En el Perú la temporada circense empieza en el mes de julio, pero los , esos espacios tradicionales cuya resistencia admiramos y agradecemos cada fiestas patrias, preparan sus espectáculos con mucha anticipación. Por ello el día mundial del circo, el tercer sábado de abril, los encuentra trabajando.

Hoy, con motivo de la celebración 2023, conversamos con Fernando Zevallos, el siempre amable y muy querido creador y director de La Tarumba, uno de los circos más representativos del panorama local. “La Tarumba es parte de un gran gremio, una gran familia y todo lo que yo puedo aplicar cuando dirijo los espectáculos se lo debo a las familias de los circos de barrio que me enseñaron todo lo que sé. Tal vez no hay mucha prensa para ellos, pero sí están; en circos grandes, medianos y pequeños”, dice.

Fernando Zevallos, fundador y director de La Tarumba celebra la vida y el circo.
Fernando Zevallos, fundador y director de La Tarumba celebra la vida y el circo.

Agrandando la carpa

Zevallos es generoso en sus palabras cuando se refiere al mercado circense. “Creo que estamos recuperando la vitalidad que tuvimos en años anteriores, sobre todo en las décadas del 60 y 70, cuando Lima era la capital del circo en Latinoamérica. Por una serie de razones, desde los 80 hubo una especie de estancamiento en el circo, al igual que en otras actividades en el Perú, pero el público nos ha acompañado siempre”, afirma.

El optimismo de nuestro entrevistado se sostiene en que Lima será la sede del próximo Congreso Internacional de Circos, en agosto próximo, los días 15, 16 y 17. “El Congreso 2022 se realizó en México y recibimos el encargo de organizarlo en el Perú. Estamos trabajando duro en la organización y pronto tendremos más detalles, pero puedo adelantar que tendremos invitados de Europa y tal vez hasta de Asia”, comenta.

¿Es este entusiasmo acompañado de apoyo estatal? Sin perder el buen ánimo, Fernando Zevallos dice: “Como todo en el Perú, las cosas siempre están por hacerse y el Estado está un poco lejos, pero yo confío en que, tratándose de un evento tan especial, el Ministerio de Cultura o la Municipalidad se comprometerán con el esfuerzo que estamos haciendo. Creo que estamos en camino. Creo que no va a pasar mucho tiempo para que el Estado peruano reconozca el circo como patrimonio cultural”.

El Sindicato de Artistas Circenses, Intérpretes y Técnicos del Espectáculo del Perú (SACITE) tiene más de 60 años, y no han logrado el ansiado reconocimiento ¿por qué estaría cerca, entonces? Chile —explica Zevallos—acaba de reconocer al circo como patrimonio cultural, y eso significa un respaldo para la cultura y el sincretismo. Al Congreso vendrá la funcionaria chilena impulsora de dicho reconocimiento que pondrá su experiencia a disposición de las autoridades peruanas. “El circo peruano es el Perú. Tiene marinera, festejo, huayno. Ves el circo de la Chola Chabuca o el de La Tarumba o cualquier otro y ves diversas manifestaciones del Perú en ellos”, añade.

La función debe continuar

Mientras los sueños macros se concretan, La Tarumba sigue trabajando. No había terminado su temporada 2022 cuando empezaron a preparar su temporada 2023. “Tenemos grandes sorpresas para el público este año, pues traeremos artistas extranjeros de América Latina y España. Gente de mucho nivel. Yo creo que va a ser algo que va a impactar a mucha gente. Una de las responsabilidades de circos como el nuestro es poner la valla siempre más alta”, dice con seriedad.

Mientras anuncia el inicio de sus talleres de invierno en los locales de Miraflores, Camacho y Pueblo Libre, Fernando Zevallos cuenta su sueño de llegar a más distritos de Lima y luego, a regiones. “Pero es algo que hay que planear con mucho cuidado, pues por tener más locales no vamos a bajar la calidad”, apunta. Por supuesto, de esos talleres y de la propia escuela profesional, han salido artistas que luego se han presentado en sus funciones. “Cuando nuestros egresados encuentran en nuestros espectáculos un lugar para expresar su arte, a mí se me cae la baba”, dice con emoción. En La Tarumba las risas no faltan. El cariño, tampoco.

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