Domingo, 04 de Agosto de 2019

CAVILACIONES EN RUIDERA

CAMPANUDAS Y CHUSCAS ACTUACIONES DEL SOMATÉN DE RUIDERA, EN LOS AÑOS SESENTA (Y lll) (Por Salvador Jiménez Ramírez)

OPINIÓN Salvador Jiménez Ramírez

Tuvo lugar el siguiente incidente e intervención del Somatén, en el aldeorrio del coto “Cinco Navajos”; en el término municipal de Alhambra, cuyos límites por su zona noreste, confinaban con la “Laguna del Rey”.

 

Dos o tres años después del  caso de “La Moraleja”, Fidel Ocaña Rodríguez, vecino de Ruidera, bregaba de zagal con su astuta perra “Lola”, pastoreando ovejas y cabras en la finca “El Sotillo”, lindante con el pantano de Peñarroya y con la carretera Argamasilla de Alba-Ruidera, en el término municipal de Argamasilla. En una de las jornadas en las que Fidel apacentaba el rebaño, a escasos metros de la calzada Argamasilla de Alba-Ruidera, (kilómetros veintiuno-veintidós) ayudado por la perra “Lola”, oyó ladrar al animal de manera desaforada entre unos matojos de encina. Pensando que se trataría de alguna “alimaña” enmatada, se aproximó cautelosamente, enarbolando el garrote, pero se quedó atónito, “haciendo cruces”, al  comprobar que se trataba de un cuerpo humano, liado con cuerdas y en avanzado estado de descomposición. Hechas las correspondientes investigaciones por los medios policiales y análisis en el  Instituto Anatómico Forense, se concluyó que el cadáver correspondía a una mujer de, entre veinticinco y cuarenta años. El tiempo transcurría y las pesquisas respecto del “autor o autores” de los hechos, según las noticias aparecidas en los medios de la época, no daban los frutos esperados… Llegados a este punto es donde entra en escena el protagonista de la siguiente crónica, relacionada con otra actuación del Somatén de Ruidera. A los pocos meses del macabro suceso, apareció por la aldehuela de “El Sotillo”, un sujeto de mediana edad, y aunque ataviado un tanto estrafalariamente y con “una manta de rayas o mulera al hombro”, no tenía pinta de pertenecer al gremio pastoril,-comentarios de lugareños- que era en lo que el forastero buscaba faena… Los caseros de “El Sotillo” Concepción y Guillermina, le dieron “rancho y catre de balde”, durante tres días y tres noches… Tras varias y “extrañas” conversaciones con pastores y jornaleros de la finca, hablando hasta de los lupanares o “Casas de Mujeres del Canal de Tomelloso y darse miles vueltas por los montes”, se marchó, dando de nuevo señales de vida en el cortijo “Cinco Navajos”, donde había pastores con el “Hermano Ricardo”, arrendatario de los pastos del coto, vecino de la población de El Bonillo.

 

 Caía la tarde; el crepúsculo mágico llamaba a los “espíritus”… Entre la voluptuosidad del verde-azul del entorno, melodías de contraluces, yéndose, sobre  las tapias encaladas de los hogares… Todo de un blanco cuidado y limpio como un culto a la cal.  Una vez más los vecinos formaban “corrillos”, en apresurado cuchicheo, al haberse extendido la mala nueva de que: “… Y por los montes de Cinco Navajos y que ha aparecío un hombre forastero, que antes andaba por El Sotillo, que da mala espina, porque de to pregunta…”. En aquellas novedosas andanzas de espanto y también de mucha sociabilidad, no paraban de circular y sonar los parabienes, hipótesis con retintín, aspavientos de sobresalto, advertencias y consejos sentenciosos, y sobre todo la circularidad de la sociabilidad en la comunidad… Una matrona que escobaba broza de delante de la puerta de un hogar, se recogía el cabello con unas horquillas y sacudiéndose el mandil con solemnes modales, consideraba: “..., que tengan mucho cuidao, no vaya y sea uno de esos, ¡Dios no lo quiera!, de esos de la eta esa que dice el arradio...”. “¡Ay Señor! Con tantos quebrantos no ganamos pa sustos y a una le va a dar algo…” -profirió otra vecina-. De seguido, a su manera, preguntó a un individuo que pasaba por allí, si sabía si era de E.T. A.; el hombre respondió alzándose de hombros… Bien entrada la noche, los somatenistas estaban preparados para salir en una novedosa furgoneta (novedosa, comparada con los carromatos predominantes de tracción animal) marca D.K.W., propiedad de Juan Ramírez. Todos estaban pendientes del furgón, como si aquella máquina pensara… Para la fantasía del colectivo aquel ingenio era el sucesor legítimo, (“animado y pensante”) de los animales de tiro y carga. Aquellos pomposos vehículos, conferían a los propietarios, (suma y sigue en la actualidad), ante la atenta mirada de la sociedad, prestigio y estatus social, como a los senadores romanos les conferían nobleza, los ostentosos carruajes y las finas y flotantes túnicas de fino estambre.  La obscuridad imponía cierto silencio, en la travesía principal y “Plazoleta”, donde solo alumbraban, mortecinamente, tres o cuatro bombillas. Unos pocos vecinos, se encimaron al vehículo, para despedir a los somatenistas… Alguna voz  enérgica: “¡Quítate de ahí, no vaya y te pillen cuando arranquen! Que estás de clavo hincao encima de la decauve, como un árbol y luego eres un pejigueras, cagueta…”. Alguien tosió y se sonó la nariz con tanto ruido, que ahogó el repertorio de consejos de un familiar de los somatenistas… “…, y tener mucho cuidao no vaya que sea un pastor de pega…”. El furgón salió y una vez en el cortijo,-información de antiguos somatenistas- rodearon las casas y tras llamar a la puerta del habitáculo de los mayorales, el “Hermano Ricardo· abrió unas portezuelas, entraron y se cataron con el “pastor errante”, dormitando como una marmota, en un camastro que había junto a la chimenea… Requerida que le fue la documentación, el zagal dijo no “llevar papeles”… Y tras apercibirle: “Date preso…, serás conducido al cuartel de Alhambra”, lo introdujeron en la furgoneta y, el “pastor errante”, les rogó a los somatenistas: “no me acopléis entre fusiles, (información obtenida recientemente) que con los de mi primo Francisquillo tengo de sobra…”.-Metafóricamente y que se refirió a Franco-. Una vez en Alhambra, “pasó la noche en dependencias del ayuntamiento y no del cuartel y la pena impuesta fue, que le hicieron de barrer alguna calle, por tapar el expediente – palabras de uno de aquellos somatenistas- y luego, al día siguiente, se montó en coche de línea de Ciudad Real-Albacete, y santas pascuas y buenos aguinaldos, que nunca supimos quien era el pájaro…”.

 

 De vuelta a Ruidera, muchos comentarios suspicaces, burlones y grises, como gris era la luz de las cuatro bombillas de la aldea… Al siguiente día, apacibles y exultantes paliques que arrastraban y difundían los hechos…  Acontecimientos de unos tiempos de vaciedad, carencias, tedio y pobreza; constantemente flotando como nubes en forma de garras de ogros, en un universo humano profundamente inquietante… Un universo social que sentía profundamente la existencia de los hechos de la vida, de una realidad cruda y agresiva, pero con su tipo de peculiar responsabilidad y respeto…

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