07 de mayo de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Juan Pérez de Mungía

El arte cero

La libertad de expresión ha dejado de existir en España. Antes se podía insultar sin más miramientos y solo la respuesta inteligente del contrario permitía desvirtuar el insulto con otro de mayor calado. ¡Ojo! No es necesario ser soez, grosero o mal hablado se puede ser fino, puntilloso o sencillamente hacer un uso adecuado del español. Ya saben los extranjeros que para aprender nuestro idioma es mejor hacerlo con las expresiones altisonantes, escatológicas y malsonantes y esto es así por desconocimiento de la realidad del español que es tan rico en su desparpajo que solo el culto emplea esos cultismos que ya apenas recuerda nadie como el dulce “Ablandahigos” para referirse a un sujeto con poco talento o “Bubo” empleado en el hondo Aragón para indicar que una persona es tan bruta que no tiene solución. Existen por doquier las mordaces palabras que por el contexto se convierten en puro texto gracias a esa capacidad nuestra de poner en conexión expresiones insustanciales con un abrigo de palabras que las calienta tanto como una morcilla en un asador.

A todo artículo le corresponde una conexión con la realidad más cercana, dada en llamarse actualidad. Ha sido el jefe de la OEA el que ha internacionalizado el conflicto venezolano recomendando a Zapatero que dejara de ser imbécil. No es un insulto propiamente dicho, sino el reconocimiento de un estado del alma, una situación, por el contexto, idealmente pasajera, pero a menudo esencial. ¿Quién no ha sido imbécil en muchas ocasiones?. Se produce por una perturbación, un alelamiento en la mayoría de los casos, en los adolescentes de género hombre y con alta producción de testosterona al observar a una “pibona” y en mujeres de género por una exaltación del estrógeno al encontrarse con un varón mullido. Somos pura química, pero no abundaremos en este ápice del pensamiento. El problema mas bien se agrava cuando se es imbécil todo el tiempo.

Hay escritores que se auto censuran y restan a su expresión esas palabras proscritas por la RAE como es el caso de “giliprogres” para referirse a todos los “gilis” que comulgan con el socialismo barato. Los insultos se crean para cada ocasión. Fue muy popular el de “caranchoa” y de poco éxito “bocasobaco” que proponía Forges quizás para referirse a la halitosis, y apenas se menciona el fantástico “Zurcefrenillos” para indicar al que por su ímpetu no toma resuello para cavilar sobre su comportamiento y, que me dice el leedor de ese brillante “bujarrón” epíteto ya olvidado y que nadie reparará en él por ser Quevedo su mentor para denominar “maricón” a Góngora.

Hemos perdido el arte de pensar en hacer del insulto ese arte de levantar el corazón para que no  roce siquiera a quien lo recibe por no ser digno de alta estofa el que lo pronuncia si al bajo estamento social pertenece, porque solo aquellos que aludidos se sienten beocio, lilipendón, berzas, berzotas, panarra, pavitonto, zolocho, tocho, gaznápiro, panoli, sandío, bodoque, piernas, bobatel, mamerto, zonzo, fatuo, lerdo, mastuerzo, lila, pandero, toli, simplón, melón, tarugo, pánfilo y así hasta completar los 101 tontos útiles a los que se refiere Irazusta en “La biblia del insulto”.

No hay remedio para el que remedio no tiene y quizás de tanto perseverar en la estulticia sea el político Zapatero el más tonto de todos al no darse cuenta de que siéndolo por un momento, la suma de sus momentos lo convierten en lo que es. No pensaremos en herir aquí sino en denotar que el insulto es una sencilla manera de emplear el idioma de forma económica para intentar corregir la conducta que desviada de la virtud humana de poseer entendederas, busca colegir en qué parte de su no saber persevera sin ser consciente del daño que hace al resto opinando de forma ciega.

Siempre se habla de las artes y se enumeran hasta nueve, pero ningún arte existiría si el insulto no hubiera hecho su aparición como sonido gutural para quejarse del homínido que en la cueva apagaba el fuego solo por ver la evolución del humo y fruto de su tontería todos quedaban a merced de los leones. El arte cero es el origen y el insulto fue la primera palabra pronunciada sin grafía que quedó escrita en el aire. ¿Se reconoce ahora mejor por qué Zapatero se ha hecho Maduro en su inmadurez y estulticia convirtiéndose en adalid de un régimen asesino?

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

COMPARTIR: