La importancia de la doctrina en nuestra iglesia

doctrina

Pbro. Silvano Mares Rangel

“Cuando Terminó Jesús estas palabras, La gente estaba admirada de su doctrina, Porque les enseñaba como quien tiene autoridad Y no como los escribas.” Mat. 7.28

Por la trascendencia de su propósito me veo precisado, a trascender la irracionalidad emocional, para coloquialmente decir con Unamuno: «No tomar la Biblia como proyectil de lucha, sino lámpara para señalar nuevos senderos», y no tomar éstas para probar ideas personales o herir al adversario, sino para alimento del alma enfatizando la experiencia.

A la pregunta ¿Qué es doctrina? la respuesta nos dice: que viene = (del latín doctrina, de docere, enseñar) Enseñanza que se da para instrucción de alguno // opinión de uno o varios autores en cualquiera materia. La doctrina como tal, tiene innumeras connotaciones, dependiendo del plano del conocimiento desde el que se pretenda analizar. Así tenemos, doctrinas Ontológicas, Éticas, Filosóficas, Teológicas, Morales, Económicas, y Políticas etc. etc.; que pueden ser subdivididas en generales y particulares.

En el caso particular que ocupa nuestra atención, nos circunscribiremos al plano bíblico y teológico. = Las veces que aparece en el AT, la palabra se traduce de términos que denotan lo que se ha recibido u oído. En el NT didaché y didaskalia, se derivan de la raíz “enseñar”y pueden significar el acto de enseñar o el contenido de lo que se enseña.

La doctrina es la enseñanza de la Escritura en términos teológicos. Difiere del dogma en que no connota una afirmación eclesiástica autoritativa sino más bien en el material de la palabra de Dios que los concilios usan en la formulación de la verdad teológica en formas que a veces son polémicas y definitivas. En las discusiones comunes, la doctrina se usa a veces en contraste con la vida espiritual. Sin embargo, un uso antitético es desafortunado, porque estos dos elementos se complementan. Cuando Pablo habla de Sana doctrina (1ª. Timoteo 1.10; Tito 2.1) parece afirmar que la verdadera doctrina es vivificante

¿Por qué la necesidad de la Doctrina? Sencillamente, porque en muchos casos, se evidencia, un manipuleo de las escrituras, que ha llevado a una confusión en cuanto a la interpretación de temas que preocupan a nuestra sociedad. Asentamos esto, porque la iglesia evangélica en general se ha visto corroída por los antagonismos que han servido de bandera a determinados sectores que han hecho de la ortodoxia, la neo-ortodoxia y del liberalismo, campos para establecer permanentemente «cruzadas de la fe» que han exacerbado el » odium theologicum»

Además, se nota entre los círculos religiosos liberales, una tendencia a desacreditar la importancia de estudios doctrinales. Frecuentemente se ha dado la impresión de que la sinceridad de actitud es más importante que el contenido de creencia. Y aunque no se desprecia la necesidad de ser sincero, ninguna persona sensata, cree que la sinceridad pueda o deba sustituir al conocimiento de la verdad. Resulta desastroso creer una falsedad, no importa cuán sincera sea la persona que la exponga; y mientras más grande sea el grado de sinceridad, más horrendas serán las consecuencias. Solo el conocimiento de la verdad liberta y ofrece refugio al hombre.

Por tanto el estudio de la doctrina cristiana es obligatorio a todo cristiano. No es algo separado de la vida. Ni es cosa que deba tratarse con descuido, indiferencia, vana especulación, o argucias sobre temas no esenciales. Es más, por la sublimidad de su objeto, es deber de todo cristiano metodista profundizar en su fe, para entender que el metodismo no es simplemente un postulado, sino una ciencia en el estricto sentido de la palabra.

Entiéndase por ciencia “todo conjunto de conocimientos razonados, deducidos lógicamente unos de otros y fundados, en último análisis, en hechos ciertos y principios evidentes.” Que nuestros paradigmas, están sustentados en Las Sagradas Escrituras, la Razón, la Tradición y la Experiencia. Y que el Rev. Juan Wesley, se encargó de realizar su particular interpretación, que llega a nosotros en forma de Doctrinas.

Vayamos al origen de esta necesidad, de estudio de la doctrina, y la respuesta nos remonta a los evangelios y a la iglesia cristiana primitiva. Los evangelios, dicen: “Al oír esto la gente se admiraba de su doctrina.” Mat. 22.33. “Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba; y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad.” Luc. 4.31, 32. “Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre si, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus impuros, y lo obedecen?” Mar. 1. 27

“Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.” Mat. 15. 8, 9. “Pero a la mitad de la fiesta subió Jesús al Templo, y enseñaba. Y se admiraban los judíos diciendo: ¿Cómo sabe éste letras sin haber estudiado?

Jesús les respondió y dijo: -Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuanta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero y no hay en él injusticia.” Juan 7. 15-18.

Como podemos ver, los evangelios ponderan la doctrina, particularmente de Jesucristo; aunque hablan de una doctrina expuesta con autoridad, y hablan también de mandamientos de hombres que se convierten en doctrinas.

Surge la Iglesia Cristiana, y la doctrina ocupa un lugar preponderante: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Hech. 2.42. Aquí, la palabra doctrina no es pasiva; es activa. La frase significa que persistían en escuchar a los apóstoles mientras enseñaban. Uno de los grandes peligros de la iglesia es una religión estática que mira hacia atrás en vez de hacia delante. Justamente debido a que las riquezas de Cristo son inescrutables e interminables deberíamos marchar siempre hacia delante.

Sin embargo, surgen grupos y movimientos que distorsionan la doctrina original, y cuestionan incluso la autoridad de Jesús y de los apóstoles; prueba de ello es que Pablo y Juan deben exhortar a la comunidad al decir: “Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es cristo…” Efesios 4. 14, 15.

“Como te rogué que te quedaras en Éfeso cuando fui a Macedonia, para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina ni presten atención a fábulas y genealogías interminables…” 1ª. Tim. 1. 3. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.” 1ª. Tim. 4. 16. “Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa ni le digáis: -¡Bienvenido!-, porque el que le dice -¡Bienvenido!- participa en sus malas obras. 2ª. De Juan 9.

Con el correr del tiempo, se presentan dos de los rasgos más sorprendentes de la historia del cristianismo, en los primeros quinientos años de su existencia, de una parte el desarrollo de una organización visible y de la otra la formulación intelectual de creencias. Surgen las principales características de la comunidad, y aparecen las mayores expresiones verbales de la fe cristiana que habían sido forjadas, incluyendo el Credo Apostólico y el Credo Niceno, los cuales quedaron como normas para la gran mayoría de los cristianos desde entonces en adelante.

Surge un parteaguas, en el devenir de la iglesia cristiana, la Iglesia Católica Apostólica y Romana, se sacude por la reforma protestante. Surgen grandes pensadores e intérpretes bíblico-teológicos, que pretenden reformar la iglesia para volverla a la claridad prístina del evangelio, y resumen tres grandes doctrinas: Solo la Fe, Solo la Gracia y Solo las Escrituras.

El siglo XVIII, sorprende a la antigua Inglaterra, que se sacude ante un movimiento que se convierte en un “avivamiento” que de una manera tan directa habían promovido Wesley y sus amigos, y que según ellos consistía en haber vuelto a la práctica de las primitivas doctrinas evangélicas más que en la creación de una reforma eclesiástica.

Las primeras conferencias estaban formadas por los predicadores de Wesley así como por todos los ministros que habían favorecido el movimiento, por algunos amigos de Whitefield y por unos cuantos laicos y todos se ocuparon activamente en precisar las doctrinas que habían de construir su cuerpo de enseñanza. La justificación, la santidad y el testimonio del Espíritu Santo. El objetivo de Wesley, fue siempre poner en manos de sus seguidores y predicadores metodistas, lo que el consideraba “la pura verdad para la gente pura”, literatura que habría de enriquecer su experiencia de la gracia de Dios, profundizar su conocimiento de la fe y al mismo tiempo desafiarlos a vivir una vida más santa.

La lectura de los escritos de Wesley es una experiencia interesante e inspiracional. Los temas principales de la teología de Wesley, se entretejen a través de sus cartas, diarios, sermones, comentarios bíblicos, libros y panfletos, así como de las colecciones de himnos que produjera con su hermano Charles. En conjunto, estos escritos revelan una rica colección de percepciones claras sobre el cristianismo, la vida personal y las actividades de Wesley, y el origen, desarrollo y misión del movimiento metodista en sus primeros tiempos. Los escritos teológicos más importantes de Wesley son sus sermones, sus Notas aclaratorias sobre el Nuevo Testamento y los himnarios que publicó.

Los sermones se basan enteramente en las escrituras y todos ellos citan frecuentemente la Biblia. Aunque sus sermones tratan de cuestiones esenciales de doctrina y experiencia, Wesley dejo en claro que no le interesaba emplear razonamientos filosóficos ni caer en complicados argumentos. El propósito de los sermones fue ayudar a la gente común a lidiar con su compromiso cristiano y sus implicaciones para el diario vivir.

Sus notas aclaratorias sobre el Nuevo Testamento, contienen las traducciones que el mismo Wesley hiciera del Nuevo Testamento, así como comentarios derivados de su propia interpretación de la obra de otros eruditos. Wesley dijo que sus notas no se proponían ser un comentario académico, sino más bien una guía de estudio para la gente “sencilla que ama la palabra de Dios”.

Wesley también estaba convencido de que los himnos eran útiles para la instrucción cristiana. Wesley consideraba los sermones, el comentario sobre el Nuevo Testamento y los Himnos como medios para dar a conocer el mensaje del evangelio, proveer alimento espiritual y capacitar a la gente para vivir vidas de santidad. De sus fuentes teológicas, podemos decir que Wesley, no creyó que estuviese introduciendo nada nuevo o innovador en su interpretación de la fe cristiana.

Aceptó y usó enfoques y métodos teológicos que ya existían en la Iglesia de Inglaterra en el siglo XVIII. Entre estos, la confianza en las escrituras, la tradición, la razón y la experiencia como las principales fuentes para la comprensión de lo que un cristiano y la comunidad cristiana deberían ser y hacer. Wesley estaba convencido de que la Biblia era el libro de mayor importancia para él y para cada cristiano que tomase la fe en serio. En consecuencia, se sumergió en su lenguaje, historias, imágenes y temas, haciéndola central en su estudio y meditación diaria.

Respecto de la Tradición, Wesley admiraba y amaba la historia de la iglesia. Una de las mejores ilustraciones del compromiso de Wesley con la Tradición, fue su edición de una obra de cincuenta volúmenes intitulada Biblioteca Cristiana, una selección de escritos de autores cristianos desde el siglo II hasta su propio tiempo. Wesley animó a sus seguidores a que aprendiesen de estos tempranos y fieles esfuerzos y sabiduría. En cuestiones de razón y religión, Wesley quedó atrapado entre dos opiniones divergentes. Por un lado, estaban aquellos que no apreciaban suficientemente la razón como uno de los buenos dones de Dios. Valoraban la intensidad emocional y devaluaban la razón, considerándola enemiga de la religión.

Wesley trató de caminar por un sendero muy estrecho entre estos dos extremos. La razón no debe devaluarse ni sobrevaluarse. Razón y religión son compatibles, y Wesley trató de convencer a los metodistas y sus críticos de que la fe y el pensamiento eran socios legítimos. Escribió: “Para nosotros los metodistas, es un principio fundamental que el renunciar a la razón es renunciar a la religión, que religión y razón van juntas, y que toda religión irracional es falsa.”

A Wesley siempre le preocupó el papel de la experiencia en la teología cristiana. Temía que sus seguidores se dieran por satisfechos con una ortodoxia espiritualmente estancada, desprovista de la vitalidad y el poder que le da una relación personal con Dios. En uno de sus comentarios más citados, Wesley observó lo siguiente: No tengo miedo de que el pueblo llamado metodista alguna vez deje de existir, ni en Europa ni en América. Pero si temo que sólo exista como una secta muerta, con la forma de una religión pero sin su poder. (1786)

Según Wesley, el creyente podía experimentar la presencia de Dios de dos maneras diferentes. Tenemos una experiencia exterior de Dios cuando lo vemos actuar en la naturaleza y en las vidas de otras personas. También tenemos una experiencia interior de Dios, por la cual advertimos la presencia divina operando en nuestras vidas, dándonos la seguridad de que somos hijos de Dios y ayudándonos más a vivir en conformidad con la imagen de Cristo en tanto que marchamos por sus caminos de justicia, misericordia y verdad.

Hay seis temas centrales en la predicación y los escritos de Wesley. También aparecen prominentemente en los himnos de Charles Wesley. Ellos son: el problema del pecado; la gracia precedente; la justificación por la fe; el nuevo nacimiento; la seguridad, y la santidad de corazón y vida. (Ver páginas 20 -29, John Wesley: La santidad de Corazón y vida / Charles Irigoyen Jr. / 1996).

Se ha dicho que el metodismo carece de teología propia, y en cierta forma tienen razón, no tenemos un compendio que diga “Teología Metodista”; pues todo nuestro sustento doctrinal –como ya dijimos- está basado en los sermones del Rev. Juan Wesley. Aunque la Iglesia Metodista no es una “Iglesia Doctrinal”, en sentido teológico estricto; sin embargo, lo mismo que la estructura de una casa, la iglesia está fundamentada y sostenida por grandes creencias doctrinales que se resumen en la obra monumental de Doctrina y Fe, 25 Artículos de Fe y religión; además, de la profesión de las siguientes doctrinas:

1.- CONVICCIÓN DE PECADO.- “Miserable hombre de mí, ¿quién me librará el cuerpo de esta muerte? Romanos 7.24

2.- ARREPENTIMIENTO.- “No he venido a llamar justos sino pecadores al arrepentimiento.” Mateo 9.13

3.- FE SALVADORA.- “Estas empero, son escritas para que creáis que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su nombre.” Juan 20.31.

4.- CONFESANDO A CRISTO.- “Cualquiera pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también de delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 10.32, 33.

5.- JUSTIFICACIÓN POR LA FE.- “deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” Isaías 55.7; Romanos 3.24.

6.- REGENERACIÓN.- “Mas a todos los que le recibieron, Dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no son engendrados de sangre ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, más de Dios.” Juan 1.12, 13.

7.- SANTIFICACIÓN.- “Esto erais algunos; mas ya sois lavados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1ª. Corintios 6.11.

8.- EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU.- “El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” Romanos 8.16.

9.- CRECIMIENTO ESPIRITUAL.- “… Primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.” Mateo 4.28

10.- EL EJEMPLO PERSONAL.- “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros,”; “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Juan 13.14, 15.

En suma, debemos acelerar el proceso del crecimiento y madurez espiritual, que debe llevar al creyente a desear experimentar el parto de Damasco y la crisis del Pentecostés, la voluntad de Dios es que seamos santificados, llenos del poder de su Espíritu Santo, para que en obediencia, sumisión y con efectividad le adoremos, vivamos victoriosamente y cumplamos responsablemente con la Gran Comisión. Dios que es santo en esencia, naturaleza y propósito, requiere que el creyente y su iglesia sean santos. Reconocer la necesidad de ser enteramente santificados y negarnos a esa experiencia es, por una parte, desobediencia a Dios y por la otra, negligencia que conducirá a la falta de comunión, a la irresponsabilidad y a perder la vida eterna.

BIBLIOGRAFÍA: Juan Wesley su vida y su obra, Mateo Leliévre, Casa Nazarena de Publicaciones, 1988 / Juan Wesley Revolucionario del Espíritu, Colección “Carácter”, Por Basil Millar, Cupsa / Editorial “La Aurora”/ John Wesley: La Santidad de Corazón y Vida, Charles Irigoyen, Jr.  Producido por el departamento de programa de Educación y Cultivo Misional, De la Junta General de Ministerios Globales. USA: / Introducción a la Teología Cristiana, H. Orton Wiley, S. T. D. y Paul T. Culbertson, Ph. D., Beacon Hill Press / Kansas City EE: UU: de A. / Historia del Cristianismo Tomo I, Por Kenneth Scout Latourette, Casa Bautista de Publicaciones, 1958 / Sermones, por Juan Wesley, Tomo I, Beacon Hill Press


  • ESTE ARTÍCULO ES UN HALLAZGO QUE NOS HA SIDO COMPARTIDO POR EL PBRO. ABNER ALANIZ RANGEL