LA LACA: UN ARTE MILENARIO
La laca o maque es un arte milenario florecido en varios sitios del mundo, correspondiendo a la necesidad primaria de impermeabilizar y preservar a través de un barniz especial la madera, y otros objetos de uso diario, como jícaras y calabazas secas haciéndolas más impermeables y duraderas.
México y China son los países que más han destacado en la producción de esta hermosa artesanía, que por su calidad técnica y artística se puede definir como un verdadero arte producto de la colectividad de un determinado pueblo. En Japón, Corea y Vietnam también se produce laca de gran calidad, pero se consideran dentro de la esfera de influencia cultural china. La materia prima empleada en China y en los países antes mencionados es una resina blancuzca (ch’i) extraída de un árbol (Rhus Vernicifera), que al contacto con el aire polimeriza y se pone negra. En el siglo XV se difundió en Persia el arte de pintar sobre laca y se empezó a producir una imitación a base de una sustancia gomosa dejada por un insecto (Tacchardia lacca).
La laca persa se difundió en la India y en Turquía. Los europeos, que conocían desde la Edad Media distintos tipos de barnices para madera, en el siglo XVIII empezaron a imitar las lacas chinas y japonesas (en Venecia se utilizaba un aceite llamado saracca), que designaron con la palabra lak de origen indostana.
En México desde tiempo inmemorable se produce un tipo de maque aplicado a la madera, jícaras, bules y otros objetos que destacan por su gran calidad artística.
Actualmente los lugares de producción de maque son Uruapan, Pátzcuaro y Quiroga, en Michoacán; Chiapa de Corzo en Chiapas; Olinalá, Tecalamatzingo y Acapetlahuaya en Guerrero. Olinalá es el centro más importante y posiblemente el más antiguo de la producción de lacas mexicanas.
La laca se utilizó desde los tiempos prehispánicos para recubrir utensilios, que se vendían en el mercado o como pago de tributos y estatuas de dioses hechas con pasta de caña de maíz. Documentos como el Popol Vuh, el Chilam Balam y el Códice Mendocino y autores como Sahagún, Torquemada, Gómara, Durán, Mendieda, Clavijero nos proporcionan informaciones sobre su uso y aplicación entre la población nativa.
Se han encontrado también vestigios de lacas aplicadas en fragmentos de jícaras y tecomates en la cueva de Garrafa, Chiapas, en la cueva de Paila, Coahuila, en la cueva de la Candelaria, en entierros purépechas y en otras excavaciones arqueológicas de Jalisco y Sinaloa. A partir de este material arqueológico se estableció una similitud técnica entre el procedimiento prehispánico de pseudo cloisonné y la laca incrustada que se practica en Michoacán y Guerrero en particular Olinalá, así como el uso de materiales y aglutinantes, axin y aceite de chía, es parecido.
Fray Bernardino de Sahagún menciona el axin, ungüento amarillo de origen animal y el tetizatl, minerales utilizados para barnizar las jícaras. Fray Diego Durán dice que “tributaban xicaras doradas y pintadas ricas y curiosas pinturas que hasta hoy en día duran y las hay muy curiosamente labradas… en fin todo género de estas xicaras grandes, medianas y chicas de diferentes hechuras y colores”.
En la Crónica de Michoacán se relata que el sacerdote mayor y otros participantes de las ceremonias religiosas se ponían calabazas en las espaldas y que el jefe de los pintores o chunicha era responsable de la manufactura de todos los objetos rituales. El gran mayordomo Urani Atari regía todos los servicios del palacio y de su auxiliar femenina o Atari dependían los laqueadores. Todos ellos estaban al servicio del emperador.
Las lacas mexicanas, a pesar de compartir los mismos materiales y técnicas parecidas, según el lugar de procedencia tienen su propio estilo regional.
En Pátzcuaro Michoacán se distingue por sus pinturas de pincel sobre fondo negro, café, charanda, blanco, morado o verde. En Uruapan se usa el embutido, que consiste en recortar los dibujos sobre un fondo de color uniforme y embutir en ellos otro color en la zona recortada, en Quiroga se pintan grandes flores con influencia oriental.
En Chiapa de Corzo los jicalpestes de guaje, cajas, arcones, cruces, máscaras, se adornan con flores y animales pintados.
En Guerrero los principales centros de producción de laca son Acapelahuaya, Temalacazingo, pueblo náhuatl, principal productor de chía, (ejemplares hermosos de lacas antiguas procedentes de estos dos pueblos se encuentran en el Museo de la Laca de Chiapa de Corzo) Ocotepec y Olinalá que actualmente se distingue por ser el mayor productor de lacas a nivel nacional,
Olinalá es un municipio de origen nahua, enclavado en una zona montañosa del estado de Guerrero que se dedica a la manifactura del maque, desde hace siglos su principal fuente de ingreso, y que por su aislamiento mantiene desde épocas muy antiguas una técnica y un estilo propio.
La mayoría de la población, hombres, mujeres y niños, se dedican a la fabricación de diferentes objetos. Desde las tradicionales jícaras, bules y guajes, charolas, platos, arcones, cajas de madera y máscaras de tigres, hasta sillas y muebles, y los guajes se transforman en una gran variedad de animales: colibríes, pavos, tortugas, culebras, garzas, entre otros.
En el Museo de América en Madrid se conservan dos piezas del siglo XVIII procedentes de Olinalá con técnicas de rayado y dorado a pincel.
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