Desbarajuste

Con una mezcla de incertidumbre y preocupación, los peruanos anticipan que el tesón del parcializado Jurado Nacional de Elecciones para favorecer al candidato Pedro Castillo culminará con su proclamación como el Presidente del Bicentenario. Así terminaría el turbulento y deprimente quinquenio político que hemos padecido, y comenzaríamos a caminar por el túnel que podría llevarnos al extremismo de izquierda que Perú Libre hace temer. 

Más allá del paisaje desconocido que veremos después del próximo 28 de julio, sí sabemos que la discutida votación que lo daría como vencedor del balotaje ha sido saludada jubilosamente por los mandatarios del Foro de Sao Paulo, al que pertenece toda la partidocracia comunista, socialista y progresista de América Latina. Es una larga lista en la que, junto a Perú Libre, figuran otros partidos peruanos: Patria Roja, Partido Comunista, Partido Nacionalista, Tierra y Libertad, Partido Humanista, etc. 

Para dar color nacional a esta referencia geopolítica, el señor Castillo, sus socios y amigos están ensayando una pintura expresionista muy rica en trazos confusos y tonalidades variadas. El brochazo dominante es la intensa obsesión con la que profesan su deseo de imponer una nueva constitución a través de mecanismos que vulneran la Constitución vigente, la que, sin embargo, dicen que respetarán.

Parecen haber sido olvidados los anuncios iniciales de liquidar el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y otras instituciones. Proyectos como una segunda reforma agraria, la prohibición de importaciones y la reducción de las utilidades de las empresas mineras han sido oportunamente difuminados gracias al concurso de los amigos o invitados que aparecieron cuando era evidente la carencia total de equipos técnicos. Surgieron entonces especialistas como Pedro Franke, que ensayaron presentaciones económicas razonables y tranquilizadoras, llegando al extremo de convencer al Profesor de la conveniencia de mantener en su cargo a Julio Velarde, Presidente del Banco Central, a quien el hasta ahora candidato mencionó en mítines y llamó por teléfono.

Estos excesos revisionistas habrían suscitado la ira de Vladimir Cerrón, el sentenciado creador y Secretario General del partido Perú Libertario, ahora Perú Libre. Pero su enojo no se debería solamente a cuestiones ideológicas o políticas, sino al hecho de haber sido financista de la campaña electoral de Castillo. Más aún, la prensa asegura que los fondos vendrían de mecanismos tan poco ortodoxos como los que practican los populares Dinámicos del Centro y otros aún más cuestionables.

A estos pasivos internos se suma la filiación cerronista de numerosos congresistas (37) de la bancada perulibrista –de la cual hacen parte algunos fichados como proterroristas–. Para reforzar su fuerza parlamentaria contarán por lo menos con la alianza de Juntos por el Perú y, dada la frecuencia de las visitas de Verónika Mendoza al Profesor, se especula que sería la Premier del gobierno del lápiz. Tendrán que lidiar con el concierto de los partidos de la fuerte oposición centro-derechista, cuyos integrantes estarán muy conscientes de las amenazas “constituyentes” y las cuestiones de confianza que se ciernen contra su estabilidad, así como de los mecanismos de defensa a los que podrían recurrir en caso de necesidad.

Los fundados temores empresariales y de la gran mayoría ciudadana, que adhiere al libre mercado y conoce bien las libertades y los derechos fundamentales que la Constitución garantiza, serán notas características de la desconfianza y preocupación que matizarán el caldeado ambiente que nos acompañará en el atribulado Perú del Bicentenario.