Termina hoy este extraño mes de marzo de 2020. Llamarle extraño es indiscutiblemente apropiado a poco que meditemos en la etimología y el uso de esta palabra a partir del Diccionario etimológico de Joan Coromines:

Corominas extraño 0

y, para poder leerlo:

Corominas extraño 1

Corominas extraño 2

Corominas extraño 3

Corominas extraño 4

Corominas extraño 5

De todo ese extenso estudio recalcaremos las dos acepciones que se citan: “prescindir de” y “hacer superfluo”. Si algo nos ha deparado el confinamiento de este mes, es el descubrimiento de lo que es necesario y de lo que es prescindible.

A partir de estas reflexiones, nos centramos en la partitura que veníamos ensayando antes de este extraño mes: El juramento, ese conocido bolero con esta letra:

“Si el amor hace sentir hondos dolores
y condena a vivir entre miserias,
yo te diera mi bien por tus amores,
hasta la sangre que hierve en mis arterias.
Si es surtidor de místicos pesares
y hace al hombre arrastrar largas cadenas,
yo te juro arrancarlas por los mares,
infinitos y negros de mis penas.”

Y estos pentagramas:

No hay, quizás, tema más inagotable para la reflexión y el sentimiento que el amor. Tanto es así que basta una ligera mirada por la música, la poesía, la pintura, la escultura y cualquier otra forma de arte para darnos cuenta todo lo que esta palabra implica.

Por lo que respecta a esta partitura de hoy, probablemente es más determinante el ritmo musical del bolero que el poético de la letra. Aún así no resulta ocioso incidir en esa dualidad, tan recurrente del amor: fuente de dolor y fuente de entrega.

Dualidad que, sin duda, impregna el tiempo solidario de confinamiento que aceptamos.

Quedémonos en paz escuchando esta partitura: