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¿Qué es el anarquismo?

El anarquismo surgió como movimiento político a mediados del siglo XIX y decayó tras la primera mitad del XX. Tuvo un gran impacto en la lucha por los derechos laborales y en las guerras europeas, y sus ideas aún permean las luchas antisistema en todo el mundo
¿Qué es el anarquismo?
Bandera anarquista. Fuente: Nicolas Raymond (Flickr)

El anarquismo es una teoría y doctrina política basada en el rechazo a la autoridad como forma de organización social, política y económica. Derivado del griego anarchos (‘sin autoridad’), el anarquismo entiende que todo poder organizado y concentrado en una norma, institución, individuo o grupo construye un sistema de dominación perjudicial con el que hay que acabar. Por tanto, los anarquistas están en contra del Estado y de las élites económicas, religiosas o políticas y abogan por el individualismo colectivo o la libre asociación, es decir, la capacidad de los seres humanos de vivir y cooperar como iguales.

Aunque existen ideas similares más antiguas, el anarquismo surgió a mediados del siglo XIX junto con el socialismo o el comunismo, que también cuestionaban la organización tradicional del poder, y decayó tras la primera mitad del XX. Si bien suele entenderse como un modelo utópico, el anarquismo tuvo un gran impacto político durante esas décadas, especialmente en la lucha por los derechos laborales y en las guerras europeas. Es un movimiento político amplio que cuenta con corrientes distintas e incluso contradictorias. Por ejemplo, el anarquismo individualista lucha contra cualquier limitación a la libertad individual. Mientras, anarquismos sociales como el colectivismo, el  anarcocomunismo y el anarcosindicalismo parten de la comunidad y de una apropiación de los medios de producción para construir sociedades igualitarias.

El anarquismo como alternativa

El primer pensador anarquista fue el francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), quien además de acuñar el término argumentaba que la autoridad no era algo “natural” y por tanto debía ser disuelta en favor del “mutualismo”. Es decir, una sociedad basada en la equidad y la ayuda mutua en la que no existe la búsqueda del beneficio económico. El mutualismo de Proudhon sentó las bases del anarquismo moderno e inspiró a uno de sus teóricos más importantes: el revolucionario ruso Mijail Bakunin. Bakunin estaba de acuerdo con Proudhon en su crítica a la autoridad, pero argumentaba que los medios de producción debían ser colectivos. Además, defendía la acción directa y la violencia como métodos útiles para la revolución.

El anarquismo colectivista de Bakunin influyó en España, Italia, Suiza o Francia. También fue central en la Primera Internacional del Trabajo, fundada en 1864, hasta la expulsión de Bakunin y sus partidarios por sus diferencias irreconciliables con el marxismo. El sucesor ideológico de Bakunin fue el también revolucionario ruso Peter Kropotkin, fundador del anarcocomunismo, que defendía la abolición de la propiedad privada y la colectivización de la distribución de bienes. Kropotkin usaba razones biológicas, argumentando que es más natural cooperar que competir.

Terroristas, hippies y luchas por los derechos

El anarquismo se dio a conocer a través de la “propaganda por el hecho”, es decir, mostrar sus ideales a través de la acción directa. Por ejemplo, mediante ataques terroristas hacia figuras o instituciones relevantes del Estado. Durante la década de 1890, los anarquistas mataron a los presidentes Sadi Carnot, William McKinley y Antonio Cánovas del Castillo de Francia, Estados Unidos y España, respectivamente, así como al rey Humberto I de Italia. De este modo, contribuyeron a desestabilizar los sistemas políticos de estos países a costa de ganarse una fama de terroristas más que revolucionarios. 

Los anarquistas también canalizaron su proyecto a través de la lucha obrera, creando sus propios sindicatos y uniones de trabajadores para luchar contra el Estado y el orden capitalista. Así nació el anarcosindicalismo, una de las corrientes más influyentes y con más adeptos. En 1922 crearon la Asociación Internacional de Trabajadores, y pronto se replicaron organizaciones sindicales revolucionarias por Europa y América. Uno de los casos más exitosos fue el del anarcosindicalismo español, a través de organizaciones como la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) o la Federación Anarquista Ibérica (FAI), que llegaron a controlar el este del país durante la Guerra Civil.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el triunfo del comunismo soviético y la represión de los regímenes fascistas europeos hicieron que el anarquismo perdiese popularidad y capacidad de acción. No obstante, sus ideales han seguido permeando las luchas antisistema de todo el mundo, como los movimientos por los derechos civiles, antibelicistas y hippies de Estados Unidos en los años sesenta y setenta, pero también el feminismo, el ecologismo o el anticolonialismo a nivel global. Al mismo tiempo, distintos sindicatos anarquistas de principios del siglo XX perviven y siguen defendiendo los derechos de los trabajadores.

Alba Leiva

Madrid, 1997. Redactora en El Orden Mundial. Graduada en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense y Máster en Geopolítica y Estudios Estratégicos por la Universidad Carlos III. Me interesa la política internacional, la geopolítica de los recursos, las nuevas tecnologías y la cultura.