Cómo ayudar a los acaparadores: los trastornos de acumulación compulsiva aumentaron durante la pandemia

El hombre había acumulado 60.000 objetos
The Sun

La acumulación compulsiva no es un tema nuevo, como tampoco la fascinación que nos despierta. Los realities de televisión vienen mostrándonos los casos más extremos desde hace años, en programas como “Clean House”, estrenado en 2003, y “Acumuladores”, en 2009. Pero según un nuevo estudio publicado en noviembre en el Journal of Psychiatric Research, los síntomas del trastorno de acumulación “empeoraron significativamente” durante la pandemia, tal vez por la carga extra de estrés o por la cantidad de tiempo que tuvimos que pasar en casa, en algunos casos, en absoluta soledad.

Ahora que la pandemia está aflojando, amigos y familiares tal vez hayan notado que en los últimos dos años se intensificó la tendencia a la acumulación de alguno de sus seres queridos. Sin embargo, y lamentablemente, lo que no es nuevo acerca del acaparamiento es la dificultad de tratarlo y o de ayudar a un ser querido que tiene esa tendencia.

“A lo largo de los años, he visto a mucha gente tratar de ayudarlos sin tener las herramientas o los conocimientos necesarios”, dice el psicólogo Gregory S. Chasson. “En muchas familias hay una tendencia a verlo desde un punto de vista moral, pero no se dan cuenta de que el acumulador es alguien que la está pasando realmente mal.”

Por eso el licenciado Chasson, profesor adjunto de psicología del Instituto Tecnológico de Illinois, desarrolló en 2014 el programa de entrenamiento “Familia Motivadora”, para empoderar a la gente a intervenir más eficazmente a la hora de ayudar a sus parientes y amigos con tendencia a acumular.

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El síndrome de acumulación compulsiva —un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia a la acumulación excesiva de objetos y la incapacidad para deshacerse de ellos— afecta a alrededor de un 2,6% de la población mundial, según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Ese porcentaje es más alto entre los mayores de 60 años y quienes tienen otros problemas psiquiátricos, como ansiedad o depresión, pero en otros aspectos es muy transversal y las cifras son similares en países y culturas muy diferentes. Y a pesar del estereotipo de la “señora de los gatos”, afecta a varones y mujeres por igual.

A los amigos y familiares de los acumuladores muchas veces les cuesta controlar sus sentimientos de bronca e impotencia. “El acaparamiento suele causar profunda angustia en la familia”, dice Chasson. “Mucha frustración, mucha ira, y sobre todo mucho no entender lo que está pasando ni cómo ayudar. La relación entre el acumulador compulsivo y sus seres queridos se vuelve muy difícil, con peleas y discusiones constantes que a veces llevan al alejamiento.”

La acumulación compulsiva tiene varios rasgos distintivos que la definen, dice Randy O. Frost, profesor emérito de psicología de la Universidad Smith de Northampton, Massachusetts, y autor del libro Hoarding Disorder: A Comprehensive Clinical Guide (“Lineamientos Clínicos del Síndrome de Acumulación Compulsiva”). El primer rasgo es la dificultad para deshacerse de los objetos, sin importar su valor. “La segunda característica distintiva es que esas cosas son preservadas porque la persona siente que debe salvarlas, y la angustia que genera la sola idea de tener que deshacerse de ellas”, señala Frost. “Después, todas esas cosas se van acumulando al punto de atiborrar los espacios habitables de la casa, dificultando o directamente imposibilitando su uso.” Y aunque algunos acumuladores también son compradores compulsivos, no es así en todos los casos.

Apego por los objetos

El apego de los acumuladores por los objetos suele provenir de una sensación de pérdida, dice Frost. Puede tratarse de la pérdida de una oportunidad o de un futuro ilusorio. Por ejemplo, alguien puede fantasear con reparar cosas, y entonces empieza a guardar aparatos viejos, convencido de que algún día los dejará como nuevos, pero ese día nunca llega. “Otro motivo puede ser el intento de preservar un pasado idealizado, y la persona guarda esas cosas porque las considera reservorios de la memoria y disparadores del recuerdo”, agrega Frost. Los juguetes de infancia entran en esa categoría.

Pero otros acumulan por temor a desperdiciar, dice Frost, y algunos “antropomorfizan” sus objetos y creen que si los tiran a la basura “sufrirán graves daños”, una idea que les resulta intolerable.

Y la gente acumula casi cualquier cosa, dice Marla W. Deibler, psicóloga clínica y directora ejecutiva del Centro de Salud Emocional de Gran Filadelfia. Uno de los materiales más comúnmente acumulados es el papel en sus infinitas formas, desde recetas, diarios, revistas, y facturas que ya han sido pagadas.

La acumulación compulsiva es considerada un trastorno crónico, dice Deibler. Aunque puede diluirse con el tiempo, quienes lo padecen suelen haber dado indicios de esa tendencia desde la adolescencia. Son personas con tendencia a aislarse, porque “les da vergüenza y frustración, y tienen miedo de que la gente vea lo que les pasa, no sea cosa que alguien entre a sus casas y les tire todo a la basura, una idea que les resulta traumática en sí misma”. Por eso en general no buscan tratamiento ni ayuda hasta después de los 50 años, e incluso entonces, suele ser porque algún ser querido plantea el tema y los obliga a hacerlo.

La terapia cognitivo-conductual puede ser efectiva, dice la psicóloga Gail Steketee, que desarrolló un modelo de ayuda específico para acumuladores. “Pero lleva tiempo, nunca menos de un año”, dice Steketee. “La persona tiene que aprender a elaborar lo que siente por sus objetos, y después tiene ir tomando decisiones, que al principio son muy difíciles, y con el tiempo se van volviendo paulatinamente más fáciles.” Además, al menos parte del tiempo la terapia tiene lugar en el hogar del acumulador, donde el experto lo ayudará a empezar a sanear el espacio.

Consejos y estrategias

El apoyo familiar es otro factor clave durante el proceso, y también antes. Estos son algunos consejos y estrategias de los expertos para ayudar a un ser querido que sufre este trastorno:

  • Primero hay que informarse. Es el primer paso y el más importante, dice Deibler, “porque hay mucho malentendido sobre lo que está sintiendo y viviendo esa persona, y sobre las razones por las que está atrapada y sufriendo de esa manera”. Para informarse en serio, lo mejor es pedir cita con un profesional de la salud mental especializado en este trastorno, o leer algún libro específico sobre el tema. Deibler recomienda Buried in Treasures (“Enterrado en tesoros”), de Frost, Steketee y David Tolin.

  • No tirar todo a la basura, porque solo lograremos que la persona se altere, se ponga a la defensiva, o incluso violenta.

  • Analizar el significado de esos objetos. “En cierto sentido, pienso que esas personas tienen un don especial para ver el valor de las posesiones que la mayoría de nosotros no vemos”, dice Frost. Así que conviene averiguar qué significan para ellos esas pertenencias y tratar de valorar ese significado. Una de las formas más efectivas para lograr avances es fomentar un entorno empático y tratar de hablar del tema haciendo participar de la charla a los seres queridos.

  • La charla debe darse en un tono de preocupación. Si sospechamos que uno de nuestros padres está acumulando, por ejemplo, Steketee sugiere abordar el tema de esta manera: “Mamá, ¿cuándo fue la última vez que invitaste a tus amigas a tomar algo a casa?” Y a continuación hay que hacer notar que sería difícil servirles algo, porque las mesas y superficies de apoyo están ocupadas, o cubiertas de papeles. Entonces uno puede preguntarle a su madre que siente al respecto y luego decirle que a uno le preocupa, por ejemplo, que se tropiece con una pila de cajas y se rompa la cadera, o que la pila de papeles que hay junto a la estufa se prenda fuego. “La familia puede decir que está preocupada por un posible daño físico o por el aislamiento y la incapacidad socializar”, dice Steketee.

  • Elogiar con entusiasmo cualquier progreso. “Si queremos que nuestro ser querido acepte ayuda, las críticas y los comentarios negativos no sirven para nada”, dice Deibler. Así que hay que mostrarse positivo y elogiar el más mínimo avance, aunque el acumulador solo haya logrado descartar un par de cosas.

  • Ofrecerse a buscar ayuda profesional. Después de haberle planteado nuestra preocupación, podemos ofrecernos para buscar a un especialista en acumulación, ya sea un psicólogo o un psiquiatra, y ofrecer acompañarlo a la consulta. “Es algo muy útil que puede hacer un miembro de la familia”, dice Steketee.

  • Buscar grupos de ayuda específicos. En algunas ciudades hay grupos de trabajo diseñados para ayudar a los acumuladores y a sus familias. En esos grupos suele haber profesionales de servicios sociales y atención de la salud, dice Deibler. Preocuparse y ocuparnos de alguien con trastorno de acumulación compulsiva puede ser fuente de frustración y dolor. No hay necesidad de lidiar solo con esos sentimientos, y para eso existen los grupos de apoyo, dice Steketee. Esos grupos son una excelente caja de resonancia y una forma de aprender las estrategias que han ayudado a otras familias. “Como es un proceso lento, el sostén externo es de suma utilidad”, dice Steketee.

(Traducción de Jaime Arrambide)