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El hach, la política detrás de la peregrinación a La Meca

Todo musulmán devoto tiene como uno de sus objetivos en la vida hacer el hach, la peregrinación a La Meca. La primera ciudad sagrada del islam se encuentra bajo la autoridad de Arabia Saudí, que ve en ella una enorme fuente de legitimidad política y religiosa, pero también de ingresos. Además, el control que ejerce esta monarquía árabe sobre la peregrinación supone una poderosa arma que usar en su política exterior.
El hach, la política detrás de la peregrinación a La Meca
La Kaba en la ciudad de la Meca. Fuente: GusJuned (Wikimedia)

El hach, la principal peregrinación musulmana, es un gran evento religioso a nivel internacional: cada año moviliza en torno a dos millones de personas que se desplazan a la ciudad santa de La Meca en el último mes del calendario islámico. A esta cifra hay que sumar a los aproximadamente 7,5 millones que visitan los lugares sagrados a lo largo del año. No obstante, y al contrario de lo que se pueda pensar, existen dentro del mundo islámico otros eventos que congregan a más feligreses, como es el caso de la peregrinación de Arbain celebrada por la comunidad chií, que congrega en la ciudad iraquí de Kerbala a unos cuarenta millones de creyentes anualmente.

El hach está muy influido por las relaciones existentes entre aquellos que han controlado o controlan las santas ciudades y el resto de actores nacionales, regionales o internacionales. Actualmente bajo el control de Arabia Saudí, la peregrinación se ha visto afectada por las decisiones políticas del conservador reino del desierto y sus aspiraciones en Oriente Próximo y el mundo islámico. ¿Qué pasa cuando peregrinación, fe, ambiciones políticas y dinero se juntan?

Para ampliar: “Arabia Saudí, el reino del Corán y la espada”, Adrián Albiac en El Orden Mundial, 2016

El hach, el quinto pilar del islam

El hach es el quinto de los cinco pilares en los que se basa el islam suní, junto a la profesión de fe, la oración diaria, la limosna y el ayuno en Ramadán. También en la creencia chií la peregrinación forma parte de una de las diez prácticas obligatorias. El hach es obligatorio para todo musulmán siempre y cuando se disponga de capacidad económica y no se tengan problemas de movilidad o salud que impidan su realización. Concretamente, la peregrinación se realiza a la Kaaba, considerada por los musulmanes “la casa de Dios” en la Tierra. La Kaaba es una construcción con forma de cubo en el centro de la mezquita de Al Haram, en la Meca, y en su interior alberga un meteorito de origen desconocido. Según la creencia islámica, la Kaaba fue construida por el profeta Abraham y su hijo Ismael, y es el lugar hacia el que el creyente se orienta para rezar allá donde esté.

Todas las ramas del islam consideran el hach como una obligación del creyente.

Existen dos tipos de peregrinación a La Meca según el islam. Por un lado estaría el hach, o peregrinación mayor, que es uno de los pilares del islam. El hach conmemora, según la creencia islámica, la historia de Agar y su hijo Ismael tras ser abandonados por Abraham, o Ibrahim, en árabe. Por eso, los peregrinos realizan el mismo recorrido que Agar hizo buscando agua para Ismael antes de que brotase una fuente a los pies del niño. El hach tiene lugar durante el último mes del calendario lunar islámico y coincide con la celebración del Eid al Adha, la “Fiesta del sacrificio” o “fiesta del cordero”. Por otro lado, existe una peregrinación menor, denominada umra en árabe, que consiste en visitar los Lugares Santos en un período distinto al ocupado por el hach.

La peregrinación se produce en torno a la ciudad santa de La Meca, ubicada en Arabia Saudí. Existe todo un ritual a seguir durante la celebración del hach, que se extiende entre cinco y seis días: la peregrinación comienza con una purificación física y espiritual como paso previo a entrar en la ciudad de La Meca, donde debe entrarse además con un traje especial. Además, los peregrinos no pueden realizar ciertas actividades prohibidas durante el hach como tener relaciones sexuales, perfumarse, cortarse las uñas y el pelo o sacrificar animales.

Un segundo paso consiste realizar siete vueltas en contra de las agujas del reloj alrededor de la Kaaba, lo que se repite en tres ocasiones a lo largo del hach: una al principio, una durante el mismo y una tercera al final. Las vueltas a la Kaaba representan la unión de todos los musulmanes en la adoración a un único dios, y en la actualidad puede reunir a más de 100.000 personas de manera simultánea. Tras realizar este procedimiento los musulmanes deben caminar siete veces entre las colinas de Safa y Marwah que se encuentran en el interior de la mezquita de Al Haram. Ese mismo día los musulmanes duermen en la ciudad de Mina, conocida por sus más de 100.000 tiendas de campaña dispuestas para los peregrinos. Estos deben quedarse en la ciudad hasta el amanecer del segundo día, cuando saldrán hacia Arafat. 

El segundo día del hach es el más importante, ya que fue en el monte Arafat donde Mahoma pronunció su último sermón, el de la despedida. Durante ese día los peregrinos se concentran en rezar y arrepentirse de sus pecados. Tras la puesta de sol los musulmanes se desplazan al sur del monte, donde y rezan las dos últimas oraciones de las cinco obligatorias al día y esperan hasta la mañana siguiente para continuar el peregrinaje.

Los musulmanes regresan a Mina al tercer día para realizar la llamada “lapidación al diablo”, cuyo primer día coincide con la Fiesta del Sacrificio que practican los fieles que no están en la peregrinación. Durante los siguientes tres días, los fieles deben lanzar siete piedras contra cada uno de los tres pilares dispuestos en la ciudad y que representan al Diablo. Este rito representa la voluntad de Abraham de cumplir con la voluntad de Dios de sacrificar a su hijo Ismael. Inmediatamente después de la primera lapidación, los peregrinos deben raparse o cortarse el pelo. 

Tras estos tres días, los peregrinos sacrifican un animal o pagan a alguien para que lo haga por ellos. Los peregrinos regresan el último día a La Meca donde realizan las últimas vueltas a la Kaaba antes de finalizar el hach. Por lo general, tras la peregrinación en La Meca, gran cantidad de feligreses se desplazan a Medina, la segunda ciudad sagrada del Islam.

Para ampliar: “¿Cuál es la diferencia entre árabe y musulmán?” en El Orden Mundial, 2019 

Arabia Saudí, ¿del petróleo a la peregrinación?

Tras la desmembración del califato en el siglo VII, las ciudades de La Meca y Medina han sido objeto de disputa entre las diferentes potencias islámicas. En el siglo X, bajo el dominio abasí, se creó el Emirato de La Meca, un territorio no soberano bajo la autoridad del jerife de La Meca, que debía descender de Mahoma y que era el responsable de los Santos Lugares. El emirato se escindió del Imperio otomano en 1921, estableciéndose de forma independiente como el Reino del Hiyaz bajo el gobierno del jerife Huseín, de la dinastía hachemita y, por lo tanto, descendiente directo del profeta Mahoma. Sin embargo, la independencia duró poco: la casa Saud conquistó el Hiyaz en 1928, consolidando su poder en toda la península arábiga; cuatro años después nacería oficialmente el Reino de Arabia Saudí, que desde entonces ha controlado los Santos Lugares.

El territorio otomano del Hiyaz en 1914, pocos años antes de alcanzar la independencia. Al este crecía ya el reino de la casa Saud, que acabaría por dominar buena parte de la península arábiga a finales de los años 20. Fuente: Wikipedia

Los saudíes mantienen una alianza político-religiosa con el wahabismo desde el siglo XVIII. El wahabismo es un movimiento religioso que promueve una interpretación extremadamente conservadora y literal de los textos sagrados del islam, condenando el esoterismo, el misticismo, la adoración a reliquias o la peregrinación a tumbas de grandes figuras del islam. Es por esto por lo que la conquista saudí del Reino del Hiyaz hizo saltar las alarmas en otros centros de poder del mundo islámico, principalmente Egipto e India, que no aprobaban la llegada de tal ideología a las santas ciudades. Los gobernantes saudíes, por su parte, trataron de suavizar la situación nombrando al rey “Guardián de los Santos Lugares” ante la imposibilidad de recibir el título de “jerife”, reservado a los descendientes del profeta. 

Para ampliar: “Salafismo, historia de una ideología islamista radical”, Rosario Soler en El Orden Mundial, 2018

El control de las ciudades de La Meca y Medina ha otorgado siempre ingresos a la potencia responsable de su gestión. Hasta el descubrimiento de los enormes yacimientos petrolíferos saudíes en 1938, la peregrinación permitió la entrada de dinero constante en las arcas del país árabe. Aunque su peso relativo en la economía saudí se redujo enormemente debido al auge de la industria petrolera, la peregrinación aporta actualmente en torno a 12.000 millones de dólares estadounidenses al año, siendo la mayor fuente de ingresos del país tras los hidrocarburos.

Por si fuera poco, bajo el timón del poderoso príncipe Mohamed bin Salmán la importancia de la peregrinación en la economía del país podría multiplicarse: todo apunta a que va a tener un papel fundamental como nuevo imán de ingresos en el nuevo proyecto de diversificación económica del país, en línea con otras medidas de modernización, como la apertura al turismo internacional. Se estima que para 2022 los ingresos procedentes del peregrinaje podrían alcanzar los 150.000 millones de dólares y se espera que el número de peregrinos se multiplique hasta alcanzar los treinta millones en 2030

Ante tal afluencia de visitantes, La Meca se ha convertido en una urbe centrada en el turismo, con grandes hoteles de lujo y centros comerciales dispuestos a monetizar la experiencia religiosa, pues se calcula que cada peregrino gasta alrededor de 5.000 dólares durante el hach. Rascacielos de cristal se alzan alrededor de la Kaaba, incluido el tercero más alto del mundo, el hotel Abraj al Bait, ubicado justo enfrente de la mezquita de Al Haram. Además, está en construcción el hotel más grande del mundo que albergará más de diez mil habitaciones, setenta restaurantes de lujo y la mayor cúpula del mundo. Esta mercantilización y elitización de uno de los ritos fundamentales de la fe islámica ha sido criticado fuertemente desde ciertos sectores del mundo musulmán.

Por norma general, el hach supone un gran esfuerzo económico para la mayoría de los musulmanes. Dependiendo del país de origen, el gasto puede llegar a ser la mitad del salario anual, como ocurre en Malasia, o triplicarlo, como sucede en Bangladés. Es por esto por lo que el Gobierno saudí también ofrece visados gratuitos, así como alojamiento y alimentación sin cargo a los peregrinos. Además, existen acuerdos entre Gobiernos para ayudar a aquellos ciudadanos que quieran realizar la peregrinación, como ocurría hasta 2018 con India, país que financiaba el transporte de sus ciudadanos musulmanes y cubría su manutención.

Para ampliar: “La diplomacia saudí de ‘plata o plomo’”, Fernando Arancón en El Orden Mundial, 2018

El hach, instrumento de la política exterior saudí

El hecho de que el hach sea un pilar fundamental del islam obliga a todos los musulmanes del mundo, independientemente de la corriente que profesen, a realizar la peregrinación. Ello obliga a Arabia Saudí a gestionar la llegada de millones de fieles a su territorio. Para gestionar tal flujo de personas las autoridades saudíes impusieron un sistema de cuotas: mil peregrinos por cada millón de ciudadanos musulmanes, algo que no afecta a las minorías musulmanas de los países occidentales. Cuatro países enormemente poblados del sur de Asia son los que más peregrinos pueden enviar: Indonesia, Pakistán, India y Bangladés, seguidos de Egipto el país árabe que más peregrinos puede mandar sin incluir a Arabia Saudí. Evidentemente, las restricciones de personas no se aplican al reino del desierto, que permite que en torno a 700.000 de sus ciudadanos realicen la peregrinación anualmente. A los ojos de muchos musulmanes de otros países, el sistema de cuotas es injusto y ha permitido el nacimiento de un mercado negro de visados.

La política exterior saudí no es ajena a las ventajas geopolíticas que otorga controlar las ciudades santas. El régimen saudí mantiene enfrentamientos abiertos con varios países en Oriente Próximo, y es en este contexto que la peregrinación ha adquirido la categoría de arma política pese a las reiteradas negaciones de Arabia Saudí de estar politizando el quinto pilar del islam.

El principal rival de Arabia Saudí y potencia chií por excelencia, la República Islámica de Irán, se ha opuesto en numerosas ocasiones al control de los saudíes sobre las santas ciudades y ha exigido que estas se administren por una autoridad musulmana internacional. El enfrentamiento se remonta a 1987, cuando las fuerzas saudíes abrieron fuego contra peregrinos iraníes que protestaban contra Estados Unidos, la Unión Soviética e Israel en La Meca. La respuesta iraní fue dejar de enviar peregrinos a Arabia Saudí durante dos años. El enfrentamiento se vio reforzado tras la muerte de más de cuatrocientos peregrinos iraníes en la mayor estampida ocurrida en La Meca en 2015, tras lo que Irán exigió una vez más una gestión independiente de La Meca y Medina.

Irán y Arabia Saudí son dos de las grandes potencias regionales de Oriente Próximo, y se enfrentan en varios escenarios de la zona. Sin embargo, peregrinos iraníes siguen viajando a Arabia Saudí para realizar el hach.

Catar, Palestina y Siria también se han visto afectados por las limitaciones que Arabia Saudí ha impuesto sobre sus peregrinos. El bloqueo a Catar de 2017 hizo saltar las alarmas entre sus fieles, que vieron cómo la esta crisis supuso la imposición de gran cantidad de trabas para realizar la peregrinación. Las cuotas existentes permiten a unos mil doscientos cataríes realizar la peregrinación anualmente. Sin embargo, el bloqueo impuesto por Arabia Saudí impide a los ciudadanos cataríes entrar en su territorio. Oficialmente, los peregrinos cataríes no estaban sujetos al bloqueo, pero Catar ha expuesto la dificultad de acceder a la página web para gestionar la solicitud, además de la imposibilidad de solicitar visados al haber cortado por completo sus relaciones diplomáticas.

De igual manera, el enfrentamiento entre Arabia Saudí y la Siria de Bashar al Asad imposibilita la tramitación de visados para el peregrinaje, al no existir relaciones diplomáticas entre ambos. La única opción para tramitar la peregrinación supone hacerlo en terceros países a través de un comité dirigido por la opositora Coalición Nacional Siria, reconocida por Arabia Saudí como el Gobierno legítimo y que, por tanto, puede otorgar nueve mil visados a ciudadanos sirios en Egipto, Líbano, Turquía y Jordania. Para Damasco la decisión de Riad supone una politización evidente de la peregrinación, pero también un escollo en su legitimidad a nivel interno.

Por otro lado, los palestinos con pasaporte temporal jordano o libanés, tanto refugiados como residentes en territorio israelí, no pueden tramitar visados para realizar la peregrinación desde 2018, una medida que afecta a tres millones de personas. Esta decisión ha sido criticada, al ser considerada parte de un supuesto acuerdo entre Arabia Saudí e Israel para invisibilizar a los refugiados palestinos como si fueran jordanos o libaneses. La negativa saudí a aceptar pasaportes temporales ha castigado otra vez a la población palestina musulmana, que ya estuvo treinta años —de 1948 a 1978— sin poder visitar las santas ciudades al no existir la posibilidad de adquirir pasaportes temporales jordanos.

Para ampliar: “El incierto futuro de los palestinos en la diáspora”, Alejandro Salamanca en El Orden Mundial, 2020

Gracias a su control de La Meca y Medina, Arabia Saudí juega con ventaja en la pugna por dominar el mundo islámico. Sin embargo, la mercantilización de uno de los principales rituales del islam puede jugar en su contra. La ciudad santa de La Meca, que según la fe islámica acoge la casa de Dios en la Tierra, es hoy un lugar que obliga a los peregrinos más pobres a dormir a la sombra de enormes hoteles de lujo con los que jamás podrán soñar.

No obstante, para Arabia Saudí la peregrinación es mucho más que eso: es un elemento de legitimación política y religiosa, una fuente de ingresos alternativa a los hidrocarburos y un instrumento de política exterior que emplear en la conflictiva región de Oriente Próximo. Mientras Arabia Saudí mantenga el control sobre el quinto pilar del islam, seguirá siendo “el reino del Corán y la espada”.

Para ampliar: “Israel y Arabia Saudí, una alianza por asumir en Oriente Próximo”, Jacobo Llovo en El Orden Mundial, 2018

Ismael Nour

Graduado en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Gestión Internacional de la Empresa por la UIMP. Interesado en el mundo árabe y musulmán, el desarrollo y los derechos humanos. Hispanoegipcio.

1 comentario

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    Hola. Perdón. Quería pedirles que liberen a todo el público la nota «El coronavirus es la oportunidad que China estaba buscando para liderar el mundo» me parece muy interesante, creo q podría servir para sumar en esta crisis del virus

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