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Las innumerables formas de descalificar a las mujeres por medio de insultos, destrato en todos los ámbitos donde se desarrollan, obviamente, no es lineal y no significa que esas formas y esos tratos terminen en, por ejemplo, un femicidio. Lo que sí sucede es que  contribuyen a la construcción de subjetividades, a perpetuar las desigualdades y “marcar” claramente que el poder los tienen los hombres, siempre el poder los tienen los varones. Y les es cómodo que esta sociedad siga sosteniendo estas formas porque no corren ningún riesgo de perderlo y, además, cuentan también con innumerables aliadas mujeres que creen que si se asocian a sus formas van a tener un pedacito de poder en la torta que es solo de ellos. Para pensarlo en concreto, cuando alguien se escuda en “yo no maté a nadie ni le pego a mi pareja”, no son capaces de vislumbrar que no es necesario implementar la fuerza física para ser violento, porque no hay un solo tipo de violencia. A la inversa, tampoco hace falta ser violento para sostener, reproducir y legitimar la violencia.

Por Lenny Cáceres*

Toda forma de violencia, por mínima que sea, puede prescindir de la linealidad. En una red social o un “chiste” que expone a una mujer compartido en un chat, no deviene una acción de violencia visible, pero estas formas también lo son, funcionan como mecanismos aleccionadores, donde, permanentemente, están ejerciendo su poder patriarcal y perpetuando esas violencias.

Cuando no es lineal, pero es aleccionador
Cuando no es lineal, pero es aleccionador

Como mucho, serán “mascotas” 

También observamos acciones, sostenidas en el tiempo, habituales, que, a simple vista, quien no está alerta no puede visibilizar la violencia y a la antigua denominación de “mujer florero”, ahora, encontramos que a determinadas mujeres, en algunos espacios, se las menciona como “mascotas”. Y, si supuestamente son mascotas, no podrán dar las respuestas que necesitan y necesitamos porque todo el tiempo estarán muy ocupadas en contentar al amo, así funciona y así sucede. No crean que no se nota. 

Cada una de nosotras debe pararse desde sus posibilidades, no importa si son chiquitas o grandes, importa pararse de manos, decir fuerte y claro: “Acá estoy y esto que nos están dando no lo queremos más”. Queremos ser parte, queremos elegir, no queremos ser sus “mascotas” o depositarias de sus migajas. No vamos a ser serviles a un grupito de poderosos que están anclados en espacios que hace tiempo no les corresponden. Y todas lo tenemos que hacer, ya no estamos en edad de dejarnos engañar o creernos el cuentito de que somos parte. ¿O no estamos mirando bien? 

“El tiro en la cabeza”

Escuchaba a Rita Segato hablar de “el tiro en la cabeza”, refiriéndose claramente al atentando contra la vicepresidenta Cristina Fernández, explicándolo como metáfora de la pedagogía que la crueldad, del poder sobre el cuerpo de las mujeres y de todo lo que se visualice y represente como femenino. 

Si tan poco valemos, si supuestamente necesitamos estar “protegidas” y mansplaineadas por ustedes, abran las compuertas de sus nefastos reductos, dejen que ventilemos, barajemos, demos de nuevo y atrévanse a jugar con nuestras cartas. 

Invitados están. 

 

(*) Periodista feminista, directora/editora de Diario Digital Femenino. Titular de la web de Asesoramiento y Capacitación https://lennycaceres.com.ar/ Autora del libro La transversalidad del género: espacios y disputas.(Ed. Sudestada)

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