Acabados superficiales en granito

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Aplicaciones del producto

El acabado superficial del granito conforma la piel de los paramentos horizontales y verticales de una construcción y representa, junto con el formato y la variedad petrográfica, sus principales señas de identidad.
Los acabados superficiales evolucionan constantemente con el desarrollo de la tecnología en la industria, pero los más empleados son los siguientes:

Pulido: acabado cuyo aspecto final es el de brillo espejo, y se consigue mediante la aplicación sobre la superficie del material de una secuencia de muelas rotatorias y abrasivas, de mayor a menor granulometría. Las muelas más finas, son las que proporcionan al granito el acabado brillante. Este tipo de acabado no se puede utilizar en pavimentos exteriores por cuestiones de seguridad por el riesgo de deslizamiento, por lo que su uso se restringe a pavimentos interiores. Se emplea también en revestimientos verticales interiores, exteriores y encimeras.
Apomazado: acabado que proporciona una superficie lisa y de aspecto mate, y que se ejecuta con un procedimiento similar al pulido, mediante muelas de granulometría variable. Cada caso requiere de un estudio específico para evaluar el riesgo de deslizamiento. Se emplea en pavimentos y revestimientos interiores, y en placas para fachadas en exteriores.
Abujardado: acabado que confiere una superficie plana y rugosa, con pequeños cráteres de 1 a 3 mm de profundidad repartidos de manera uniforme. El acabado se lleva a cabo por medio de bujardas de geometría variable o ruedas provistas de picas que golpean la superficie de la piedra. Las superficies abujardadas son seguras frente al deslizamiento, por lo que se recomiendan para pavimentos exteriores.
Flameado: se realiza con lanza térmica, que da lugar a un acabado rugoso, craterizado y con un aspecto ligeramente vitrificado. Es un acabado seguro frente al deslizamiento, por lo que se recomienda para pavimentos exteriores, con la excepción de aquellos que soporten tráfico intenso, ya que su rugosidad no favorece la limpieza y el mantenimiento.
Lajado: acabado de aspecto natural e irregular, que se realiza habitualmente de manera manual, produciéndose un lajado natural de la piedra a través de los planos de sedimentación o de esquistosidad. Se emplea en fachadas y acabados verticales en exteriores e interiores, y en pavimentos de exterior sin mucho tránsito.
Envejecido: aspecto rugoso y satinado, en el que los picos se encuentran redondeados, ya que para el acabado final se emplean cepillos de fibra revestidos de partículas metálicas. Apto para pavimentos interiores y exteriores, en este caso, siempre que se compruebe su grado de resbaladicidad.
Arenado: es un tratamiento con chorro de arena que proporciona una superficie de aspecto rugoso, suavizado por la abrasión del árido, lo que puede conllevar un cierto riesgo de deslizamiento.
Aserrado: se obtiene por corte con disco de diamante o fleje de telar, y proporciona una superficie lisa, áspera, porosa, mate, y en ocasiones puede presentar ligeros surcos en forma de curvas paralelas entre si. Se recomienda para fachadas y acabados verticales exteriores e interiores, pavimentos de interior y exterior, con la previa comprobación en este caso, del grado de resbaladicidad.
Ranurado: este acabado presenta unas ranuras paralelas, que se realiza mediante una máquina cortadora. Las ranuras se dispondrán en perpendicular al tráfico, y se utiliza en pavimentos exteriores para señalizar vados peatonales.
Apiconado: acabado rugoso, con aspecto rústico que presenta incisiones alargadas paralelas entre si. Se realiza sobre una superficie previamente aplanada mediante el golpeo con un puntero o pica. Se emplea en piezas de cantería para fachadas y en pavimentos exteriores de aspecto rústico.

Existen otros acabados con productos químicos que pueden modificar las prestaciones y el aspecto final del granito, como por ejemplo, las resinas protectoras, los productos antirresbalamiento, los anti-graffiti, etc.

 

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