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Crónica:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Condenados al huracán marroquí

Redolat y Estévez pasaron sin apuros a la final de los 1.500 metros, que será lanzada por los pretorianos de El Guerruj

Santiago Segurola

Las semifinales de los 1.500 metros, cuya final se disputará a las doce de esta noche (hora española), fueron expresivas del carácter de una carrera con grandes matices teatrales.

Hubo algunos que actuaron con mucho énfasis, como el marroquí El Guerruj, que maneja todos los registros de la distancia. La domina con tanta facilidad que sus rivales admiten que el ganador de la medalla de oro ya está decidido. Por si no le bastara con su inmensa clase, contará con sus pretorianos: Kaouch, el hombre que le lanzó como un avión en los Campeonatos del Mundo de Sevilla 99, y Hachlaf convertirán hoy la cita decisiva en un mitin en el que la táctica no tendrá ninguna importancia. Muy probablemente se correrá en menos de 3m 30s, con todo el personal en fila india y sin un instante de tregua.

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A este paisaje están condenados José Antonio Redolat y Reyes Estévez, que se clasificaron para la final enviando señales diferentes. O Estévez es un maestro de la escena o dio la impresión de acorcharse en su semifinal. No pudo detener el ataque del portugués Rui Silva en la curva, en el típico momento en el que se miden los atletas. Por codos o por fuerza, Estévez tuvo la oportunidad de imponerse y ganar una batalla psicológica. No lo consiguió y terminó buscando la clasificación.

Redolat, en cambio, estuvo en una excelente onda. 'Tú, por fuera y en cabeza', le recomendó su entrenador, Andrés Mayordomo. Y en cabeza y por fuera corrió Redolat, que está más fino que nunca y con una entereza desconocida. Siguió a El Guerruj sin perderle el rastro, con inteligencia y determinación. 'Cuando El Guerruj está en la pista, todo es más fácil', dijo. Con razón, porque el marroquí limpia las carreras de incidentes. No hay lugar para los codazos o los tropezones. Pone la proa y... hasta luego.

Estévez reiteró que se encuentra perfectamente, pero no pudo evitar un comentario que abre dudas: 'He estado bien... dentro de lo que cabe'. Se le escapó la apostilla, que vino a coincidir con la sensación que había dejado en su semifinal. No tuvo problemas hasta los últimos 300 metros. Atendió a todos los movimientos, pareció cómodo con el paso impuesto por el keniano Lagat y hasta se permitió dirigir las operaciones en la última vuelta. Hasta ahí, todo funcionó según la idea que se tiene del mejor Estévez. La prueba había sido bastante exigente, con unos parciales que desembocarían en una marca de 3m 35,82s. Había, por tanto, numerosos elementos para el análisis. Estévez había superado el examen con facilidad, pero le faltaba rematar. No se trataba de ganar la serie, sino de enviar mensajes como había sucedido el día anterior. Y en este punto no superó la última prueba. Le pasó Rui Silva y luego Lagat, Kaouch y el francés Baala. Por supuesto, Estévez no se mató en la recta, pero dejó un aire de pesadez que luego no quiso admitir ante los periodistas. No era el momento de confesar debilidades. O quizá se trate de un maestro de la escena, algo tan frecuente en el 1.500, una distancia de actores consumados. La verdad sobre Estévez se conocerá hoy.

Redolat no escondió nada, pero tampoco gastó demasiado. Es lo que sucede cuando un atleta atraviesa un estado perfecto de forma. Se ve en la seguridad de los movimientos, en la capacidad para reaccionar ante los imprevistos, en la contundencia de las acciones... Lo demostró en la primera ronda y lo confirmó en las semifinales. Mayordomo le había reprochado su generosidad en la primera eliminatoria. No quería un gramo de desgaste, pero Redolat había visto la retirada de Andrés Díaz y temió una carrera complicada. Mayordomo le regañó por aquel ataque largo, por la quema de energías. 'No te preocupes, estoy perfectamente', le respondió su atleta.

Durante 14 años Mayordomo ha dirigido a Redolat. Le ha visto progresar por encima de lo que mucha gente esperaba. A la sombra de Estévez y Roberto Parra desde su época de cadete, Redolat ha alcanzado con 24 años la madurez perfecta para asumir su papel en el gran mundo del mediofondo. No es una cuestión de marcas: se trata de oficio y confianza en su calidad. Así que le dijo a su entrenador que estuviera tranquilo. No iba a pagar ningún exceso en la semifinal. Ya no es el atleta que salió a gorrazos de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 en una semifinal que le dejó huella. Durante dos meses se sintió deprimido, pero salió del agujero con una entereza que le ha convertido en un atleta nuevo.

Frente a El Guerruj, el español funcionó con tanta soltura que su candidatura al podio está clarísima. No le resultará fácil, y menos aún en lo que se presume como una final supersónica, una final que medirá más la fuerza que la inteligencia. Redolat confesó que el ideal sería una prueba sobre 3m 33s o 3m 34s. 'En ese registro, veo accesible incluso a El Guerruj, pero si la carrera va a toda mecha será muy complicado seguirle', añadió.

Eso lo saben Redolat y Estévez. Y, por supuesto, El Guerruj, que no quiere bromas como la de Sydney. Allí le falló su liebre. Por si acaso, en Edmonton contará con dos, Kauch y Hachlaf, sus pretorianos predilectos.

José Antonio Redolat y Hicham El Gerruj se estrechan la mano tras su semifinal de los 1.500 metros.
José Antonio Redolat y Hicham El Gerruj se estrechan la mano tras su semifinal de los 1.500 metros.ASSOCIATED PRESS

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