Capítulo L
Donde se declara quién fueron
los encantadores y verdugos que azotaron a la
dueña y pellizcaron y arañaron a don
Quijote, con el suceso que tuvo el paje que
llevó la carta a Teresa SanchaI, 1,
mujer de
Sancho Panza (1 de 3)
Dice Cide Hamete, puntualísimo
escudriñador de los átomos desta verdaderaII
historia2, que al
tiempo que doña Rodríguez salió de su
aposento para ir a la estancia de don Quijote, otra
dueña que con ella dormía lo sintió, y
que, como todas las dueñas son amigas de saber,
entender y oler, se fue tras ella, con tanto
silencio, que la buena Rodríguez no lo echó
de ver; y así como la dueña la vio entrar
en la estancia de don Quijote, porque no faltase en
ella la general costumbre que todas las dueñas
tienen de ser chismosas, al momento lo fue a poner en
pico a su señora la duquesa3, de como
doña Rodríguez quedaba en el aposento de
don Quijote.
La duquesa se lo dijo al duque y le
pidió licencia para que ella y Altisidora
viniesen a ver lo que aquella dueña quería
con don Quijote; el duque se la dio, y las dos, con
gran tiento y sosiego, paso ante paso4 llegaron
a ponerse junto a la puerta del aposento, y tan
cerca, que oían todo lo que dentro hablaban, y
cuando oyó la duquesa que RodríguezIII
había echado en la calle el Aranjuez de sus
fuentes5, no lo
pudo sufrir, ni menos Altisidora, y así, llenas
de cólera y deseosas de venganza, entraron de
golpe en el aposento y acrebillaron a don Quijote y
vapularon a la dueña del modo que queda contado:
porque las afrentas que van derechas contra la
hermosura y presunción de las mujeres despiertaIV
en ellas en gran manera la ira y enciendeV
el deseo de vengarse.
Contó la duquesa al duque lo que
le había pasado, de lo que se holgó mucho,
y la duquesa, prosiguiendo con su intención de
burlarse y recibir pasatiempo con don Quijote,
despachó al paje que había hecho la figura
de Dulcinea en el concierto de su desencanto (que
tenía bien olvidado Sancho Panza con la
ocupación de su gobierno) a Teresa Panza, su
mujer, con la carta de su marido y con otra suya, y
con una gran sarta de corales ricos presentados6.
Dice, pues, la historia, que el paje era muy discreto
y agudo, y con deseo de servir a sus señores
partió de muy buena gana al lugar de Sancho, y
antes de entrar en él vio en un arroyo estar
lavando cantidad de mujeres, a quien preguntó si
le sabrían decir si en aquel lugar vivía
una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un cierto
Sancho Panza, escudero de un caballero llamado don
Quijote de la Mancha; a cuya pregunta se levantó
en pie una mozuela que estaba lavando y dijo:
—Esa Teresa Panza es mi madre, y
ese tal Sancho, mi señor padre, y el tal
caballero, nuestro amo.
—Pues venid, doncella —dijo
el paje—, y mostradme a vuestra madre, porque
le traigo una carta y un presente del tal vuestro
padre.
—Eso haré yo de muy buena
gana, señor mío —respondió la
moza, que mostraba ser de edad de catorce años,
poco más a menos.
Y dejando la ropa que lavaba a otra
compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba
en piernas y desgreñada7,
saltó delante de la cabalgadura del paje y
dijo:
—Venga vuesa merced, que a la
entrada del pueblo está nuestra casa, y mi madre
en ella, con harta pena por no haber sabido muchos
días ha de mi señor padre.
—Pues yo se las llevo tan buenas8
—dijo el paje—, que tiene que dar bien
gracias a Dios por ellas.
Finalmente, saltando, corriendo y
brincando, llegó al pueblo la muchacha, y antes
de entrar en su casa dijo a voces desde la
puerta:
—Salga, madre Teresa, salga,
salga, que viene aquí un señor que trae
cartas y otras cosas de mi buen padre.
A cuyas voces salió Teresa Panza,
su madre, hilando un copo de estopa, con una saya
parda —parecía, según era de corta,
queVI
se la habían cortado por vergonzoso lugar9—,
con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de
pechos10. No era
muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta,
pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada11; la cual
viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo:
—¿Qué es esto, niña?
¿Qué señor es este?
—Es un servidor de mi señora
doña Teresa Panza —respondió el
paje.
Y, diciendo y haciendo, se arrojó
del caballo y se fue con mucha humildad a poner de
hinojos ante la señora Teresa, diciendo:
—Déme vuestra merced sus
manos, mi señora doña Teresa, bien así
como mujer legítima y particular del señor
don Sancho Panza, gobernador propio de la ínsula
Barataria.
—¡Ay, señor mío,
quítese de ahí, no haga eso
—respondió Teresa—, que yo no soy
nada palaciega, sino una pobre labradora, hija de un
estripaterrones12 y mujer
de un escudero andante, y no de gobernador
alguno!
—Vuesa merced
—respondió el paje— es mujer
dignísima de un gobernador archidignísimo,
y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta
carta y este presente.
Notas:
- (1) Si no es una errata
o un lapsus de C., nótese que era frecuente en
los pueblos llamar a la mujer añadiéndole
el nombre del marido en forma femenina para
diferenciarla de otras con el mismo nombre
(véase I, 7, 94, n. 57).I, º volver
- (2)
átomos: figuradamente,
‘pequeños detalles’. volver
- (3) poner en
pico: ‘chismorrear’. º volver
- (4) ‘paso a
paso’, ‘lentamente’. volver
- (5) ‘había
hecho público el asunto de sus fuentes’;
el juego de palabras entre la acepción
médica (‘incisiones’, véase
II, 48, 1022, n. 49) y la fama y abundancia de las
fuentes que había en el Real Sitio de
Aranjuez, casi llegó a lexicalizarse.
º volver
- (6) ‘como
presente’, ‘como regalo’; los
corales, en este momento, eran apreciados para joyas
campesinas. º volver
- (7) sin tocarse:
‘sin arreglarse el pelo’, ‘sin
atusárselo’; en piernas: ‘con
las piernas desnudas’. º volver
- (8) Se sobrentiende
nuevas ‘noticias’,
tácitamente contenido en el no haber
sabido... de mi señor padre de la
réplica anterior. volver
- (9) Alusión a un
verso del romance de las quejas de doña Lambra,
de la serie de los infantes de Lara o Salas, que, junto
con su contexto, contaminó ya al de las quejas
de doña Jimena, del ciclo cidiano. El verso, que
se refiere al castigo infamante que se infligía
a las rameras, se convirtió en frase proverbial
de carácter cómico o irónico.
º volver
- (10) corpezuelo:
‘corpiño’; camisa de pechos:
‘blusa escotada de mujer’. º volver
- (11)
‘cenceña’, ‘curtida’,
‘enjuta’. volver
- (12)
‘destripaterrones’, ‘labrador
pobre’. º volver
Notas críticas:
- (I) 1035.4 Sancha
edd. Panza
MA LO PE [En defensa de A, frente a PE,
alega CL una frase que no viene al propósito
(«cuando Sancho, Sancha, y cuando gobernador,
señora», al final del capítulo), en
tanto RM recuerda el uso popular de llamar a la mujer
añadiéndole al suyo el nombre del marido en
femenino. No obstante, la regularidad con que en la
Segunda parte se habla de Teresa Panza (cf. en
especial II, 5, 667) y la inmediata insistencia al
respecto («una mujer llamada Teresa Panza, mujer de
un cierto Sancho Panza») hacen más probable
que sea una errata (la línea de A dice
Sancha muger de Sancho) o una inadvertencia de C.;
sólo en atención a la segunda posibilidad,
nos abstenemos de corregir. volver
- (II) 1035.7 verdadera
edd.
vardadera A volver
- (III) 1035.21 Rodríguez edd. doña Rodríguez V [Cf.
arriba, II, 40, 954.26. volver
- (IV) 1035.26 despierta
edd.
despiertan LO RAE FL volver
- (V) 1035.27 enciende
edd.
encienden LO RAE FL volver
- (VI) 1036.33 parecía,
según era de corta, que edd.
que, según era de corta, parecía que
LO [La RAE generalizó aquí una
puntuación absurda. volver
Notas complementarias:
- (1) 1035.1—PE, CL, RM. ¶ Comenta el
título, desde criterios narratológicos,
Juan Bolufer [1993:312]. ¶ Para Teresa Panza como
tipo de tonta-lista, cf. Lecturas.
volver
- (2) 1035.3—CT, RM, MU. «Poner en
pico. Cuando se dice una chismería a persona
que la dice y la repite» (Correas,
Vocabulario, p. 725b).
volver
- (3) 1035.5—CL, RM, E. Asensio [1970b:81].
«Vieron un mocito engomado... como raso de
Valencia, con más fuentes que
Aranjuez» (Guzmán de Alfarache,
II, III, 3, p. 788).
volver
- (4) 1036.6—Cf. los ejemplos que aporta Salomon
[1965:473-511].
volver
- (5) 1036.7—BW. ¶ Para tocarse
‘peinarse’, ténganse presentes estos
versos: «Antes me beséis que me
destoquéis, / que me tocó mi
tía» (apud Frenk 1987:núm.
1685), y léanse las glosas que allí se
aducen; cf. también Floresta
española, III, I, 9, que completa el
significado de destocada. ¶ en
piernas: RM interpreta ‘descalza’, pero
cf. Rico [1983:148], con abundantes textos.
volver
- (6) 1036.9—BW, CL, RM. Cf.
Romancero, pp. 60, 65 y 95. ¶ Para el
castigo y la popularidad del verso, R. Menéndez
Pidal [1957/63:125 y 127-129]. «Empezó a
dar cuchilladas... cercenando faldas de sotas por
vergonzoso lugar» (Estebanillo, ed.
Carreira y Cid2, I, p. 53).
¶ Sobre el sentido erótico de la escena y,
en general, sobre la actitud de Teresa y su hija,
Serés [1997a]; cf. II, 5, 665, n. 19
Véase la nota complementaria 665.19 ubicada en el capítulo 05.
volver
- (7) 1037.10—corpezuelo es lo mismo que
corpiño o cuerpo femenino, que se diferenciaba
del jubónDon Quijote vestido de diario
en que no tenía mangas (Bernis, en prensa). En
cuanto a la camisa de pechos, se trataba de una
camisa femenina escotada, a diferencia de las llamadas
camisas altas, que cubrían el escote hasta la
base del cuello (Bernis, en prensa).
volver
- (8) 1037.12—SB.
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