Capítulo XLVI (2ª parte): La firmeza en los amantes, ¿es cosa de otros tiempos o rasgo de personalidad?

Hay momentos en los que, por muy diversos motivos, las parejas se separan. Y no me refiero sólo a las parejas de enamorados, matrimonios, parejas de hecho, etc. Me refiero también a quienes durante un tiempo han mantenido una relación de amistad, un trato profesional, o de cualquier otro tipo, y a los que los avatares del destino hacen que tomen caminos diferentes.

Algo parecido parece estar sucediendo a la pareja que forman caballero y escudero. Ahora, Sancho está gobernando en la ínsula Barataria mientras que don Quijote permanece en el castillo de los duques. Y Cervantes nos lleva de uno a otro en los capítulos que se suceden, como hacen a veces los guionistas de las series televisivas cuando dedican un episodio completo a uno de los protagonistas y el siguiente a otro, dándole carácter de exclusividad personal a una historia que, al fin y al cabo, es compartida.

Por ello, después de haber visto a Sancho ejercer de gobernador en Barataria, en este capítulo volvemos al castillo ducal donde habíamos dejado al gran don Quijote envuelto en los pensamientos que le habían causado la música de la enamorada doncella Altisidora. Recuerden que hace un par de capítulos nuestro héroe se vio tentado por una dama pero que el caballero don Quijote, el de la Triste Figura, el de los Leones, que de cuando en cuando hay que recordar todos sus nombres, resistió tal tentación en honor a su dama Dulcinea. Hay que recordar también que todo ello no era sino una treta tramada por los duques para solazarse con la locura de nuestro héroe. Pues bien, aquí vuelve la llamada Altisidora queriendo enamorar al caballero. Se vuelve a resistir éste, incluso se lo dice tocando la vihuela y cantándole unos versos, la firmeza en los amantes, es la parte más preciada…, dejándole claro a la pretendienta que él es hombre de una sola dama. A lo cual responden los duques con otra broma cencerril y gatuna que deja arañado el rostro de nuestro héroe, pero intacta su caballerosidad y fidelidad amorosa. Esta consistencia le lleva a uno a preguntarse: La firmeza en los amantes, ¿es cosa de otros tiempos o rasgo de personalidad?

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