Iturra, él mismo una frontera

Ilustración: ¨El aindiado¨, de Laura Milani

¨La ficcionalización de la historia implica un salto cualitativo

cuyo eje lo constituye, en y desde el discurso literario,

la problematizacion del discurso histórico oficial…¨.

Eduardo Barraza, Butamalón: de las hazañas memorables a la memoria de ¨bonicas (*) hazañas¨

(Universidad de Los Lagos, Osorno, Chile), citando a Fernando Moreno (¨La historia recurrente y los nuevos cronistas de Indias¨, Acta Literaria Nº 17, pp 147-156)

¨Aindiado¨ y para colmo ¨lenguaraz¨

¿Qué hace Iturra en el cuarto de banderas? Está detenido; debe rendirle sus razones al comandante (1). ¿Y con qué argumentos podrá explicar su fuga? Sólo con su pasión a rienda suelta, lo que resulta sin dudas inexplicable. Y la pasión de Francisco Iturra, el aindiado, el chileno que llegó con Venancio Coñuepán, ha estado y estará suelta siempre, enloquecidamente disipada sobre los caballos. ¡Cosa de indio, mire! ¡Y sí…! ¡Como que le dicen ¨Iturra, el aindiado¨! Los de aquí no le tienen ni esto, mire… ¡Ni esto de confianza al alférez Iturra! Porque además de parecer un indio se porta como tal, y uno nunca sabe qué habla con ellos. O qué acordó con los voroganos, con sus lanzas y con sus chusmas. Qué es lo que les dio, qué es lo que les pide, y por qué recibe regalos que todos viven envidiándole.

Será porque Francisco Iturra es una frontera. Será que por él entran y salen Chile y Argentina, la Fortaleza Protectora de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro, el Río Negro recortando la Provincia de Buenos Aires o ella animándose a cruzar el Río Negro… ¿Será por eso? Al comandante, mire, no le hace nada de gracia. Que sea la frontera, un abismo, el casuatí o una lomada, da lo mismo. Ya hizo un gasto al darle caballos para que se sintiera a gusto, que estuviera como en los toldos, cuidando animales propios, midiendo la tierra con sus cascos a puros relincho y corcovo. ¡Pero no hay nada que hacer con Iturra! ¿O acaso hay algún lenguaraz confiable, digamé?

Lo de hoy parece que fue grave. El comandante recibía a la indiada pincheirista, y a punto estaba de conseguir información sobre los vorogas que andan por el Carhué… Pero a esos montoneros (2) no se les entendía nada, muy poco de español sacaban de los buches. Así que mandó a buscar al lenguaraz. ¿Y dónde estaba Iturra, que no venía? ¡Se había entretenido lejos con los caballos! ¡Se había fugado, querrá decir! Porque su obligación es cumplir una tarea en el fuerte, y bien claro que se le ha explicado y recomendado. ¡Los caballos primero y el trabajo después! Eso es lo que decidió Iturra, y por eso está detenido en el cuarto de banderas, hasta que dé sus razones al comandante. ¡Qué joder!

¨Aindiado¨ es cualidad de ¨quien tiene el color y las facciones propias de los indios¨(3). Aunque más cerca de las acciones de estos hombres que, como Iturra, parecen cabalgar entre dos culturas, ¨aindiado¨ es también ¨participio de aindiarse¨ (4). Es decir que el adjetivo revela no sólo aspectos visuales sino también conductas o hábitos culturales. Al investigar el uso del término en nuestro siglo XXI, me ha sorprendido encontrarlo utilizado como insulto en los foros de Internet, calificando a un alias de ¨come vacas vivas¨ y de ¨chile-caca¨ por el hecho de ser natural de la nación allende los Andes y representativo del apoyo de dicho país al colonialismo belicista inglés en Malvinas. Y lo encontré también calificando a cierto tipo de ideología con la que aparentemente comulgaría el Presidente boliviano Evo Morales: un comunismo ¨aindiado¨.

¿Es que existe una continuidad en el tono despectivo del término? ¿Ya cargaba una connotación negativa en 1831? ¿Ha sido tan infamante ¨aindiarse¨ como nacer aborigen desde ciento setenta y siete años atrás hasta hoy? Sin dudas discriminatoria, degradante, esta cualidad que se predicó de Iturra es propia de la tipología ¨del hombre desgarrado por su doble pertenencia a comunidades antagónicas¨ (5). Concluimos entonces con aindiados discriminados y seriamente enfermos. ¿Le parece a usted que era para tanto? ¿Hasta qué punto eran injustas las inestables fronteras del siglo XIX?

Villar y Jiménez definen a los ¨aindiados¨ como alógenos insertos voluntariamente entre indígenas. Aún antes del siglo XIX, los ¨aindiados¨ eran biglotas (6) y generalmente militares que ingresaban a la sociedad indígena de manera colectiva y por orden de mandos superiores, incorporándose a las redes socioeconómicas nativas a nivel doméstico y polìtico (7). También podía ser el caso de individuos que hubiesen vivido en las tolderías, en condición de cautivos desde su corta edad, y que por tal razón compartieran pautas culturales y lengua (8).

Cumplidas tales experiencias devenían en ¨lenguaraces¨, por esa lógica dotación de ¨biglotismo¨ imperfecto. Quiero decir que no solamente quedaban enancados sobre dos culturas a un tiempo sin pertenecer a ninguno de los bandos en su totalidad, sino que olvidaban o modificaban su uso del castellano, a fuerza de surcar los callejones de un idioma nativo al que no terminaban de conocer y menos aún dominaban al hablar.

¡Qué palabrita ésta: ¨lenguaraz¨! Mi primer contacto con ella lo tuve al leer Una excursión a los indios ranqueles, y algo después comprendí que Mansilla usaba un término bastante gastado ya a esa altura de la relación con la rebeldía nativa en nuestro territorio. No categoriza ciertamente a un traductor, ni mucho menos… Ni siquiera a un intérprete. Apenas si lenguaraz es quien facilita la comunicación entre el aborigen y el cristiano, no siempre con éxito, y muchas veces sin la esperable asepsia o imparcialidad. Quiero decir que a partir de numerosos testimonios, el lenguaraz es quien debe cumplir las instrucciones del político, del militar que se aprovecha, del que delinque y del que estafa; pero que muchas veces el intercomunicador también estafa o manifiesta una conducta delictiva a favor de uno u otro de los interlocutores. Allí donde si ambos han creído entenderse, uno al menos y tarde ya, comprende que ha sido engañado o en el mejor de los casos que ha quedado en ascuas.

Y si otra vez nos atenemos a la definición de la Real Academia Española, ¨lenguaraz¨ es el ¨deslenguado y atrevido en el hablar¨ (9). Por lo que sin que en apariencia participase de la génesis del término en nuestras pampas, está presente el contenido de temeridad y hasta de dolo eventual en la palabra ¨lenguaraz¨. Y ahora llegamos a la otra cualidad que se predica del intercomunicador: la dudosa fidelidad.

Esta cuestión tiene que ver con la catadura moral del lenguaraz. ¡Nada menos! Que por la necesidad que han tenido el paisano y el milico de mezclarse con los indígenas, de ¨aindiarse¨, ahora no se conoce a ciencia cierta de qué lado están, si con los jefes o con el enemigo, y que por lo tanto no son confiables. Y me pregunto qué más se les pedirá a estos pobres parias, a estos desclasados, a estos arrinconados culturales, que para colmo en el caso de Iturra ni siquiera resultan ser argentinos para las fronteras que comienzan a soldarse y separar a los indoamericanos…

Porque ha de quedar totalmente claro que no todo es cuestión de ponerse una vincha como la que usan el voroga y el pampa, de transformarse en el mejor amigo del caballo al punto de por él perder el trabajo, y diferenciarse así del cristiano. No. Se trata de que las ideas y los valores son los que se han mezclado, se han corrompido en algunos casos, han mutado en definitiva la mayor parte de las veces.

¡Pero jamás ponerse en contra del jefe! ¡Nunca aliarse con su enemigo político! Me refiero, claro, al respeto que se le debe a Rosas: todos en su partido; en esto no habrá distingos ni falsías. Porque lo contrario se paga muy caro.

Así pagó Juan de Dios Montero en 1830 su alineamiento con Lavalle. Y algo antes, con la misma moneda pagaron el comandante Morel y la mayor parte de los fortineros en 1829, a manos del cacique Venancio y con el incondicional apoyo de Iturra.

Pero no hay pecado en aindiarse. Eso le digo yo, por más que se los discrimine a los Iturra, que no se les confíe en lo más mínimo. Mire si no, con qué sano propósito Juan Barba llevó la delantera del Butamalón, con la lanza en su derecha y el crucifijo en la izquierda (10). ¡Mire si no, cuánta razón de desconfianza podrá otorgársele al comandante!

Tierra mapuche

El Butamalón había sido la última gran manifestación de poder ante el invasor. Y en él había participado nada más ni nada menos que un sacerdote católico, un Juan Barba no digno de mención ni de memoria épica, una prueba del intolerable pasaje de blanco a indio. Del aindiarse, convengamos. Tal la razón del silencio de los autores clásicos de la época (11), sobre todo de Alonso de Ercilla que ni en 1589 cuando concluye la tercera parte de su extenso poema La Araucana, cree necesario rendir testimonio de aindiado ninguno, máxime cuando a lo largo de los treinta y siete cantos sólo se ha preocupado por las resonancias castrenses y un casi lascivo homenaje a Felipe II (12).

A partir de esta advertencia, a los gobernadores españoles les quedó claro que sólo podrían gobernar pactando con los mapuches, y contrariamente a lo que sucediera en las pampas orientales, los aborígenes de los cuatro butalmapus situados al sur del Bío-Bío (12´), fueron considerados nación dentro del Chile colonial, reputado después -tal lo que concedía Carlos III, campeón de la ilustración europea encarnada en los borbones- como una provincia más del reino de España.

Todo sobre la tierra, nada sin la tierra, era el contenido del mapuche. Continente desinteresado, sin embargo. Desprendido y despojado por pura pasión y fuerte ánimo vital. Es que la tierra no sólo proporcionó al mapuche subsistencia y un lugar donde vivir, sino que representó cosas del puro corazón: el trabajo comunitario, la profundización de lazos solidarios, el crecimiento de núcleos familiares, la elección de sitios sagrados y festivos (13). ¡Como ahora! Ni más ni menos que lo que sucede en toda indoamérica con el potente residuo (14) aborigen, generalmente desapoderado y viviendo en condiciones indignas. Más creíble cada vez su desaparición como cosa, pero no como estructura (15), ya que el mundo precolombino permanece en silencio pero vivo. Y así impide a los americanos ser totalmente occidentales, totalmente europeos, totalmente civilizados, pero también totalmente indígenas (16).

Porque la conquista había sido ¨… un proceso aculturativo que sacó al indio del equilibrio y lo sumió en el desequilibrio, sustituyendo el orden por el desorden, una cultura estructurada por una yuxtaposición de elementos heterogéneos unidos dialécticamente; el orgullo de pertenecer a una sociedad milenaria y libre por la vergüenza de ser un descastado que se equipara a un animal y también la libertad por la esclavitud; sus cantos vitales, a la vez sagrados y profanos, por salmos que exaltan el renunciamiento al mundo (…) El resultado fue una deculturación lenta o acelerada, que produjo hombres de ropa occidental y sanas costumbres, pero gravemente enfermos del alma y es probable que también del cuerpo…¨(17).

En atención a aquellos fuertes pactos que generasen el gobernante español y los lonkos mapuches, cuando comenzaron a gestarse las primeras rebeldías criollas, los nativos se sintieron obligados a tomar partido. Unos butalmapus porque preferían mantener los privilegios que les otorgasen los españoles, otras parcialidades porque confiaron en las intenciones de los republicanos.

Guerra a muerte sin fronteras

La tierra era una, y parecía que la áspera cordillera estaba en medio por pura casualidad, como un simple estorbo, un vallado u obstáculo puesto por quién sabe quién. Y que de un lado estaban las rucas y del otro las riquezas. En la pampa, digo. ¡Y que la cordillera no separaba nada! Desde el siglo XVIII venían pasando habitualmente las parcialidades mapuches que dominaron a los tehuelches, y hasta consiguieron perfeccionarse a partir de sus vientres. Las pampas se les presentaban como un vergel de incalculables riquezas que debían ser compartidas por puro imperio natural. ¿Qué era la frontera? ¿Quién hablaba de la frontera? ¿Los gobernantes? ¿Los hacendados? ¿La soldadesca? ¿Los propios aborígenes? ¿Quién tenía tiempo de definir la frontera allí por 1814?

Y hasta los patriotas notables de la vertiente oriental cruzaban esa frontera natural. Tal el caso de Cornelio Saavedra que en 1812 atravesó la cordillera por caminos desconocidos llegando a la tierra occidental acompañado de su hijo Agustín, de diez años de edad. En 1814 decidió volver a oriente para no caer en manos españolas pues los ejércitos reales amenazaban por entonces Coquimbo. Y mientras volvía a cruzar la cordillera, su esposa tramitó sin éxito en San Juan el reingreso de ambos repatriados. Ante la negativa del teniente de gobernador, doña Saturnina apeló al Gobernador Intendente de Cuyo, es decir a José de San Martín, quien accedió a la solicitud (18).

Después pasaron Carrera y O´Higgins; después San Martín en sentido inverso y después los Pincheira. Pero voy por orden, porque todo tuvo su eje en el movimiento de los republicanos chilenos, complejo y extenso por cierto. Los verdaderos historiadores (19) han distinguido tres períodos: la patria vieja, la restauración monárquica o reconquista y la patria nueva. A ellos sigo.

Lo que quiero decir es que Iturra apareció cabalgando por las pampas argentinas, camino de Bahía Blanca, junto al Cacique Venancio como consecuencia de los acontecimientos que se produjeron del otro lado de Los Andes. Y que O´Higgins, San Martín, los hermanos Carrera y los otros hermanos, los Pincheira, cruzaron y volvieron a cruzar algunas veces más, siempre por idénticos motivos. Y esos motivos consistieron en que aunque los criollos chilenos reaccionaron vivamente contra el privilegio de los chapetones, la patria vieja fue conciliadora, y José Miguel Carrera –primera espada de ese país en ciernes- instituyó un régimen de corte militarista, fue sospechado de bonapartista, pretendió perpetuarse en el poder y terminó abandonando a O´Higgins con la consecuencia del desastre de Rancagua. Y entonces no sólo los dos notorios patriotas mencionados, sino también grandes sectores criollos emigraron a Argentina. La mayoría de ellos volvió a pasar con San Martín (20).

La reconquista de Chile fue un régimen cercano al terror. Los Talaveras de la Reina que encabezaron el Tribunal de Vigilancia, reprimieron a la población con todo tipo de abusos, incluyendo violaciones y asesinatos. A los infidentes, como se llamaba a los patriotas que no se presentaron espontáneamente ante el Tribunal, los asesinaron a mansalva allí donde los encontraron.

San Martín prefirió a O´Higgins, por las conexiones que ambos tenían con la Logia Lautaro (21), y Carrera, desprestigiado notoriamente después de la derrota de Rancagua, permaneció en Argentina y manifestó una vivísima movilidad política primero y a la postre militar. Con la llegada del Ejército de Los Andes a Santiago en 1817 y la elección de O´Higgins como director supremo, comenzó el período de la patria nueva, desencadenándose sin embargo el fenómeno que se conoció como ¨La guerra a muerte¨ (22). Cada uno de los bandos contendientes en este período contó con aborígenes en sus filas, los que habían tomado posición por los republicanos o los realistas, según se indicase más arriba.

Y ahora la cuestión se va aclarando. Porque durante los cinco últimos años de la guerra a muerte (1822 a 1827), se produjo la guerra intertribal mapuche que tuvo por motivo definir a quién apoyaría la nación aborigen. Entre los que alentaron a los republicanos estaban Venancio Coñuepán (Coñoepán, Coihuepán o Coñhuepán), que regía los lof (23) entre Lumako (24) y Choll-Choll (25), el cacique Lorenzo Colipi (26) y los ngache (27) en general. En cambio, apoyaron a los realistas los lafkenches (28), cuyos principales caciques eran Huenchukir (29), Lincopi (30) y Cheukemilla (31). Los pehuenches (32), liderados por Martín Toriano (33), Chuika (34) y Juan Nekulman (35), igual que grupos del área Xruf-Xruf (36) y los voroganos. También los wenteches (37), encabezados por Mariwán (o Marihuán, o Mariluán), cacique del área de Victoria y Magin Weno (o Mañil Bueno) (38) y su hijo Ñgidol Toki Pilapán (39).

Uno de los protagonistas más notorios fue Maniluán (o Marihuán, o Mariwán), cacique de los wenteches, que era arribano como casi todos los realistas, por oposición a los abajinos o llanistas como Venancio Coñuepán. El lonko Maniluán fue un mediador, que hizo todo lo necesario para terminar con la guerra entre connacionales mapuches, aunque fue después condenado por el prejuicio positivista de la deslealtad aborigen, y su historia fue olvidada (40).

La lucha, primordialmente diplomática de Maniluán, persiguió la obtención de la necesaria hegemonía en la Araucanía, para permitir a su pueblo el libre paso a las riquezas de la pampa argentina. ¡Si, claro! Si ya he dicho que para la filosofía de vida del mapuche, la riqueza natural debía ser lógicamente compartida. Y seguramente mucha más lógica hubo en este apoderamiento que en repartos posteriores practicados con la filosofía roquista. Lo cierto es que Maniluán consiguió una propuesta de los republicanos, que en 1823 se comprometieron a: a) Formalizar una unidad de territorios chileno y mapuche, deviniendo los aborígenes en ciudadanos chilenos; b) Producir una regulación equitativa de las relaciones fronterizas; c) Continuar considerando al río Bío-Bío línea divisoria entre ambos territorios, pero manteniéndose los colonos blancos que ya estaban asentados en el territorio sur, sin variaciones; y finalmente algún tiempo después: d) Establecer una alianza defensiva entre ambas naciones, ante cualquier ofensiva externa (41).

Finalmente llego a la partida del Cacique Venancio, acompañado por un séquito de voroganos devenidos patriotas, y varios militares chilenos entre los que se encontraba el propio Francisco Iturra. ¿Y cuáles eran motivo y premura de esa entrada a las pampas argentinas? Perseguir a los Pincheira y liberar cautivas reclamadas por notorios republicanos, entre las que se mencionaba a la joven hija de un gobernador. Estoy ya en el año 1827… ¿Y existían todavía los Pincheira? ¿Quiénes eran?

Los Pincheira eran una banda de asaltantes y cuatreros de la zona de Parral que actuaron en Chile y Argentina desde 1818 hasta 1832. Todos realistas de corazón, hijos de Martín. Santos, que falleció ahogado en 1823; Pablo, fusilado en 1832; José Antonio, que vivió hasta 1884; Antonio muerto en 1823, y las hermanas mujeres Rosario y Teresa que tenían a su cargo cuidar a las cautivas. Antonio fue cabo del ejército español y peleó en Maipú. Después de esa derrota de las fuerzas realistas, comenzó sus correrías arrastrando a todos los hermanos. Como nunca abdicaron de sus convicciones monárquicas no se los pudo calificar de bandidos puros (42).

Los Pincheira se refugiaban en zonas altas de la cordillera parralina, en un verdadero poblado con cientos de mujeres secuestradas y toda clase de bienes robados. Participantes de la contraofensiva del Virrey del Perú, llegaron a contar con una fuerza integrada por mil hombres a caballo. Con la alianza con los pehuenches nativos de la actual Neuquén, crearon una aldea de casi seis mil habitantes en los valles de Vavarco (43) y Epulafquen. Desde este último tenían un paso rápido a Chile, por el Boquete de Alicó. Los valles argentinos eran utilizados como campos de engorde de ganado robado en Buenos Aires, antes de pasarlo a Chile. Tuvieron también asentamientos al sur de Mendoza y en La Pampa; de la laguna Urre Lauquen, en esta última provincia, partían sus malones. Sus aliados voroganos se situaron en Carhué desde 1820; allí tuvieron un cuerpo militar que llamaron ¨La Vanguardia de la Banda¨. En sus correrías llegaron a Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Tomaban cautivas por las que pedían rescate; tal, el caso de Trinidad Salcedo, por la que pidieron una carga de vino, dos cargas de harina y doscientos pesos en plata (44).

En 1827 atacaron Carmen de Patagones, izando la bandera española en el fuerte, pero poco después, en 1829, Rosas acordó con los voroganos, por lo que los Pincheira se vieron obligados a replegarse al norte de Neuquén. Ese mismo año José Antonio Pincheira participó de las luchas partidarias en Mendoza, apoyando a los federales. En 1832 el general Bulnes atacó Roble Huacho y fusiló a los pincheiranos, entre ellos a Pablo. José Antonio huyó a Chile, donde terminó sus días como un anciano legendario (45).

Por lo que, como puede verse, los Pincheira modificaron su itinerario y no llegaron a Bahía Blanca. Aquel año de 1827, cuando Venancio e Iturra venían en pos de ellos, desviaron hacia Carmen de Patagones.

¿Y el otro chileno refugiado al oriente de los Andes? Carrera, quiero decir…

Carrera, obseso del poder

¡Nunca más volvió a Chile! Como si Rancagua lo hubiese fulminado, se fue apagando lentamente. Pero mientras tanto, arañó y lastimó a más de un cristiano de este lado de la cordillera. Decayó al punto de enviar asesinos para acabar con O´Higgins en 1821. Tras ser arrestado por montoneros fue fusilado en Mendoza.

José Miguel Carrera fue el tercero de cuatro hermanos: Javiera, Juan José, José Miguel y Luis. Fue miembro de la logia masónica Los Caballeros Racionales de Cádiz; coqueteó con los Estados Unidos, con la corte portuguesa de Brasil, con Artigas, con Carlos María de Alvear… A sus instancias, en Luján, en 1819, aquél fue nombrado gobernador de Buenos Aires, pero el legalmente electo Dorrego avanzó sobre ellos y los encontró aislados en San Nicolás de los Arroyos, derrotándolos en cruento enfrentamiento (46).

Y mientras Alvear regresaba a Montevideo, ya sin esperanzas políticas, Carrera se internó en la pampa y ganó adeptos entre los aborígenes ranqueles, pampas y tehuelches, quienes lo llamaron el Pichi-Rey (pequeño rey). Entonces inició una serie de actos vandálicos difícilmente comprensibles como propósitos en sí mismos, porque se trató de hechos que ninguna vinculación tenían con su permanente propósito de reconquistar poder en Chile. ¿Sería su afán guerrear por la guerra misma? ¿Perseguiría transformarse en real monarca de los ranqueles? ¿O estas acciones las emprendía por simple solidaridad y agradecido porque lo habían recibido y refugiado en los toldos? Nunca se sabrá (47).

Lo cierto es que junto con dos mil indígenas del cacique Yanquetruz, el 3 de diciembre de 1820 atacó Salto, destruyéndolo completamente, asesinando a los hombres y esclavizando como botín de guerra a las mujeres. Los pueblos de Rojas, Lobos y Chascomús también fueron asaltados. Estábamos en presencia de la metodología aborigen de lucha contra el cristiano invasor y explotador, pero con la saña de un militar profesional que busca vengarse de quienes lejos de acompañarlo lo han despreciado (48).

En 1821 Carrera abandonó las tolderías ranqueles e inició el regreso a Chile. Después de una serie de escaramuzas, al cabo de las cuales fue traicionado, se lo entregó a un general mendocino, quien dispuso su fusilamiento el 4 de setiembre de 1821 en la plaza de Mendoza. Quien quiso el protagonismo por tantos años, terminó muerto a manos de un oscuro oficial y sin importarle a nadie (49).

Para un aindiado, un indio cristianizado …

¿Qué más podía pasar esa semana de 1831? Con Iturra en sus aposentos, después de haber cumplido un día y una noche de arresto en el cuarto de banderas. Sin que la sanción lograra impedir que intentara decorosamente comunicar al comandante con la indiada de los Pincheira… Y ahora avisaban que uno de los renegados se negaba a retirarse de la fortaleza y pedía hablar con el comandante.

¿Quién era? ¿Qué quería? Le decían ¨el indio¨ Artile. Era un joven capitanejo de los Pincheira que alegaba ser hijo de cristiano y pariente del cacique Venancio. Decía también haber decidido desertar de la indiada realista chilena por oponerse a que se atacara Bahía Blanca. A su vez, pedía permiso al comandante para vivir en el rancho del lenguaraz del fuerte, Alférez Francisco Iturra, de quien se había hecho amigo cuando anduvo entre los indios…

El indio Artile era en realidad mestizo, de padre cristiano, efectivamente de alguna forma emparentado con el cacique Venancio. Quién sabe cómo, pero en algún momento Artile e Iturra se encontraron conviviendo con el mismo grupo indígena, o en parcialidades aisladas. Lo cierto es que uno de ellos optó por pasarse a la banda rival.

Las autoridades del fuerte no manifestaron sorpresa ante la narración de Artile; le permitieron quedarse hospedado allí, y eventualmente le ofrecieron ingresar a la guarnición permanente con una paga que alguna vez recibiría. Pero no accedieron a que se alojara con Iturra.

Si bien el alférez resultaba indispensable por su función de lenguaraz, no contaba con la total confianza del comandante. ¡Y menos ahora! ¡Es que Artile traicionó a las fuerzas patriotas, pasándose a los Pincheira? ¿No será que Iturra anduvo antes con los Pincheira y peleando por la restauración?

Carlos Enrique Cartolano

cecartolano@hotmail.com

carloscartolano@gmail.com

(*)término utilizado por la lengua granadina, en el que ¨bonito¨ o ¨bello¨ se suma –a mi entender- a ¨inofensivo¨.

(1) En agosto de 1831, en momentos en que el fuerte se hallaba en una difícil situación por la llegada de la coalición borogano-Pincheira, sucedió que habiéndoselo llamado ¨para que tradujese las expresiones de ciertos indios que se han presentado, no fue havido Iturra en el destino, contextando (…) su asistente que havia ido ha cuidar los cavallos (…) dos millas distante de este punto¨, situación que creó gran sospecha y descontento en el comandante ya que, para impedir que con esa excusa el oficial se ausentara para tratar con los indios hacía tiempo que ¨fue preciso comprarle su tropilla de cavallos¨. Como último recurso para lograr su obediencia se emitió una orden en donde se apercibía ¨al alferez lenguaras Don Francisco Iturra que si buelve a delinquir en separarse amas distancia de seis cuadras sin conocimiento de alguno de los señoes Gefes sera (…) castigado con el rigor de la Ley (…) Luego que el expresado lenguaras Alferez Iturra hay regresado de su viaje a los campos se presentará arrestado en el cuarto de vanderas¨. Sara Ortelli ¨Del discurso oficial a las fuentes judiciales. El enemigo y el proceso de mestizaje en el norte novohispano tardocolonial¨. UNQ/UBA/CONICET, en ¨Memoria Americana¨, enero/diciembre 2005, Nº 13, págs 53-81. Allí se cita el ¨Diario del Cantón de Bahía Blanca¨. La ortografía es la original de dicho texto.

(2)En la llamada ¨Guerra a muerte¨ por la independencia de Chile, se calificó de ¨montoneras¨ a los ejércitos irregulares que comandaron los hermanos Pincheira, así como de ¨montoneros¨ tanto a criollos mestizos como a mapuches de diferentes parcialidades que se sumaron a esas fuerzas armadas restauradoras.

(3)Real Academia Española, ¨Diccionario de la Lengua Española¨, Vigésima segunda edición, Madrid (España), 2001.

(4)María Moliner ¨Diccionario de uso del español¨. Editorial Gredos, 3ra edición, Madrid (España), 2007.

(5)Thierry Saignes ¨Entre bárbaros y cristianos. El desafío mestizo en la frontera chiriguano¨. Anuario IEHS 4: 13-51. Tandil, Instituto de Estudios Histórico Sociales, 1989.

(6)Esta palabrita ¨biglota¨, en apariencia recientemente concebida por los autores que venimos siguiendo (ver nota 7), así como por otros que progresan notablemente en la red, se escribe como grave, aunque por lógicas similitudes suene mejor como esdrújula. No ha sido incorporada aún al Diccionario de la Lengua Española.

(7)Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez. ¨Aindiados, indígenas y política en la frontera bonaerense (1827-1830). En Revista Mundo Agrario, Universidad Nacional de La Plata, 1997.

(8)Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez, op cit. Estos autores realizan algunas distinciones: ¨Irse a los indios: incorporarse transitoria o definitivamente a sociedades nativas de distintos tipos organizativos. Transculturities: personas que se desprenden temporaria o permanentemente de un grupo e ingresan en la trama de relaciones sociales que constituyen otra sociedad, colocándose en mayor o menor grado bajo el influjo de sus costumbres, ideas y valores. Beachcombers: la palabra denomina a las grandes olas marinas que revientan en la orilla y por extensión a lo que el mar trae consigo y abandona en la arena; por analogía se denomina también a ciertos europeos que el Pacífico arrojó a las islas de Oceanía, a principios del siglo XIX. Se vincularon con los nativos y jefes locales como intermediarios con las tripulaciones de los balleneros que se abastecían en las islas. Por medio de relacionarse con los jefes locales lograban tener cierto prestigio. Sumaban además el manejo de armas y tecnología…¨. ¨… Renegado: aquel que se aleja de la cristiandad y se va a vivir con los ¨infieles¨. En síntesis, renegados, allegados y agregados, se refiere a alógenos adultos de sexo masculino en todos los casos detectados, biglotas, incorporados individualmente por adscripción voluntaria a la estructura de las sociedades indígenas e insertos en las redes socio-económicas desplegadas en el ámbito doméstico y político. El tipo de adscripción se hace explícita en signos exteriores y pudo abarcar una etapa prolongada de la vida o todo el resto de ella…¨.

(9)Real Academia Española, op cit.

(10)El Butamalón fue una rebelión indígena generalizada, producida en 1598, durante la conquista del Arauco. Estuvo encabezada por los purenes, quienes llevaban a su frente a Juan Barba, un sacerdote aindiado, traidor o bárbaro blanco, quien es expresión de los procesos de atracción y de rechazo que se produjeron por entonces en la frontera. En 1994 el autor chileno Eduardo Labarca publicó su novela Butamalón, que desarrolla los citados acontecimientos.

(11) ¨El Arauco domado¨, tanto el de Arias de Saavedra como el de Pedro de Oña y ¨La Guerra de Chile¨, de autor desconocido.

(12) Alonso de Ercilla usó la palabra araucano como gentilicio del término en mapudungun: rauko (tierra gredosa).

(12´) Las fracciones o butalmapus coincidían con las principales identidades territoriales de la etnia: la costa (lafkenmapu), los llanos de la depresión intermedia (lelfünmapu), la precordillera de los Andes (Inapiremapu) y la cordillera misma, habitada por los pehuenches (piremapu). Cada Butalmapu se componía de varios conglomerados menores: los aillarehues, que a su vez eran integrados por diversos clanes familiares de una misma comarca: los lofs.

(13) según Patricia Enecoiz, Ángela Esteve, Leila Lado, Marcela Pagano y Úrsula Rucker: Identidad Pampeano Patagónica. Universidad de San Martín.

(14) Meditamos bastante antes de decidir utilizar esta palabrita: residuo. Digamos que el aborigen ocupa hoy esta categoría por decisión de quienes desencadenaron el proceso de ocupación y explotación. Pero con creciente fortaleza. Llamar así a las comunidades aborígenes modernas, revela la verdadera intención del colonialismo imperialista. De alguna manera repite la génesis de la designación ¨araucano¨ (ver nota 12).

(15) El pensamiento es de Rodolfo Kusch, Geocultura del hombre Americano, Fundación Ross, 2003.

(16) según Rodolfo Kusch, op cit. ¡Notable deducción que en pocas palabras y con gran sencillez brinda una instantánea de la situación subcontinental!

(17) Adolfo Colombres, La Colonización cultural de la América Indígena, Serie Antropológica, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1991.

(18) Scenna, Miguel Ángel, Las brevas maduras. Memorial de la Patria, tomo I, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984. Saavedra fue enviado a Buenos Aires con escolta para hacer acto de presencia en el juicio que se le había iniciado, y tras la revolución del 15 de abril de 1815, el Cabildo le devolvió su grado militar. De inmediato, sin embargo, al asumir Álvarez Thomas el cargo de Director suplente lo relegó a Arrecifes. En 1818 obtuvo la rehabilitación. Desempeñó varios cargos militares, aunque de escasa importancia, y en 1822 se le otorgó el retiro absoluto del ejército.

(19) Esto lo digo por oposición a quienes, como yo, trabajamos a partir del entusiasmo puro y sin exagerar en las metodologías. Se citarán oportunamente los autores consultados.

(20) Diego Barros Arana, Historia General de Chile, 16 volúmenes, Santiago, 2002.

(21) La Logia Lautaro fue una organización española de la Gran Reunión Americana, también conocida como Logia de los Caballeros Racionales, una logia fundada por Francisco de Miranda en el año 1797 en Londres. Algunos historiadores fundados en recientes investigaciones disienten con quienes tradicionalmente tildaron a esta logia de ¨masónica¨. Y explican que si hubiese existido un ritual masónico obligatorio o vinculante, el comportamiento de San Martín hubiese sido distinto. Aunque de gran interés, la complejidad del tema aconseja obviar su profundización en este artículo.

(22) Esta denominación corresponde al historiador chileno Bejamín Vicuña Mackenna, y se atribuía a la contienda que se desarrolló entre 1817 y 1827 en razón de que ni republicanos ni montoneras tomaban prisioneros, sino que simplemente ejecutaban a los oponentes que no opusiesen resistencia. En La Guerra a Muerte, Buenos Aires – Santiago, 1972.

(23) Este término definía grupos de clanes familiares en una misma comarca.

(24) Comuna mapuche, al sur del río Bío-Bío, que ocupa terrenos bajos.

(25) Comuna mapuche subsistente, que asimismo ocupa terrenos costeros.

(26) Cacique mapuche de la zona de Concepción, cuyo fervor patriota hizo que cediese a su hijo nacido en 1818 al ejército nacional chileno. Juan Lorenzo Colipi llegó al grado de capitán y murió de muerte natural en Santiago.

(27) Parcialidad mapuche.

(28) Los lafkenches son una rama del pueblo mapuche cuyo nombre significa gentes de mar. Durante el siglo XX encararon en el sur de Chile exitosos proyectos de protección de la naturaleza costera y de lucha contra la pobreza, que cuentan con el apoyo internacional.

(29) El cacique Faustino Huenchukir formó parte años después de una comitiva que visitó Buenos Aires.

(30) Cacique que fue cabeza de una de las más tradicionales familias mapuches, con extensa raigambre en la actual población chilena.

(31) Otro cacique de esta parcialidad. Su nombre es un Antropónimo que significa «avestruz dorado», de cheuke o choike, «avestruz» y milla «dorado».

(32) Los pehuenches o pewenches, (gente del pehuén en mapudungun) son un pueblo indígena que forma parte del grupo de los huarpes y habita en los Andes del centro-sur de Chile y Argentina, al que habitualmente se caracteriza por basar su alimentación en la recolección de piñones, las semillas de la araucaria o pehuén.

(33) Cacique pehuenche que fue aliado de los Pincheira. Posteriormente atacó en el territorio argentino a los voroganos en Carhué, oportunidad en que fue muerto por la parcialidad de Calfucurá, ya ubicada en las salinas grandes. Este hecho se produjo por desconocimiento de la paz que había firmado Rosas con las tribus voroganas.

(34) No hay demasiada información sobre este cacique pehuenche, que se presume también hizo campaña con los Pincheira.

(35) Simplemente se habla de pu pewenche lonko (los orientadores de la gente del pewen) y de Nekulman gulumapu lonko mew, Forowe melelu (el orientador Nekulman de la tierra donde se pone el Sol, que está en Forowe). En rigor, Koña jamás habló de indígenas «argentinos» o «chilenos», sino de pu pewenche. Un ejemplo más: «Iñchin mai iñ pewenchegen apeimafi iñ tefachi pu winka». Adrián Moyano – Periódico Azkintuwe. 16 de noviembre de 2005.

(36) Región que ocupó la parcialidad mapuche quidel.

(37) Al norte de Temuco, y próximos a los voroganos, habitaron los wenteches, en la región de xuf-xuf.

(38) A su muerte, alrededor de 1860, se consideró había sido el cacique más poderoso de toda la Araucanía.

(39) Tomás Guevara, Los Araucanos en la Revolución de la Independencia, Santiago, 1910.

(40) Rodrigo Araya, Maniluán, el lonko olvidado de la Guerra a Muerte, Universidad de Chile.

(41) Rodrigo Araya, op cit.

(42) Sergio Villalobos, Guerra y Paz en la Araucanía: Periodificación. Araucanía, Temas de historia fronteriza, Temuco, 1985.

(43) En dicho valle levantaron un fortín, donde Teresa y Rosario custodiaban a unas trescientas cautivas.

(44) Eduardo Telliz, Espacios geográficos y confederaciones territoriales de la Araucanía en tiempos de la guerra a muerte, Revista de Historia Indígena, Santiago, 1998.

(45) Diego Barros Arana, op cit.

(46) Diego Barros Arana, op cit

(47) Alfredo Jocelyn Holt. La Independencia de Chile, tradición, modernización y mito, Sgo de Chile, Planeta, 1999.

(48) Diego Barros Arana, op cit.

(49) Alfredo Jocelyn Holt, op cit.

(50) Silvia Ratto. Caciques, autoridades fronterizas y lenguaraces: intermediarios culturales e interlocutores válidos en Buenos Aires (primera mitad del siglo XIX). Mundo Agrario, Revista de estudios rurales, vol 5, nº 10, primer semestre de 2005. En dicho trabajo se cita el ¨Diario del Cantón de Bahía Blanca¨.


8 respuestas to “Iturra, él mismo una frontera”

  1. Agradecería aclarar lugar al cual pertenecían los diferentes caciques mapuches, tales como : Colipí y Marilhuan.
    Tengo dudas, pues creo que Colipí era de Los Sauces, en ningún
    caso de Concepción.
    Mientras Marilhuan vivía en el Rio Malleco, entre Angol y Collipulli. Era señor del valle del Huelehueico. Nunca de Victoria.

  2. Gracias por tu preocupación, Manuel. Volveré a investigar sobre el tema y efectivamente haré las pertinentes aclaraciones.

  3. Intereante la información sobre las correrías de los Pincheira en Argentina.Parece que estos hermanos eran gente de algún nivel cultural.Lo digo porque en la zona de Linares o Chillán, de donde hebrían sido originarios, hubo personajes locales ilustrados de ese apellido, en el siglo 19 : notarios, algún abogado, etc.Probablemente eran sus parientes.

  4. Me siento feliz y orgullosa de saber que mi dibujo ha sido útil para ilustrar el término «aindiado»

  5. Muy interesante el tema.

  6. Recién hoy leo el escrito.

    Se publicó este año un libro sobre los Pincheira: Manuel González «La cueca larga de los Pincheira». Ediciones Nueva Hispanidad,Buenos Aires.

  7. Excelente trabajo sobre los Pincheira con otro sobre las cautivas. Me interesa mucho este tema ya que los Pincheira son parte del patrimonio histórico y cultural del Neuquén. Le pido permiso para utilizar sus datos y comentarios. Gracias.Lo invito a que conozca este espacio https://sites.google.com/site/neuteca200/home

    • Puede usted citar lo que guste de este artículo. En todo caso, haciendo referencia a la fuente, que será TIERRA REGADA, volumen de e-book al que pertenece, 2011.

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