella (aunque tú no te des cuenta), hacen agradable la visita, llaman la atención, dirigen e inducen al deseo. Es curioso y no es por casualidad, (aunque quizás tampoco hayas reparado en ello), que este tipo de centros y-o establecimientos (en su gran mayoría) tienen un denominador común, para conseguir con la iluminación los resultados deseados. Me refiero a la ausencia o inexistencia de elemento alguno que permita la entrada de luz natural en su interior. De esta forma, con una constante e invariable intensidad, cantidad y calidad de iluminación convenientemente estructurada, impiden que nuestro cerebro tenga a su alcance referencia alguna en este sentido, para detectar el paso del tiempo. La finalidad no es otra que la de prolongar la estancia y permanencia de los consumidores en su interior, y por supuesto con ella, tener más probabilidades de ventas. 

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En el caso de nuestras viviendas, en primer lugar y en su medida, lo ideal sería poder conseguir imitar la luz (o claridad) que de forma natural entra por las ventanas inundando toda la estancia. Efectivamente eso no es nada fácil de conseguir (imposible diría yo), si pretendemos hacerlo colocando una lámpara en el punto o puntos de luz de los que disponemos en el techo. La iluminación indirecta y oculta (e integrada estructuralmente) en este caso, resulta imprescindible para conseguir el efecto deseado. Los Grandes Almacenes y algunos Centros Comerciales son auténticos maestros en la aplicación de este tipo de iluminación, no en vano en su caso (como he comentado antes), han de reproducir la luz en cantidad, intensidad y calidad suficiente que no perciben del exterior, al renunciar a los elementos necesarios para introducirla.     

A partir de aquí, toca ambientar, decorar, reforzar y poner en valor zonas, espacios, lugares, estanterías y elementos varios, (sin olvidar terrazas y jardines), con la implementación de retroiluminaciones e iluminaciones directas, indirectas, difusas, proyectadas, localizadas, puntuales, auxiliares… evitando en todo momento deslumbramientos, y de forma y manera que su temperatura de color, combinación y estratégica situación en paredes, techos, suelos y muebles complemente y armonice la iluminación cenital y generalizada conseguida anteriormente. Pero eso amigos, es otra historia...  

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