Almanzor fallece en 1002 y se suceden tres décadas donde reina la anarquía. Se reemplazan numerosos califas impuestos y depuestos por el ejército incapaces de asegurar el orden y el progreso (no sin problemas claro está, que consiguieron Abd al-Rahman III y su hijo al-Hakem II) hasta que termina dividiéndose el califato en pequeños reinos de Taifas, enfrentados además entre ellos. Esto lo aprovechan almorávides y almohades, pero esto pertenece a otro capítulo de la historia de al-Andalus…
Así finalizaron los apuntes introducción al arte hispanomusulmán y así se debe continuar, pues lo prometido es deuda. En cualquier caso son apuntes introductorios a la historia del arte del momento, pero si se necesita profundizar en los mismos se recomienda visitar la siguiente web y/o consultar los apuntes dedicados a la asignatura Historia Medieval (próximamente).
Almorávides y Almohades. Notas históricas.
Los taifas en Al-Andalus, al finalizar la guerra civil, sumaban una treintena. Unas eran gobernadas por antiguas familias, otras por gentes del norte de África e incluso las había regidas por originarios de regiones eslavas. Así las cosas, los reinos cristianos acometían ferozmente contra los minúsculos reinos musulmanes, pero así las cosas, los taifas deciden agruparse sumando cerca de una docena, con Sevilla como capital. Se mantienen por la unión, limando asperezas, pero también gracias a las parias, es decir, un impuesto exigido a sus propios ciudadanos, para así garantizar su seguridad frente a los cristianos. De todas formas no reina la calma entre la población, cada vez más ahogada económica y moralmente pues los cristianos no cesan en la Reconquista. No, ya no les queda otra solución: Al-Andalus (de nuevo) pide ayuda al norte africano, en esta ocasión a unos recién llegados en la historia: los almorávides…
Unos almorávides estudiados como guerreros ascetas que, literalmente, entendían el Corán. No, no hay forma de interpretación. Estos nómadas bereberes del Sáhara occidental (actual Mauritania), mientras el Al-Andalus de Abd Al Rahman I se desmoronaba por completo, controlaban el norte de África, sometiendo al resto de tribus bereber a su paso. Poco después logran pasar por el estrecho y ocupan gran parte de la Península Ibérica. Pero, como ya se ha apuntado, al principio lo hicieron como aliados, pues todos, digamos, eran viejos conocidos por las relaciones militares y comerciales. Aliados para así hacer frente a reyes cristianos, como Alfonso VI, aliados para recuperar Toledo. Pero Toledo es cristiana desde 1085 y los almorávides, finalmente, renuncian a su conquista. No así del resto de Taifas…
Sí, Al-Andalus fue su frontera, su marca controlada. Así, los cristianos, si querían cruzar el estrecho, no iban a hacerlo tras haber arrasado unos taifas con enfrentamientos internos, ahogados por impuestos, debilitados, pues los invasores no querían vecinos cristianos, no querían asomarse por el estrecho y sentirlos. Y, como Almanzor y su hijo Abd al-Malik ya no existían, ya eran cosa del pasado, Yahya Abu Bakr más su sobrino y sucesor Yusub Ibn Tasufin I, líderes almorávides, sometieron militar y civilmente losTaifas durante casi una centuria. Poco tiempo, el nuevo poder dura poco pues otra tribu bereber, todavía más extremista, ocupa su puesto en el trono: los almohades.
Se hacían llamar al-muwahhidun, es decir, los unitarios, pues defendían a un único Dios y una única posible y aceptada lectura de los textos sagrados. Su líder era un mahdi (un iluminado) cuyo destino, según las crónicas, era destruir a los almorávides y unir el Islam. Es en 1146 cuando destruyen Marraquech, capital almorávide, aunque, estos dos grupos de invasores, los segundos reprochando un relajamiento en las prácticas y costumbres islámicas, en lo artístico dependieron de lo anterior. Es decir, en lo que respecta al mundo de las artes siguieron aprovechando el saber de los alarifes de Al-Ándalus para llevar su arte por el imperio, siguieron la estela omeya, la de la Córdoba Califal.
El arte de los almorávides
Marruecos y Argelia. Las manifestaciones artísticas almorávides las encontramos en estas dos naciones. Y son alarifes hispanomusulmanes los encargados de ello. ¿No encontramos en la Mezquita Aljama de Tremecén, erigida en 1082 por Yusuf ibn Tasufin, referencias de la yesería de la Aljafería de Zaragoza? También se aprecia influencia andalusí en la ampliación de la Mezquita al-Qarawiyyin de Fez y en la Qubba Barudiyyin de Marrakech, y uno de los mejores ejemplos de estas influencias se encuentra en el mimbar (púlpito desde donde el iman realiza el sermón) de la Mezquita Kutubiyya de Marrakech. Este mimbar tiene acento cordobés, no hay duda, pues una inscripción lo corrobora.
Ahora bien, ¿qué hay de original en el arte almorávide?
Original…difícil respuesta. Es un arte el islámico que bebe de diversas fuentes. Allá donde iba se agenciaba con lo ya creado. En los territorios almorávides no sólo vemos referencias cordobesas sino que además apreciamos influencia oriental. Sin embargo varias características podemos citar para relacionar con este arte: profusión de arcos complejos y variados, como los polilobulados, túmidos, mixtilíneos…generalmente entrecruzados y decorados a base de atauriques y muqarnas. También se aprecia un predominio de pilares de ladrillo, es decir, las columnas, en menor número, se reservan a lugares singulares.
En cualquier caso seguimos mirando hacia oriente, en dirección a los tejidos, a los Tiraz (literalmente bordados), que en el periodo almorávide muestran dobles círculos donde, en su interior, alojan figuras de animales reales y fantásticos tanto enfrentados como dándose la espalda. Almería sobre todo pero también Málaga, Sevilla o Murcia fueron centros de producción de estos tejidos siempre muy bien valorados, como el reutilizado por los cristianos para la casulla de San Juan Ortega (de la iglesia de Quintanaortuño, Burgos).
Como se deduce, la arquitectura almorávide es escasa. ¿Por falta de tiempo? Es cierto que en el primer siglo, por sus ideas rigoristas, poco o quizá nada construyen. Es durante el siglo siguiente cuando algo empieza a moverse pero hay que recordar que los almohades toman el poder y arrasan con prácticamente todo lo anterior. Su arquitectura, su historia del arte, se resume a continuación.
El arte de los almohades
Seguimos en Al-Ándalus, acompañamos por Rabat, Sevilla y Marrakech a los alarifes (traducido como expertos en las artes de la creación). Y es que, la Córdoba Califal, como se muestra a lo largo de esta serie de apuntes dedicados a la etapa andalusí, sigue viva en las artes, aunque es cierto que el poder civil, religioso y militar, en este caso, lo toma la idea almohade.
Una idea floreciente y próspera a pesar del integrismo religioso. A pesar sí pues es curioso que, en poco más de una centuria, el arte almohade, a pesar de no comulgar con las ideas de lujo, presente ejemplos espectaculares en grandeza y preciosismo. Ejemplos que seguidamente se resumirán y clasificarán en arquitectura civil, religiosa, militar y, por qué no, en algo que podemos definir como espiritual, contemplativo.
Arquitectura civil almohade
Extremistas en lo religioso pero también comerciantes. La conexión con lo denominado como África negra y Península Itálica produce un incremento en las relaciones comerciales que se traduce como riqueza, prosperidad. Si esto lo trasladamos a la arquitectura debemos analizar, como ejemplo entre varias, la puerta de acceso a la ciudad de Rabat, Marruecos. Esta puerta da acceso, aunque nunca directo sino atravesando espacios generalmente en recodo, a la ciudadela de Oudaya, y esta puerta, como las demás, parece mirarse en el espejo de de la portada del Mihrab de la mezquita de Córdoba de al-Hakam II, pues se forma por un arco de herradura enmarcado por un alfiz.
Arquitectura religiosa almohade (mezquita y alminares)
El modelo de mezquita almohade (exceptuando la inacabada de Rabat) lo encontramos en la de Kairuán, Samarra y Córdoba, es decir, aquellas que siguen el modelo de planta en ‘T’, aquellas donde la nave central es más ancha y elevada, y desemboca en otra transversal. Estas dos naves, central y transepto, forman en el plano una figura. Se trata de una “T” mayúscula, de ahí que se hable de la denominada tipología en T.
Los alminares o minaretes no sólo cobran importancia en lo religioso, son en general, símbolos de poder. Y, como siempre, siguen la estela cordobesa, hoy prácticamente embutido en la torre campanario cristiana, pero sigue vivo en los ejemplos de arte Mudéjar, es decir, de planta cuadrada, de un cuerpo al principio y de dos según avanzaba el tiempo. En su interior, unas escaleras comunicaban los pisos, y cuentan con bóvedas de ladrillos por aproximación de hiladas, es decir, a la antigua, al estilo mesopotámico y pre-griego. Estas torres las vemos flanqueando templos, pero también sirven como acceso a zonas de las ciudades, de ahí que se conozcan como torres-puerta, y también acompañan a palacios, a construcciones civiles.
Todas, eso sí, cuentan con su ladrillo y su cerámica, y en todas se aprecian arquillos ciegos y bandas , muestran arcos vanos de herradura, doblados y apuntados, también polilobulados, angrelados…vemos columnas finísimas que separan ventanas, algunas abocinadas que reflejan, en miniatura, el aspecto de la gran puerta de acceso. Vemos, además, entre la cerámica polícroma, los famosos paños de sebka a modo de frisos y celosías, característicos de la decoración almohade. Como ejemplos más notables tenemos los alminares de la mezquita de Kutubiyya, en Marrakech, el de la inacabada mezquita de Hasam, en Rabat, y la actual y famosa Giralda de Sevilla, antiguo alminar de la Mezquita Mayor de la ciudad.
Arquitectura Defensiva (Militar)
Otro ejemplo de poder, quizás el más importante. Importante es citar que con ella se impulsa el modelo de corachas y torres albanarras, es decir, las primeras torres separadas de las murallas ubicadas sobre los ríos y destinadas para suministrar agua y las segundas avanzadas y generalmente separadas de la muralla exterior, además de servir de atalaya y de acoso ante un acercamiento a la muralla.
La que por fuerza de debe analizar es la famosa Torre del Oro, de Sevilla. Construida durante la primera mitad del siglo XIII por el gobernador Abu-l-Ula, está formada por dos cuerpos, uno interior hexagonal y otro exterior dodecagonal mediante sillares de piedra en los ángulos y hormigón o argamasa de cal en forma de cajas. ¿Su nombre? ¿Su brillo era debido a la decoración vidriada? ¿Posteriormente guardaba el tesoro real?
El Jardín del Paraíso
El jardín almohade, como el cristiano, es sinónimo de paraíso. Con esquema en planta de cruz simboliza los cuatro ríos del Edén o primer paraíso (Nilo, Éufrates, Tigris y Amu-Daria), uno por cada uno de los andenes que confluyen en el centro. En estos andenes, y a un nivel inferior, vemos árboles frutales y plantas aromáticas. ¿Para qué? Para que, mientras se camina, uno pueda pararse a la altura de las copas de los árboles frutales, a escuchar el canto de los pájaros, a refrescarse con el agua (canalizada mediante acequias recubiertas de pinturas murales), para la contemplación.
Es en el Alcázar de Sevilla donde vemos tres jardines con estas características. Se conocen gracias a las excavaciones, pues los jardines fueron reutilizados, transformados y enterrados. Sus nombres son: Jardín del Patio de la Contratación, Jardín del Patio del Crucero (también conocido como Baños de María de Padilla) y Jardín del Patio de las Doncellas, este último dentro del Palacio del rey Don Pedro, y que sirve de influencia, de transmisión al arte cristiano. El primero, el de la Contratación, es en realidad un jardín del alcázar cristiano, aunque, como el Jardín del Crucero, como todos, sigue el esquema almohade antes citado.
¿Orígenes de este modelo de jardines de crucero?
Los jardines de Madinat al-Zahra, de la primera mitad del siglo X, ya siguen el esquema…volvemos pues a citar como referencia el arte califal cordobés, pero es complicado sentenciar un origen. En cualquier caso se menciona el arte sasánida, el arte de los persas.
Para comprender mejor la terminología se recomienda consultar los siguientes enlaces
La Mezquita: origen y estructura
introducción al arte hispanomusulmán
Bibliografía consultada
PERLA DE LAS PARRAS, A.: Al-Andalus: las invasiones almorávides, almohades y el reino nazarí. El Arte en la Baja Edad Media. Madrid. Editorial centro de estudios Ramón Areces , S.A. 2014. pp.303-321.