La obra analiza el Derecho de Abolorio desde una perspectiva práctica en relación con los bienes a los que afecta, los titulares del derecho e instrumentos, plazos y procedimiento para su ejercicio.
En palabras del Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, extraídas del prólogo de la obra, la pervivencia del Derecho de Abolorio se justifica por el respeto a la tradición y a la protección de patrimonio en el medio rural ligado al mantenimiento indiviso de la casa, eje sobre el que giraba la economía, incluso la organización social, política y gran parte del Derecho Aragonés.