“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

En mayo del 2011 (once años atrás) la inflación interanual o de doce meses, o de mayo a mayo, llegó al 10,2%, siendo el antecedente más inmediato de lo que hoy en el 2022 hemos estado viviendo en términos del alza de los precios de los bienes y servicios (las cosas) que consumimos, medido por el Banco Central del Paraguay (BCP) que el lunes 4 nos entregó su informe mensual sobre la inflación en marzo, con estos resultados: 1) en el mes 0,8% (por debajo del 1,5% y 1,4% correspondientes a enero y febrero) lo que implica una desaceleración del ritmo inflacionario, aunque hay muchos aumentos de precios en marzo, que continuarán deslizándose en abril; 2) en el año acumulado (primer trimestre del 2022) 3,7%; y 3) en doce meses o términos interanual 10,1% (cerramos el 2021 con un 6,8%, pasando a 7,9% en enero y 9,3% en febrero últimos). Ese 10,1% de inflación es el mejor indicador del camino difícil que hemos estado recorriendo con sudor y lágrimas en una economía inflada que se ha achicado. Miremos hacia atrás y comparemos qué lejos quedó nuestra característica estabilidad de precios: 4% en el 2012, 3,7% en el 2013, 4,2% en el 2014, 3,1% en el 2015, 3,9% en el 2016, 4,5% en el 2017, 3,2% en el 2018, 2,8% en el 2019, 2,2% en el 2020 y 6,8% en el 2021.

Si tomamos en consideración el alza de los precios en los principales componentes de la canasta familiar que estudia el BCP, tenemos estos comportamientos en términos interanuales de la inflación: General 10,1% (sin alimentos 7,6%, sin alimentos y combustibles 5%), alimentos 17,5% (sin frutas y verduras 13,4%), combustibles 39,6%, frutas y verduras 43,4%, cereales y derivados 10,5%, harina 19,6%, panificados 11,7%, lácteos 12,7%, aceites 26,1%, azúcar -0,2%. Solo en el mes de marzo del 2022 estos fueron los aumentos con respecto a febrero del 2022: Huevos 20,1%, combustibles 4,9%, vegetales en conserva 4%, frutas frescas 3,6%, equipos para cocinar 3,5%, harinas 3,2%, servicios de peluquería para caballeros 2,9%, carne de aves 2,9%, equipos para aclimatización 2,8%, productos panificados 2,3%, equipos de televisión 2,2%, aceites 2%, combustibles líquidos para el hogar 1,9%.

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Si bien la inflación general o global merece nuestra atención central, no hay que dejar de concentrarse también en el alza de precios en la canasta de alimentos: 17,5% de variación interanual parado en marzo del 2022, después del 15,7% y 14,1% en enero y febrero últimos. Hay que ir hasta mayo del 2011 para encontrar una inflación en alimentos superior: 19,2%. Desde julio del 2021, que el encarecimiento de los alimentos ha venido superando 10% (10,4%) después del 8,6% en junio. En marzo del 2021 en 4,3% subieron los precios de alimentos en el período de doce meses. Este es el salto muy preocupante: del 4,3% al 17,5% en el mayor costo de los alimentos.

Porque la variación de precios de los alimentos tiene mucho mayor impacto en los ingresos de la gente con menos dinero y recursos económicos. Gane dicha gente el salario mínimo o un poquito más o un poco menos, en la formalidad o en la informalidad. En economía se enseña y se aconseja vigilar lo que suceda con la canasta de alimentos de la gente porque ese empeoramiento en cuanto a precios, cantidad o calidad, precede al descontento social porque el dolor mayor de lo que está más caro se siente más en el estómago.

El comprar menos y más caro es combinación mortal. Lo anterior guarda relación con la realidad cruda de que nuestra economía está cayendo en picada este 2022, produciendo menos. Es lo que se conoce con el nombre de estanflación, o en su versión inglesa stagflation o estancamiento económico con inflación. Por ello desde un principio, y ya en diciembre del 2021, estuve a favor de un fondo de estabilización de precios de los combustibles, con base en un préstamo baratísimo que le sacábamos al MOPC (primero la gente después las obras o lo material, algo que no entiende Marito Corazón de Piedra y el Pastor devenido en constructor Wiens, y que son responsables del 50% de las víctimas mortales y no mortales del covid-19, al privilegiar asfalto en vez de oxígeno). Mi enemigo principal es la inflación que daña a la gente. Debo manejar los precios de los combustibles con una buena ayuda (subsidio), temporal y generalizado (inicial) subsidio, como me enseñaron en Alemania.

Contenerlos, suavizarlos o evitar que se disparen, extender el tiempo de los ajustes para una cancha más larga en la que jugar, y si considero conveniente incluso hacer bajar los precios. Pero nunca, nunca, nunca hablé y hablamos de privilegiar a Petropar y castigar al sector privado. Es inconstitucional y perjudica la competencia. Además, Petropar, en el mejor de los casos, llegaría forzadamente al 18% de participación del mercado. Los privados perderán y achicarán sus negocios de diversas formas, incluyendo el personal. No ganarán en el 2022 y por ende nada pagarán de impuestos a la renta empresarial en el 2023. La inflación se mantiene fuerte. La gente no mejora. Teníamos todo para un buen fondo de subsidio elogiado en el exterior. No calculamos a los parlamentarios y a los políticos. Viven felices en el reino del revez: dos más dos son tres. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD.

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