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Morena, AMLO y la teoría del pobrecito

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas.-

Los mexicanos somos una raza acomplejada, tantos siglos de sobajamiento tenían que rendir sus frutos, somos un pueblo sin nobleza y sin orgullo, que nos vamos más por lo que podamos obtener a través de la lástima que lo que podamos lograr por el trabajo, o yéndonos al otro extremo, lo que pudiéramos  agenciarnos mediante la violencia, que a ratos se nos da muy bien.

Dicen los historiadores que los aztecas eran orgullosos, que llegaban a pecar de soberbios y que esa fue su perdición. Dominaban una proporción enorme del México antiguo, pero lo hacían con mano de piedra, haciéndose de demasiados enemigos que se aliaron con el primero que prometió liberarlos de tan terrible dominación. Todo para que el conquistador resultara tanto o más opresor que el que les había quitado de encima.

Y así los que quedaron, dicen los cínicos, las mujeres sirvieron para pintar vírgenes, y los hombres se convirtieron en ladinos, racita de moscas muertas que sí, a todo decían sí patroncito, pero por atrás y por debajo estaban buscando y encontrando como fregarlo, y claro que lo fregaban.

Algunos autores clásicos retrataron al ladino mexicano con un pincel hiperrealista. Lea usted El Periquillo Sarniento, de Fernández de Lizardi, queda uno asqueado de la abyección a la que podían llegar los pedigüeños. Lea usted El Canillitas de Valle Arizpe, aborrece uno lo lepero que pueda haber en todo mexicano. Como lo dijo claridosamente Carlos Monsiváis, en todo mexicano hay un naco luchando por salir.

Y Bueno, de allí viene que al pueblo de México lo mueva el sentimentalismo, la emoción manipulada por quienes saben tenderle trampas para obtener sus metas.

Muchos dicen que Andrés Manuel López Obrador triunfó en las urnas por el hartazgo que ya había para con el PRI y el PAN, cuyos candidatos a la presidencia daban un aire de pretensión triunfalista que nada tenía que ver con la fregadez del pueblo, y entonces aparece alguien que les dice que son buenos, que son sabios, que son honrados y honestos de los que ha abusado una oligarquía. Azúcar en sus oídos.

Pero además se trataba de alguien que decía que le habían robado ya dos elecciones presidenciales, y que prácticamente se acogía a que el tigre que es el pueblo mexicano lo defendiera si le volvían a escamotear el triunfo.

López Obrador habría ganado por  eso, la teoría del pobrecito que inspira piedad en la gente, al grado de comprometer su futuro por él sufragando por un programa de gobierno que sonaba bien  como discurso pero que en la práctica carece de pies y cabeza. Y aquí estamos.

Ahora que el presidente López Obrador destapó a sus posibles candidatos a sucederlo, sin querer, o sin calcular, dio pie a un escenario bastante similar al que lo convirtió en el pobrecito triunfante. En su baraja mencionó a los ya conocidos Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, su eficiente operador y la niña de sus bovinos ojos, pero para que no quedara en un dueto de uno, agregó a Tatiana Clouthier, a Rocío Nahle, a Juan Ramón de la Fuente y a Esteban Moctezuma, pero nomás para poder decir que hay democracia al interior de su máquina electoral MORENA.

¿Y quién es entonces el pobrecito? Ah pues el papel le correspondió a Ricardo Monreal, viejo grillo morenista, perredista, priista que ha saltado de partido en partido, allí donde le negaron sus pretensiones y sus exigencias, mismas que no debieron darse de manera muy respetuosa y disciplinada que digamos.

Monreal pasó por Coahuila donde fue delegado del PRI, partido que dejó tirado cuando no lo eligió su candidato a gobernador de Zacatecas, compitió por el PRD y ganó.

Viendo para donde soplaba el aire, se hizo morenista y así llego a delegado en la Ciudad de México. A la hora de la selección de candidato a jefe de gobierno, se apuntó, pero el puesto era para la pupila de López Obrador, Claudia Sheinbaum. Del berrinche casi deja MORENA, pero recapacitó y lo hicieron senador, líder del senado, casi nada. Allí le ha trabajado hasta de más al presidente  y al morenismo, pero algo le falta a Monreal, no cae bien… es el pobrecito perfecto, el pobrecito que hasta los pobrecitos de MORENA y el pobrecito por excelencia, López Obrador, desprecian.

Allí tiene el escenario planteado, un fulano que de pobrecito no tiene nada, es un ladino de siete suelas que como tal, ha traicionado a todo el que se le ha  puesto enfrente, venciendo hasta a más grandes y fuertes que él.

Monreal no es morenista, pero escribe libros sobre doctrina morenista, no era perredista, y priista lo era de conveniencia adaptativa. Astuto, por supuesto que lo es, resentido por supuesto que lo está, no vaya a ser que nos pase otra vez lo que estamos padeciendo, que el humilde servidor del pueblo se reveló un dictador mesiánico, en la persona de Monreal podríamos toparnos con alguien muy parecido, pero  no limitado por una falsa religiosidad, alguien frío y duro, que si sepa para que sirven y son las fuerzas armadas, y entonces sí, los dignos de lástima y pobrecitos seremos nosotros.

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