Enrejar no es salud mental

Por Agustín Barúa Caffarena

Parque Carlos Antonio López en Sajonia. Imagen de Fotociclo

Todos los días camino en “el Parque”. En Sajonia, cuando decimos “Parque”, hablamos del Carlos Antonio López.
Está mal iluminado y lleno de baldosas rotas como el lugar de la foto, que ofrece esguinces de tobillo de manera gratuita hace años. Me gustan los troncos de sus árboles, sus verdes, su mezcla de sol y sombra, su olor a restos de monte.
Pero sobre todo, me gusta que es abierto.
Hace unos días una mujer recibió un balazo en la cara tras un asalto. Toda la solidaridad con ella, más creo que hay una confusión: enrejar el Parque, como proponen concejales de Asunción , no soluciona sino es parte del problema, lo agrava.
El espacio público (incluido “el Parque”) debiera ser el lugar donde nos reconocemos, donde aprendemos a conversar, a respetar las diferencias, a convivir.
Enrejar es una tecnología del miedo más: miedo – cámara, miedo – guardia de seguridad, miedo – mochila – transparente, miedo – arma, miedo – muralla.
Insistimos con confundir cuidado con custodia.
Cuidar implica solidaridad, horizontalidad, sensibilidad, reciprocidad, escucha.
Custodiar es desconfiar, vigilar, sospechar, someter, castigar.
Que a veces necesitemos custodia, no avala que usemos esa palabra disfrazada como cuidado.
Miremos Tacumbú, el mayor monumento a las rejas y cómo está, con el Clan Rotela parado sobre su techo con uniformes de guardiacárceles, ¿será que ya podemos decir que encerrar está sobrevalorada como solución?
Últimamente, clamamos por salud mental sin embargo enrejar es más soledad, más encierro, más vacío y más legitimación del temer y del desconfiar.
No enrejamos el Parque: nos enrejamos a nosotras,
personas -reja,
sociedad – reja.

 

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