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A su aire. Una calabaza en el compost

Sin duda muchos de vosotros tenéis la experiencia de esa calabaza que nace en el compost y se extiende a su aire sin necesitar aporte de ningún tipo (ni agua ni abono, sobre el que ya está). Crece libre de cuidados, sin apenas mirarla y da fruto abundante. Así ha sido con esta calabaza este año. En la foto ya ha perdido parte de su esplendor por la helada de la semana pasada.

Una calabaza blanca que no sabemos bien de donde salió. Pues blanca hasta ahora solo teníamos la calabaza Pattyson o  Bonetera en la que solo en el color y el tamaño se le parecen. Pensamos que pueda ser resultado de algún tipo de hibridación, o herencia cruzada de otros cultivares.

Investigando sobre las calabazas blancas, que también se llaman albinas o fantasma, en español no se encuentra mucha información. Pero si que son bastante más frecuentes en el mundo anglosajón, donde suelen ser muy empleadas en la decoración relacionada con la fiesta de Haloween.

Entre las calabazas blancas que se suelen emplear (Gooligan, Lumina, Cotton Candy, Silver Moon, Full Moon), hay un tipo, vinculada a la Cucurbita pepo, que es la variedad Baby Boo que se ajusta a la forma, tamaño y disposición que ofrece esta calabaza, aunque quizá se marquen los lóbulos en ella, más que esta.

Ha sido una planta muy prolífica. Fijaros en la cantidad de frutos que han salido de ella. Pero no ha sido su única rareza. Lo más excepcional apareció al ir cortando sus frutos. Momento en que encontramos esta calabaza siamesa o melliza. Esto en mi experiencia es algo bastante infrecuente, por lo menos ha sido la primera vez que yo he visto tal.

Queda ahora averiguar en qué medida esta calabaza tiene textura, color y sabor similar a las demás, o quizá ofrezca una carne blanca del estilo de las Boneteras. Todavía no la hemos abierto, pero ya os contaré cuando hagamos algo con ellas. De momento dejaremos que terminen de madurar y mientras las coloquemos como adorno en algún rincón dentro de casa.©

Buena cosecha de calabazas

En esta semana, con las lluvias,  pocas tareas hemos podido hacer, pero si que hemos terminado de colocar las calabazas que recogimos al día siguiente de la primera helada , en la semana pasada, antes de que llegara las heladas más fuertes.

Este año ha sido un buen año para las calabazas. Quizá es que hayamos puesto un montón de plantas, pero  sin duda el ponerlas más temprano ha ayudado a que cuajen y   tener un volumen final más elevado de ellas.

Para recogerlas suelo utilizar unas tijeras de podar. El pedúnculo que une la calabaza a la planta suele estar maderoso y resulta recio al cortar. Pero me gusta dejar un trocito del mismo, que más adelante en ocasiones se le cae, a unas variedades, a otras no.

El recogerlas antes de las heladas fuertes resulta esencial para que no haya problemas en su conservación. Hay que llevarlas a un lugar que esté libre de heladas. Un año se me ocurrió dejar una tanda de ellas en el contenedor, tapadas con una manta. Cuando llegaron las heladas fuertes del invierno, se helaron y se pudrieron a los pocos días. Asqueroso a la hora de quitarlas.

Siempre que las calabazas estén en un lugar seco y ventilado pueden resistir el año sin problema. Todavía hay alguna calabaza del año pasado.  En nuestro caso suele ser la bodega de casa.

La variedad de calabazas ha sido amplia y así podéis ver, siguiendo  un poco el orden de la hilera: Butternut (pocas ese año), Calabazas largas verdes, del tipo de la calabaza vasca, pero más largas, otras de menor tamaño, calabaza Mallorquina, de tono ocre, calabaza del Bonete turco, Acorn, Baby Bear, Calabaza de Castilla, calabaza Pattyson o  Bonetera, Potimarron, calabaza gris valenciana, calabaza Moscada,  varias mezcladas y  al final una calabaza portuguesa, de desarrollo horizontal que espero probar.

Habrá que empezar pronto a elaborar con ellas para que podamos probarlas todas. ©