A partir de los cincuenta los achaques asoman y son pocos los afortunados que se libran de sufrir pérdida de audición o de vista, dolores de espalda y/o cuello, osteoartritis, neumopatías obstructivas crónicas o diabetes, entre otros males o afecciones. En el marco del Día Mundial de la Salud, 7 de abril tomamos el pulso a la salud llegada esta edad

Cincuenta y más: cuando los achaques asoman

Cincuenta y más: cuando los achaques asoman

  • 4 de abril, 2019
  • Pilar González Moreno

Testimonios de Margot Gómez-Arnau; Annete Bathenberg; Fernando León; Cristina Abelenda, Ana Moreno y María González 

Y a más edad, mayor la posibilidad de ir sumando dolencias y de experimentar varias al mismo tiempo.

Explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) que desde un punto de vista biológico, el envejecimiento es la consecuencia de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo.

Pero los cambios no son lineales ni uniformes, y su vinculación con los años de una persona es más bien relativa.

Y si bien algunos septuagenarios disfrutan de una excelente salud y se desenvuelven perfectamente, otros son frágiles y necesitan ayuda considerable.

Además de los cambios biológicos, el envejecimiento también está asociado con otras transiciones de la vida como la jubilación o la muerte de amigos y pareja.

Según el doctor Jesús Santianes Patiño, geriatra y coordinador del grupo de cronicidad y dependencia de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), el envejecimiento es un proceso continuo.

Y está formado por las modificaciones tanto morfológicas como fisiológicas, como consecuencia del paso del tiempo.

El declinar

“Aproximadamente el cénit, el punto máximo de nuestra capacidad funcional, es decir nuestra plenitud, esta en torno a los 25/30 años.

"Y a partir de ahí empieza un declinar más o menos lento en función de cada persona”.

El envejecimiento, explica el especialista a EFEsalud, supone por tanto un descenso en nuestra capacidad de reserva y de adaptarnos a los cambios.

En esa capacidad de adaptarnos podemos ser más vulnerables o susceptibles a los cambios o la enfermedad.

“No es lo mismo, por ejemplo, tener una neumonía a los 25 años cuando nuestra reserva física funcional está en su punto más alto que cuando tenemos 70 o 80 años y nuestra reserva es menor”.

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EFE/EPA/DPA/ ULI DECK

Achaques de la edad y genética

También influyen los estilos de vida y  la genética.

Una persona que se haya mantenido activa físicamente toda su vida “tendrá una cuesta abajo con una pendiente más suave que una persona sedentaria”.

Una persona con hábitos tóxicos como puede ser el tabaquismo, el alcohol u otras drogas tendrá una cuesta abajo más pronunciada.

Artrosis, depresión...

Dentro de los achaques de la edad,  el más frecuente es la patología osteoarticular: artrosis, dolores musculares, articulares...

Están además los trastornos del ánimo: también se sabe que la depresión o la ansiedad son más prevalentes en la población más anciana.

Y luego hay mareos, cansancio, debilidad generalizada.

Detrás de ello puede haber patología cardiovascular no diagnosticada o una anemia, que sí son enfermedades más prevalentes en personas de edad avanzada.

Más correcto que hablar de achaques de la edad, defiende este especialista, es decir que hay enfermedades mas prevalentes en la edad anciana y esas dolencias pueden tener una manifestación clínica.

Estrés oxidativo

“El envejecimiento es un campo de investigación en el que siempre tenemos muchas miras puestas porque a quien no le gustaría encontrar el elixir de la eterna juventud".

Es un campo en el que hay mucha lineas de investigación y "buena parte de ellas están relacionadas con la carga genética y con situaciones de estrés oxidativo”.

“Así en pacientes de 40/50 años con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), los niveles de estrés oxidativo serian equivalentes a las de personas de 70/ 75 años sin esa patologia”.

En cuanto al estilo de vida influye mucho por ejemplo el tema cardiovascular y la aparición de otras patologías como la hipertensión arterial o la diabetes mellitus.

La hipertensión

La hipertensión lo que produce es que el descenso en la reserva funcional “sea más rápido y por eso la persona podría llegar a un umbral de dependencia mucho antes que el no hipertenso”.

“Cada persona tiene una capacidad funcional, incluso dentro de la misma persona cada órgano tiene un envejecimiento individual”.

Por ejemplo, los pacientes hipertensos con mucha comorbilidad cardiovascular, tienen un sistema cardiovascular que correspondería al de una persona de más edad de la que tiene en realidad.

Edadismo

Alude también el coordinador  SEMERGEN al edadismo o discriminación por la edad y defiende que hay que intentar no caer en él.

Especialmente desde la práctica médica y cuando llega una paciente mayor hay que buscar siempre la causa de su dolencia y no pensar que son solo y únicamente achaques de la edad.

Últimas etapas

Según explica la OMS en su pagina web, la vejez se caracteriza también por la aparición de varios estados de salud complejos que suelen presentarse solo en las últimas etapas de la vida y que no se enmarcan en categorías de morbilidad específicas.

Esos estados de salud se denominan normalmente síndromes geriátricos.

“Por lo general son consecuencia de múltiples factores subyacentes que incluyen, entre otros, los siguientes: fragilidad, incontinencia urinaria, caídas, estados delirantes y úlceras por presión”.

“Los síndromes geriátricos parecen predecir mejor la muerte que la presencia o el número de enfermedades específicas”.

Envejecimiento saludable

Refiere además el organismo de salud de Naciones Unidas que aunque algunas de las variaciones en la salud de las personas mayores son genéticas, los entornos físicos y sociales revisten gran importancia.

En particular las viviendas, vecindario y comunidades, así como sus características personales, como el sexo, la etnia o el nivel socioeconómico.

Estos factores empiezan a influir en el proceso de envejecimiento en una etapa temprana y por lo tanto en los posteriores achaques.

“Los entornos en los que se vive durante la niñez –o incluso en la fase embrionaria– junto con las características personales, tienen efectos a largo plazo en la forma de envejecer”.

Los entornos también tienen una influencia importante en el establecimiento y mantenimiento de hábitos saludables.

El mantenimiento de hábitos saludables a lo largo de la vida, en particular llevar una dieta equilibrada, realizar una actividad física periódica y abstenerse de fumar, contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles y a mejorar las facultades físicas y mentales.

Los hábitos

En la vejez mantener esos hábitos es importante:

El mantenimiento de la masa muscular mediante entrenamiento y una buena nutrición pueden ayudar a preservar la función cognitiva, retrasar la dependencia y revertir la fragilidad.

Los entornos propicios permiten llevar a cabo las actividades que son importantes para las personas, a pesar de la pérdida de facultades.

Edificios y transporte públicos seguros y accesibles, y lugares por los que sea fácil caminar, son ejemplos de entornos propicios.

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