El ailanto, una invasora de manual

Nombre científico:           Ailanthus altissima (Mill.) Swingle

Familia:                              Simaroubaceae

Nombres vulgares:           Ailanto, árbol del cielo, zumaque falso, barniz del Japón

Cuando pensamos en plantas invasoras, posiblemente la primera que nos venga a la cabeza sea este pertinaz árbol de origen asiático. El ailanto es un árbol que ha llegado a implantarse en casi todo el Mundo, y la Península Ibérica no es desde luego una excepción.

Es un árbol caducifolio especializado en crecer en espacios abiertos, allí donde otros árboles autóctonos tardan mucho tiempo en encontrar su sitio. Es una especie pionera, capaz de arraigar en suelos muy pobres, e incluso pedregosos. De ahí que se extienda con facilidad junto a caminos, carreteras, descampados, casas abandonadas, terrenos removidos o roquedos.

El secreto del ailanto es que es que es un árbol de crecimiento muy rápido, que aguanta sin problemas las temperaturas extremas y la sequía estival, y que medra con facilidad tanto a pleno sol como a la sombra. Además tolera bien la contaminación y es capaz de rebrotar vigorosamente de cepa cuando es talado. De hecho, llega a emitir sin problemas brotes de raíz a más de 10 metros de distancia. Para colmo, cuando es adulto produce una enorme cantidad de semillas aladas de aspecto algo similar a las del fresno, que se dispersan con facilidad con el viento, y dan lugar a innumerables retoños, los cuales acabarán invadiendo los alrededores del árbol en pocos años. Sus hojas son tóxicas y de olor muy desagradable cuando se estrujan (en especial las de los ejemplares macho), por lo que el ganado y los insectos tampoco son un problema para él. Produce sustancias alelopáticas, que acaba incorporando al suelo e impiden el crecimiento de otras especies autóctonas.

En la Sierra de Hoyo está en lenta pero inexorable expansión. En algunos parajes rocosos se va haciendo cada vez más frecuente, impidiendo el crecimiento de otras especies autóctonas mucho menos vigorosas.

Es fácil caer en la tentación de dejar crecer en el jardín un vistoso arbolillo que se eleva a toda velocidad sin que nadie tenga que cuidarlo. El problema suele venir cuando se percibe su desagradable olor, que no engaña respecto a su toxicidad, y cuando comienzan a crecer por doquier nuevas plantitas, que parecen salir sin descanso de cualquier lugar. Cuando el árbol haya crecido lo suficiente, lo que ocurrirá en pocos años, comenzará a semillar, y enseguida empezará a aparecer en el jardín de los vecinos, dos casas más allá, en la calle de al lado… Peor sentará cuando por su enorme vigor, se cuele por tuberías o llegue a provocar daños en solados, cimientos, etc. Parece mentira, pero aún se vende en muchos viveros, como un árbol fácil de cuidar, y que “no dará ningún tipo de problema”.

Es importante aprender a reconocerlo y no darle tregua, sobre todo cuando se ven aparecer las pequeñas plantitas por primera vez, porque una vez que crezcan será cada vez más difícil acabar con ellos. Cuando aún son muy jóvenes es relativamente fácil sacarlos de raíz, a mano o con una pequeña azada, y parar la invasión; en cualquier caso, es seguro que habrá que repetir de cuando en cuando la operación, si no queremos ver nuestro jardín plagado de ellos en poco tiempo, y en especial si tenemos un buen ejemplar a menos de 20 metros.

Una vez que han crecido, lo ideal es talarlos y eliminar el tocón y las raíces que puedan quedar alrededor, pero evidentemente esto será más o menos fácil dependiendo del tamaño del ejemplar. Sí es interesante impedir que comiencen a producir semillas, lo cual puede evitarse gracias a uno de los únicos puntos débiles de esta planta (si es que se puede considerar punto débil). Precisamente por su espectacular velocidad de crecimiento, los tallos son bastante frágiles cuando son jóvenes, y pueden ser tronchados con cierta facilidad. Reconozco que andando por el monte, mi palo de madera se ha desviado más de una vez con violencia contra un ailanto que iba ya para arbolillo… El resultado puede ser retrasar la floración, pero no desde luego matar la planta, que volverá a brotar e incluso generará nuevos rebrotes a su alrededor.

Los árboles deberían ser talados y destoconados, o los tocones tratados con herbicida; sin embargo, acabar con cualquier rebrote en la zona, puede exigir repasar de cuando en cuando para eliminar las pequeñas plántulas que puedan brotar. No hay que olvidar que talar un árbol exige solicitar un permiso municipal, permiso que entiendo que se debería dar sin ningún tipo de problema, habida cuenta de que esta especie está catalogada como especie exótica invasora, de acuerdo con el Real Decreto 630/2013 de 2 de agosto por el que se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras.

Conviene pues conocer al enemigo, que no por foráneo, pestilente, tóxico  e invasor, deja de ser un árbol admirable e incluso bonito. El árbol del cielo, que así también se llama debido posiblemente a su rapidísimo crecimiento en altura, es un árbol de hoja caduca, que puede alcanzar los 20-25 metros de altura, de corteza pardo-grisácea y bastante lisa hasta muy entrada la madurez. La copa es aparasolada, y las ramas adquieren tonos rojizos. Las hojas son grandes y alternas, y tienen cada una 7-9 pares de foliolos.

Las flores aparecen en primavera, son unisexuales (masculinas o femeninas) y se encuentran en diferentes ejemplares (fenómeno conocido como dioecia). Sin embargo, a veces pueden ser también hermafroditas. Poseen un desagradable olor, y se disponen en grandes panículas de hasta 30 cm de longitud.

Los vistosos frutos maduran al final de verano, y presentan alas membranosas de hasta 5 cm (sámaras), que una vez que se secan, permiten la dispersión de las semillas por el viento.

El nombre del género Ailanthus parece ser que es una latinización de su nombre en malayo (aylanto). En sus lugares de origen se ha empleado su corteza contra la disentería y otras molestias intestinales. También tiene propiedades antibacterianas, amebicidas e insecticidas, e incluso, se han comprobado potenciales propiedades en el tratamiento de malaria y de algunos tipos de cáncer. Su madera es blanda y ligera, y sobre todo se usa para pasta de papel.

Aunque no puede negarse su valor ornamental y su utilidad en determinadas situaciones, es una planta con la que tendríamos que tener mucha más precaución, para evitar su propagación en el medio natural. Con la experiencia que tenemos, plantar nuevos ejemplares es desde luego una muy mala idea, además de que según el Real Decreto 630/2013 está prohibida su posesión, transporte, tráfico y comercio, así como las de sus restos o propágulos, que pudieran sobrevivir o reproducirse. Asimismo está prohibida su introducción en el medio natural, y en ningún caso, se podrán contemplar actuaciones o comportamientos destinados al fomento de esta especie

No se trata de volvernos locos y salir al campo con la motosierra, pues en el fondo no deja de ser una planta que lleva ya dos siglos presente en España. Pero no debiéramos dejar que él decida por nosotros, y debiéramos evitar a toda costa que crezca en zonas cercanas al monte. Para empezar, los Ayuntamientos serranos debieran predicar con el ejemplo, y no dar cabida a estos árboles invasores en sus calles y aceras.

 

 

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8 respuestas a El ailanto, una invasora de manual

  1. Hola Miguel, totalmente de acuerdo con tu artículo, yo tengo uno justo delante de mi terraza y llevo años luchando para que no se propague, es una batalla perdida porque a unos 50 metros hay un «rebaño» de ellos ya bien crecidito (20mts. +/-). En nuestro municipio no veo ningún tipo de medida preventiva para combatirlos, se dejan crecer y cuando ya tienen cierto tamaño se consideran árboles asentados y no se talan. Todo un despropósito …
    Como siempre un interesante artículo, gracias, un abrazo.

  2. midelcorro dijo:

    Hola, Ernesto
    Estoy totalmente de acuerdo contigo. Un despropósito. Esta entrada trata justo de mostrar a la gente que no lo conoce la problemática de esta especie tan invasiva. Los Ayuntamientos debían de tomar nota, y no dejar que se extendiese. Como he comentado, según el Real Decreto 630/2013 está prohibida su posesión, transporte, tráfico y comercio, así como las de sus restos o propágulos, que pudieran sobrevivir o reproducirse. Asimismo está prohibida su introducción en el medio natural, y en ningún caso, se podrán contemplar actuaciones o comportamientos destinados al fomento de esta especie. Esto parece que se obvia.
    No cejes en tu empeño. Caña al invasor!
    Miguel

  3. José González Fernández dijo:

    Hola, Miguel
    Es el árbol más asqueroso que existe, no tolero su presencia ni su pestilente olor. Docenas de brotes destruyo todos los años….y como si nada, vuelven a salir de sus rizomas. Es descorazonador. La mejor forma de combatirlos, como tu bien dices, es propagar el conocimiento del enemigo al ser humano. Desgraciadamente, somos pocos y no formamos un ejército lo suficientemente numeroso para destruirlos.
    Gracias por tus artículos, siempre tan magníficos e instructivos.
    Un abrazo-

  4. midelcorro dijo:

    No te hagas mala sangre, Pepe. También es cierto que es una maravilla evolutiva; lo malo es que éste no es su sitio. Lo que tú dices: hay que intentar que la gente lo conozca y no le ayude a invadir aún más.
    Un abrazo
    Miguel

  5. Si, para impedir el crecimiento de un árbol que no nos gusta, estamos dispuestos a recurrir a herbicidas, yo francamente me replantearía mi vocación como naturalista. Monsanto, empresa que ha financiado el desarrollo de la «biología de las invasiones» en sus inicios estará encantada con el planteamiento, qué duda cabe…

    • midelcorro dijo:

      Hola, Adrián. Lamento que hagas juicios poco meditados sobre mi forma de pensar, porque me temo que conoces poco o nada del que escribe y de sus intenciones y forma de pensar, Lo primero que te diré es que no puedo replantearme la vocación de naturalista, porque nunca me he considerado como tal (de hecho no estoy seguro de lo que eso exactamente es), aunque en algún momento hayas podido pensar lo contrario. No soy naturalista. Soy ingeniero agrónomo, y aficionado a la botánica, y las pocas veces que emito juicios, trato de ser bastante aséptico y pragmático. Para ti, ahora no lo seré….Me gusta más la ecología que el ecologismo, y no gano un duro por el tiempo que invierto en este blog, con el cual no te negaré que trato de concienciar sobre el respeto a la naturaleza, unas veces con más y otras con menos acierto. Odio los dogmatismos y las ideas prefijadas de todos los colores. De verdad te digo que quizás podríamos tener una interesante charla sobre el ailanto, su situación, y necesidad o conveniencia de control o no (y hasta dónde). En ese caso, estaría encantado de hablar contigo, y quizás hasta ambos podríamos aprender (por privado). Si simplemente tratas de demostrar tus conocimientos o forma de pensar, ya lo has intentado. Espero que te hayas quedado a gusto. Sobre los fitos (incluidos los herbicidas), créeme que sé algo de ellos, y aunque no me entusiasman y sé que se abusa muchísimo de ellos, a veces son útiles, Por si tienes la duda o lo has entendido así, no propongo eliminar de la faz de la tierra los ailantos a base de glifosato (no seamos simplistas, por favor). Si crees que por explicar lo que he explicado no soy ese «naturalista» puro que tú crees que debemos ser los demás, a lo mejor deberías tú replantearte si eres una persona tolerante.
      Miguel

  6. Luis dijo:

    Me ha gustado el artículo, no conocía al ailanto gracias Miguel.

  7. midelcorro dijo:

    Un placer tenerte de lector, Luis
    Miguel

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