Posteado por: conformeadios | junio 10, 2014

AMALEQ, AMALEQUITAS

AmaleqAMALEQ, AMALEQUITAS

Hijo que le dio a Elifaz, el primogénito de Esaú, su concubina Timná. (Gé 36:12, 16.) Este nieto de Esaú fue uno de los jeques de Edom. (Gé 36:15, 16.) El nombre de Amaleq designó también a sus descendientes tribuales. (Dt 25:17; Jue 7:12; 1Sa 15:2.)

La creencia de que los amalequitas fueron anteriores al nieto de Esaú, Amaleq, y, por lo tanto, no fueron sus descendientes, no tiene base sólida, pues se apoya tan solo en la expresión proverbial de Balaam: “Amaleq fue la primera de las naciones, pero su fin después será aun su perecer”. (Nú 24:20.) No obstante, Balaam no hablaba de la historia en general ni del origen de las naciones, que había tenido lugar siete u ocho siglos antes. Se le había contratado para maldecir a Israel, y su expresión debe enmarcarse dentro del contexto de la historia israelita antes de su entrada en la Tierra Prometida. Por lo tanto, después de mencionar a Moab, Edom y Seír como opositores de Israel, Balaam dice que los amalequitas fueron “la primera de las naciones” que se levantó en oposición a los israelitas cuando estos salieron de Egipto en dirección a Palestina, y por esta razón su fin ‘sería aun su perecer’.

 

Al relatar los acontecimientos de los días de Abrahán, anteriores al nacimiento de Amaleq, Moisés habló de “todo el campo de los amalequitas” seguramente en sentido proléptico, es decir, refiriéndose a esa región como se la conocía en su tiempo, sin querer decir con ello que los amalequitas hubieran existido antes que Amaleq. (Gé 14:7.) El centro de este territorio amalequita estaba al N. de Qadés-barnea, en el desierto del Négueb, en el S. de Palestina, y sus campamentos periféricos se extendían hacia la península del Sinaí y la parte N. de Arabia. (1Sa 15:7.) Puede que en un tiempo su influencia se extendiera hasta la región montañosa de Efraín. (Jue 12:15.)

Los amalequitas fueron “la primera de las naciones” que después del éxodo lanzó un ataque no provocado contra los israelitas. Esto ocurrió en Refidim, cerca del monte Sinaí. Como consecuencia, Jehová decretó su extinción final. (Nú 24:20; Éx 17:8-16; Dt 25:17-19.) Un año después, cuando los israelitas intentaron entrar en la Tierra Prometida, en contra de lo que había dicho Jehová, los amalequitas repelieron la agresión. (Nú 14:41-45.) Durante los días de los jueces, estos adversarios de Israel atacaron dos veces a los israelitas: una, en tiempos del rey Eglón de Moab (Jue 3:12, 13), y la otra, cuando los madianitas y los orientales saquearon la tierra de Israel por siete años, antes de que Gedeón, con sus 300 hombres, les infligiera una aplastante derrota. (Jue 6:1-3, 33; 7:12; 10:12.)

Debido a este persistente odio, durante el período de los reyes Jehová ‘llamó a cuentas’ a los amalequitas, mandando al rey Saúl que los derribara, y eso es lo que hizo “desde Havilá hasta Sur, que está enfrente de Egipto”. Sin embargo, Saúl violó la orden de Jehová al perdonar la vida al rey Agag. De todos modos, no se pasó por alto el mandato de Dios, pues “Samuel se puso a tajar en pedazos a Agag delante de Jehová en Guilgal”. (1Sa 15:2-33.) David hizo algunas incursiones en el territorio de los amalequitas, quienes, por su parte, atacaron Ziqlag y se llevaron a las esposas de David y sus posesiones, pero este los alcanzó con 400 hombres y recobró todo lo que habían robado. (1Sa 27:8; 30:1-20.) Durante el reinado de Ezequías, algunos hombres de la tribu de Simeón aniquilaron al resto de los amalequitas. (1Cr 4:42, 43.)

Ya no se vuelve a mencionar directamente a los amalequitas ni en la Biblia ni en otros registros históricos. No obstante, se hace mención de “Hamán hijo de […] el agaguita”, probablemente un descendiente de Amaleq, ya que “Agag” era el título o nombre de ciertos reyes amalequitas. (Est 3:1; Nú 24:7; 1Sa 15:8, 9.) De modo que al pueblo amalequita, así como a otros pueblos mencionados por nombre en el registro bíblico, se le exterminó para “que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. (Sl 83:6-18.)

Que Jehova lo bendiga


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