Rehén liberada pide que salven niños, teme por mujeres israelíes retenidas en Gaza

Por Rami Amichay y Michal Yaakov Itzhaki

TEL AVIV, 28 dic (Reuters) -Para sobrevivir a los 51 días que ella y tres de sus hijos pasaron como rehenes en Gaza, Chen Almog-Goldstein tuvo que reprimir las lágrimas por el asesinato de su marido y su hija cuando hombres armados de Hamás irrumpieron en su casa de Israel el 7 de octubre.

"En siete minutos estábamos en Gaza", dijo Almog-Goldstein. "Recuerdo las miradas de mis hijos. Había conmoción y una gran tristeza que no podía expresar porque ahora estaba en modo supervivencia".

Almog-Goldstein, de 49 años y trabajadora social, tuvo que contener el dolor por su marido Nadav, al que los hombres armados le dispararon en el pecho cuando irrumpieron en la habitación segura de la familia, y por su hija mayor Yam, de 20 años, asesinada minutos después.

"Todo nos recordaba a ellos", declaró a Reuters en una entrevista. "A veces lloraba, los niños también lo veían, pero enseguida tenía que secarme las lágrimas y espabilarme. A ellos (los militantes) no les gustaba que lloráramos".

Contó que la familia pasó su primera y su última noche en un túnel subterráneo antes de que los liberaran en un canje de prisioneros a finales de noviembre, siete semanas después del inicio de la guerra entre Israel y Hamás. Entre medias, fueron trasladados varias veces de casa en casa.

La comida y el agua estaban a veces restringidas, dijo, mientras que las condiciones sanitarias eran duras, sin agua corriente en los aseos y con una sola muda de ropa.

NOCHE INTERMINABLE

Según Almog-Goldstein, las ventanas estaban siempre muy tapiadas. Cuando oscurecía, las casas donde estaban recluidos se iluminaban con velas o se mantenían a oscuras. "Las noches eran muy largas, interminables, al igual que los días".

"El control de tu vida cambia en un momento y queda en manos de otra persona. No teníamos ninguna influencia sobre nuestras vidas, salvo intentar sobrevivir y mantenernos cuerdos, equilibrados y funcionales", destacó.

Cada traslado de escondite significaba un nuevo equipo que custodiaba a la familia y nuevas preocupaciones. El miedo era constante a pesar de que los militantes decían que ni ella ni su hija de 17 años, Agam, ni sus hijos Gal, de 11, y Tal, de 9, sufrirían daños.

Otros rehenes tuvieron menos suerte. En uno de los escondites colocaron a la familia con un grupo de mujeres cautivas.

"Algunas fueron golpeadas, esposadas durante varias horas. No sólo a los hombres, a las mujeres también las golpearon y oímos hablar de abusos sexuales, algunos de primera mano y otros de chicas que conocimos que habían sido testigos o habían oído hablar de ellos, daños infligidos a punta de pistola".

Hamás ha negado las acusaciones de abusos sexuales.

Desde que Hamás mató a 1.200 personas y tomó 240 rehenes el 7 de octubre en el día más mortífero de los 75 años de historia de Israel, las fuerzas armadas israelíes han respondido con una ofensiva que ha arrasado gran parte de Gaza.

Además de los 21.000 palestinos muertos, se teme que miles más estén sepultados bajo los escombros. Casi todos los 2,3 millones de habitantes del enclave han sido expulsados de sus hogares.

(Escrito por Maayan Lubell; Editado en español por Juana Casas)