Durante las últimas semanas ha habido en la NBA varias quejas de jugadores respecto de los arbitrajes. Algunos incluso, como Rudy Gobert, llegaron a ligar su desempeño con las apuestas deportivas. Pero lo cierto es que, aunque los jugadores deben respetar a las autoridades, situaciones como las que ocurrieron en el duelo entre Orlando Magic y New Orleans Pelicans se vuelven difícil de comprender.
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Los Magic vencieron como visitantes a los Pelicans por 117 a 108 con un gran Paolo Banchero que anotó 32 puntos y eclipsó a un C.J. McCollum, que aportó 36 en la derrota de su equipo. Cuando faltaban 8 segundos y los Orlando Magic estiraron su ventaja a 114-106, ocurrió, tal vez, la noticia de la fecha. Herbert Jones, base de los Pelicans, estaba a punto de reiniciar el juego, cuando el árbitro del encuentro hizo sonar su silbato, para incredulidad de todos.
Sean Corbin, el colegiado, hizo gestos de una falta técnica y enseguida expulsó a Jones, aunque en la televisión no se había percibido nada extraño y el juego parecía continuar su curso normal. También echó del campo de juego a Trey Murphy III, mientras el entrenador de los locales, Willie Green, abría los brazos con incomprensión y se quejaba de lo sucedido. Como si fuese poco, mientras Franz Wagner lanzaba sus tiros libres, pronto se vio a todo el banquillo de los Pelicans quejarse como si otra cosa sucediera: y es que Corbin había expulsado también a Syson Daniels.
Muchos fanáticos cuestionaron la necesidad de expulsar a tres jugadores cuando el partido ya estaba sentenciado, a falta de menos de ocho segundos. El propio entrenador Green alegó una suerte de injusticia, que generó la “frustración” de sus jugadores. Banchero, verdugo de los de New Orleans, quiso apropiarse dicha impotencia:
“Nunca había visto eso antes. No voy a decir que fuimos la razón por la que sucedió, pero creo que nuestro juego definitivamente te frustra un poco”.