Raúl Mendoza Cánepa

El “chambismo” partidario

Otorgar cargos públicos en mérito al activismo partidario preelectoral

El “chambismo” partidario
Raúl Mendoza Cánepa
17 de octubre del 2021


Durante años me pregunté para qué sirven los partidos. No representan ideas; para comprobarlo bastaría con preguntarle a cualquier acciopopulista cuánto de Fernando Belaunde queda. Ya pasaré con mi libro por el Paseo Colón para tomarles un examen sobre
La conquista del Perú por los peruanos. Hay partidos que sirven para ser rentados. Vientres vacíos. No sabíamos qué era Avanza País antes que Hernando de Soto colocara sus fichas en él, allí mismo donde Jorge Paredes Terry fue su coordinador del Pacto Social. Ni qué decir de los partidos que se forman para poner al dueño en el poder ¿O crees que alguno nació para promover tu talento? Y no es que haya amanecido encarnado por González Prada, que veía en ellos clubes eleccionarios y sociedades mercantiles… como ahora. O quizás sí, de todos modos: verum est id quod est.

Una de las quejas de un sector militante contra el Partido Morado fue que el republicanismo que esgrimía era contrario al protagonismo de Julio Guzmán ¿Era Guzmán un caudillo partidario? Lo era hasta que le salieron al frente desde dentro.

Podría escandalizar a algunos si afirmara que los partidos genuinos nacen por un ideario sólido y que nada está por encima de aquel, y que hacen bien los líderes en ponerlo por encima. Quizás le daría gusto a una izquierda leninista; pero, para su pesar, la ideología extrema nunca es democrática. Y todo partido debería serlo porque deviene de “pars” y todo ideario totalizador hace al partido menos “partido” y más “todo”, como en Cuba. Nada le atribuye la potestad de coparlo todo, de imponer una idea arriba de las otras o de ser el que marque el pensamiento de las siguientes generaciones. Los partidos son entidades deliberantes, transitorias y conciliadoras.

Los partidos ya no son los creadores de opinión. O para ser concesivos, las opiniones hoy se han reducido al tuit. Los debates políticos son piques y repiques tuiteros de “rrioba”. Se despide ministros desde el Twitter, quizás pronto se los juramente ahí. 

Entonces para qué sirven los partidos. Mi experiencia ha sido ver pavonearse a demasiados congresistas frente a mis ojos (sin reparar que el poder es fugaz). Quizás los partidos sean combis para los amigos que gustan del poder por las delicias del poder. Si gana el gobierno, reparte la función pública a quienes tienen ganas de saciarse de reputación y dinero. 

Si el partido llega al poder, la función pública puede ser una contraprestación por la campaña. DNI y militancia, los dos requisitos para el “chambismo”: dícese en mi diccionario de extravíos políticos, de aquel que obtiene un cargo en mérito a sus altas cualidades de activismo partidario preelectoral.

Escribí una tesis sobre partidos políticos. Hoy soy más dado al sainete y a la diatriba que al idealismo académico de entonces. Lo siento.

Raúl Mendoza Cánepa
17 de octubre del 2021

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