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La Extrema Durii o la frontera entre Castilla y el Al-Ándalus es un extenso y peligroso territorio poco definido. La inexistencia de un trazo definido o tangible que separe físicamente un lado y otro de la frontera ofrece una vasta tierra de nadie propicia para cabalgadas y razzias donde obtener un jugoso botín. Algo, por otro lado, bastante habitual en las largas temporadas de paz cuando la ausencia de guerra obliga a mantener ociosos a bandas de guerreros que ganan su sustento durante las campañas bélicas. Un botín que puede traducirse en numerario, ganado, alimentos y en cautivos. Cautivos que luego se pueden vender como esclavos, o por los que se pueden obtener buenas doblas o maravedíes y como consecuencia van a originar uno de los negocios más lucrativos en la frontera: La Alfaquequería.


El alfaqueque es pues aquella persona que se ocupa de negociar la liberación de territorio moro de los cautivos cristianos, aunque también existe su homólogo musulmán que hace lo propio con los cautivos moros en territorio cristiano. La voz alfaqueque procede del árabe al-fakkak y significa redentor de cautivos (Melián, 2011). Cada concejo fronterizo dispone del suyo propio y según algunas fuentes esta figura existe ya desde el siglo XII.


El rey Alfonso X en el Libro de las Leyes, más conocido como Las Siete Partidas, regulariza el oficio de alfaqueque además de fijar por escrito las cualidades de las que debe hacer gala. En concreto en el título 30 de la Segunda partida se dice sobre las cualidades del alfaqueque: deben tener en sí seis cosas: la primera, que sean verdaderos de donde llevan el nombre; la segunda, sin codicia; la tercera, que sean sabedores tanto del lenguaje de aquella tierra a la que van, como del de la suya; la cuarta, que no sean malqueridos; la quinta, que sean esforzados; la sexta que tengan algo suyo. Y sobre todas estas cosas conviene que sean capaces de conservar el secreto, pues si tales no fuesen, no podrían guardar su verdad (Sánchez-Díaz-Trujillo, 2006).

Extracto de las Siete Partidas (https://twitter.com/bne_biblioteca)

Las partidas alfonsinas abundan todavía más en la figura del alfaqueque. Además de lo expuesto anteriormente debe ser miembro de un linaje bien afamado. El proceso de elección debe ser ratificado por doce hombres buenos que tome el rey, o el que estuviere en su lugar, o los principales de aquel concejo donde moraren aquellos que hubieren a ser alfaqueques, y estos han de ser sabedores del hecho de los otros, porque puedan jurar sobre los santos Evangelios en mano del rey o del que fuere puesto en su lugar (Sánchez-Díaz-Trujillo, 2006).


Y a su vez la persona escogida para el puesto debe jurar lealtad a que desempeñará su cometido sin causar perjuicio al cautivo que debe liberar y que ni por amor ni malquerencia que hubiesen a alguno no dejasen de hacer esto, ni por don que les diesen ni les prometiesen dar.


El alfaqueque es el mediador entre los familiares del cautivo y quien lo mantiene retenido. Se encarga de contactar con este, negociar la cuantía del rescate requerido, el pago del mismo y la devolución del prisionero a territorio cristiano. Para ello los familiares de la víctima deben ponerse en contacto con él y disponer de la cuantía solicitada para su liberación. En la mayoría de los casos la operación supone una tragedia económica para la parentela, sobre todo si se trata de grupos familiares con escasos recursos económicos. Son numerosos los casos en los que deben vender sus haciendas y propiedades para sufragar el pago del rescate y también los gastos del mediador en el transcurso de las negociaciones como asimismo el pago de sus honorarios. Generalmente un porcentaje adecuado al total del valor del rescate. Los estudios sobre esta materia no son homogéneos a la hora de cifrar los honorarios del alfaqueque. Éstos varían entre el 10 y el 12% en metálico del valor del rescate (López de Coca, 2013). Si en cambio la liberación se obtiene mediante el intercambio de prisioneros el pago del mediador es de 100 maravedíes (Serrano, 2016).


Lo que si está claro es que el precio de un cautivo varía atendiendo al sexo de éste. El rescate de una mujer es más caro que el de un hombre, de hecho se liberan más hombres que mujeres siendo los motivos los siguientes. Los hombres son fundamentales como fuerza de trabajo en la economía medieval mientras que por las mujeres se adquiere mayor valor económico en los mercados esclavistas, principalmente del norte de África y son requeridas para formar parte de los harenes de la nobleza musulmana (Cabrera, 1996).

Representación de caballero nazarí (http://legadonazari.blogspot.com/)

¿Cómo se prepara un alfaqueque para afrontar una empresa de rescate y cuales son las normas por las que se debe regir en territorio contrario?. El paso previo para salir a tierra de infieles para tramitar una liberación es acudir al juez local y dejar por escrito tanto las mercancías como el dinero que va a portar en su expedición; si lleva consigo prisioneros moros como moneda de cambio y donde se enumera a las personas que a modo de séquito o escolta van a acompañarle. Este documento va a permanecer en poder del juez mientras dure la encomienda. A continuación recibe un aman o salvoconducto para garantizar la libre circulación y evitar pueda ser atacado. Debido al goce de este privilegio diplomático es habitual que los viajeros se unan a las expediciones de los alfaqueques y así disfrutar de su protección. Pasado el tiempo esta será otra de las funciones de la alfaquequería (Serrano, 2016).


Una vez en marcha el alfaqueque debe desplazarse por caminos principales y transitados enarbolando un pendón real o señorial que lo identifique como tal mediador y haciendo sonar una trompeta a su paso (López de Coca, 2013). Además si deben hacer noche en alguna villa o fortaleza deben hacerlo en el lugar más seguro para evitar la sustracción de los bienes que porta (principalmente el montante del rescate) (Calderón-Díaz, 2011).


Los alfaqueques de un lado u otro de la frontera suelen reunirse en un lugar previamente estipulado, lo habitual es que existan puntos de encuentro preestablecidos que siempre son los mismos en donde debían erigir un pabellón blanco o rojo conocido como «bandera de seguro», sin que quede claro de qué dependía el empleo de uno u otro color (Serrano, 2016). En este pabellón es donde se desarrollan las negociaciones que pueden transcurrir durante varios días. Al final de las negociaciones cada cual regresa al punto de partida con el mayor o menor éxito obtenido fruto de las conversaciones habidas.

Castillo del Moral (Lucena, Córdoba) (https://www.tripadvisor.es/)


Lo lucrativo de este desempeño pronto va a llamar la atención de la corona que va tomar cartas en el asunto a mediados del siglo XIV con la creación del cargo del Alfaqueque Mayor. No es mas que la afirmación del poder real sobre los privilegios e independencias locales. A partir de este momento da comienzo el ocaso de los alfaqueques civiles, la puntilla la dará Juan II en 1439 al nombrar Alfaqueque Mayor de la Frontera a Juan Arias de Saavedra y Martel de forma vitalicia. Más adelante en 1476 su hijo Fernán Arias Saavedra será confirmado por los Reyes Católicos (Melián, 2011).


A partir de la conquista del reino de Granada y andado el siglo XVI los Saavedra van a compartir la labor de redención de cautivos con las órdenes religiosas de los trinitarios y de los mercedarios hasta la disolución de la Alfaquequería por Felipe III en 1620.

Fuentes

  • Cabrera, Emilio, De nuevo sobre cautivos cristianos en el reino de Granada, Meridies, III, 1996.
  • Calderón Ortega, J.M.; Díaz González, F. J., El rescate de prisioneros y cautivos durante la Edad Media hispánica. Aproximación a su estudio, Historia, Instituciones y Documentos, Nº 38, 2011.
  • Calderón Ortega, J.M.; Díaz González, F. J., La intervención de alfaqueques y exeas en el rescate de cautivos durante la Edad Media, Anales de la Facultad de Derecho, Nº 28, diciembre 2011.
  • López de Coca Castañer, José Enrique, La liberación de cautivos en la frontera de Granada (siglos XIII-XV), En la España Medieval, Vol. 36, 2013.
  • Melián, Elvira M., El rescate de cautivos en la cotidianidad de la frontera cristiano-musulmana durante la Baja Edad Media. Una interpretación desde la perspectiva de los Arias Saavedra, Alfaqueques Mayores de Castilla en la frontera, Trastámara, nº 8, 2011.
  • Regueiro Ramos, José, Alfaqueques y otros personajes de la frontera castellano-nazarí en el Campo de Gibraltar, Almoraime, nº 26, 2001.
  • Sánchez-Prieto Borja, P., Díaz Moreno, Rocío, Trujillo Belso, Elena, Las siete partidas, Edición de textos alfonsíes Real Academia Española, 2006.
  • Serrano del Toro, Andrés, Los alfaqueques de Lorca en el siglo XIV, Alberca, nº 14, 2016.

Sergio Balchada