El arte de negociar con Trump
parte 2 (El sector privado)

POR: Verónica García de León
Fotos: Jesús Almazán

E

l trabajo de negociación para modernizar el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá no sólo fue del gobierno mexicano, el sector privado alimentó sus posturas en la mesa de negociación.

Mediante información, redes de contactos y un intenso cabildeo lograron que fueran los propios estadounidenses los que convencieran al presidente Donald Trump de que un acuerdo benéfico para México lo era también para EU. Posiciones en un principio radicales, como reglas de origen al 100%, aranceles para exportaciones mexicanas, u objetivos para reducir el déficit comercial de EU, se fueron disipando en el camino.

En una tercera pista trabajó la Secretaría de Relaciones Exteriores. “La relación bilateral (con EU) la llevaba el secretario Videgaray. Él tendía los puentes para mantener los equilibrios en Washington”, dice Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Ayudó su relación con Jared Kushner, yerno de Trump. El engranaje funcionó, la relación se salvó.

Había mucho que perder de no lograr terminar un acuerdo o si Trump decidía levantarse de la mesa de negociación . EU compra 80% de las exportaciones mexicanas y es responsable de 47% de la inversión extranjera directa que llega al país. Pero esas cifras ocultan una red cruzada de operaciones a ambos lados de la frontera desarrolladas en 25 años de tratado.

El proceso negociador se destrabó entre finales de julio y agosto. Los temas más espinosos se libraron en seis semanas, algunos, a favor de México, en otros, tuvo que ceder posiciones. “Cada uno de los (cuatro) objetivos plasmados en el documento que entregué al Senado se cumplió”, afirma Ildefonso Guajardo, secretario de Economía.

ORGANIZAR LA DEFENSA

Un viejo lobo de mar dio la pauta al sector privado mexicano. “Todos los sectores tienen que estar representados y defender lo suyo; todo se comenta, se consensa y juntos construyen las soluciones”, dice Juan Gallardo Thurlow, miembro del Consejo Mexicano de Negocios, quien participó desde el empresariado en las negociaciones de inicios de los años 90 previas al TLCAN en el llamado ‘cuarto de junto’.

Guajardo conocía ese proceso desde la negociación del TLCAN original, como director de la Oficina de Asuntos del TLC, de la embajada de México en Washington. Por ello, los 90 días que pasaron desde que Trump solicitó al Congreso el inicio de una negociación con México y Canadá, fueron oro molido. Guajardo y su equipo acomodaron sus fichas, revisaron con lupa los objetivos de la negociación que publicó la Oficina de la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR) y reactivaron el trabajo con el sector privado.

Lo pudieron hacer con cierta celeridad. El mecanismo de consulta, el ‘cuarto de junto’ que se creó en la primera negociación del TLCAN, se había reorganizado en 2012 para la negociación del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP). Al frente estuvo Moisés Kalach, director del Consejo Consultivo Estratégico de Negociaciones Internacionales del CCE.

Ante la victoria de Trump, la necesidad de reagruparse se volvió inminente. La Secretaría de Economía necesitaba un solo interlocutor que ordenara las necesidades de todos los sectores productivos. El sector privado sabía que tenía que mantenerse cohesionado y defender sus intereses.

Con su impulso, los empresarios reconstruyeron el mecanismo bajo una nueva estructura, el Consejo Consultivo Estratégico para Negociaciones Internacionales, en el que operan el Cuarto de Junto y el Cuarto de Inteligencia.

“Guajardo nos abrió la puerta y nosotros nos metimos completos”, comenta Kalach, quien diseñó y coordina ahora la nueva organización. No partía de cero. Tenía a los 30 expertos y representantes de las cámaras y asociaciones que acompañaron el TPP, y más. Para la negociación con Estados Unidos se convirtieron en 300 personas.

“En coordinación con los expertos de la Secretaría de Economía el resultado es un equipo mexicano sólido”, asegura Juan Pablo Castañón.

Además, se conformó un comité de personas con experiencia en la negociación anterior y asesores externos de México y Estados Unidos.

Una vez organizados, faltaba definir la estrategia de acción. Tardaron casi 30 días.

“QUITAMOS LA CLÁUSULA DE ESTACIONALIDAD. ERA UN RETO PERSONAL, EL CAMPO SALE CON CERO ARANCEL”.

MOISÉS KALACH

EL WAR ROOM EN WASHINGTON

En abril, un grupo de 12 empresarios mexicanos visitó al gobernador de Texas, republicano y con entrada directa a la Casa Blanca, para hablarle sobre los riesgos de cancelar el tratado de libre comercio. Gregory Abbott, preocupado, le preguntó a Kalach: “¿Si pierdo el NAFTA mis empresas texanas van a pagar un mayor impuesto que las europeas?”.

El gobernador republicano desconocía los beneficios del TLCAN para su estado, que exporta alrededor de 97,000 millones de dólares al año a México.

La estrategia del equipo mexicano fue llenar esos vacíos con información y utilizarla en el cabildeo con grupos claves. Crearon un cuarto de inteligencia que proveyera esos elementos de información. El objetivo era llegar al Congreso, la Casa Blanca, a líderes empresariales y gobiernos locales.

“Queremos que el sector privado mexicano le hable a sus socios, clientes, proveedores, al que le vende el maíz, al que le vende el algodón. Es un cabildeo en Estados Unidos por estadounidenses, no por nosotros”, comentaba a Expansión, hace un año, Jaime Zabludovsky, que forma parte del Cuarto de Inteligencia.

El consejo consultivo contrató un despacho en Washington, Akin Gump Strauss Hauer & Feld, que estuviera relacionado política y empresarialmente. De esta manera, reactivó sus redes de contactos con gobernadores, congresistas, cámaras empresariales, como la agrícola, el Farm Bureau, o la manufacturera, la National Association of Manufacturers, y del lado canadiense, la Canadian Council of the Americas.

“Nos comenzamos a reunir con Guajardo cada 15 días. Le presentamos el mapeo y las acciones que queríamos hacer. Y empezamos a ver la actuación política con los estados que tenían más relación de comercio con México”, cuenta Castañón. En total, el sector privado mexicano tuvo 300 reuniones con actores claves de EU y Canadá.

La presión tuvo resultados concretos, como el retiro de la cláusula de estacionalidad, propuesta estadounidense para que frutas y hortalizas mexicanas de temporada pagaran arancel. “Nos movimos a través de la coalición hortofrutícola y nuestras contrapartes en Estados Unidos. Se firmó una carta con más de 30 organizaciones pidiendo que no le dieran cabida y que la quitaran de la mesa”, explica Mario Andrade, vicepresidente del Consejo Nacional Agropecuario, parte del Cuarto de Junto.

Para el gobierno mexicano, el trabajo en conjunto del sector privado fue más allá que el consensar posturas para negociar con EU. “La coordinación con ellos es materia de dónde apretar los botones del sistema para que se refleje en la posición de Norteamérica”, dice Guajardo.

Los frutos empezaron a llegar. El 4 de abril, el gobernador Abbott envió una carta al jefe negociador estadounidense Robert Lighthizer defendiendo la necesidad de mantener el tratado.

Dainzú Patiño

LA MANZANA DE LA DISCORDIA

México evita el peor de los escenarios en el nuevo TLCAN, pero termina cediendo en puntos claves.

México y Estados Unidos finalmente zanjaron uno de los temas más polémicos durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): las reglas de origen para el sector automotriz.

En el último año, el equipo negociador de Estados Unidos presentó varias propuestas para endurecer la regla de origen automotriz. La posición original era que al menos la mitad de un automóvil tenía que ser hecha en ese país. “Por primera vez querían que un acuerdo regional tuviera una cláusula de contenido local. Eso estuvo sobre la mesa casi ocho meses”, dice Ildefonso Guajardo, secretario de Economía.

Al final, Estados Unidos consiguió elevar el porcentaje de contenido regional, de 62.5 a 75%, en los vehículos ensamblados en Norteamérica. El otro 25% puede ser de cualquier otra parte del mundo. A diferencia de la regla anterior, que no establecía restricciones adicionales, la nueva estipula que, de este 75%, el 40% deben ser componentes producidos en zonas de altos salarios, es decir, que paguen al menos 16 dólares por hora.

Estados Unidos y Canadá cumplen con este requisito, pero México no. Algunas plantas, como la de KIA en Pesquería, Nuevo León, ya analizan cómo estos cambios pueden impactar la operación.

Este complejo se abastece tanto de las 14 plantas de proveedores que llegaron a México con la armadora y que también son filiales del Grupo Hyundai –por ejemplo, de la planta de WIA salen los motores–, como de 500 proveedores externos. Éste es el caso es la siderúrgica Ternium, que suministra 20% del acero que consume la planta de KIA; mientras que la mexicana Vitro provee parte de los parabrisas y cristales para los vehículos.

“Vamos a acoplarnos a las nuevas condiciones. Pero vamos a esperar a que la casa matriz nos diga claramente dónde estamos y hacia dónde debemos ir”, dice Horacio Chávez, director general de KIA Motors México.

Ivet Rodríguez

"LA ESTRATEGIA FUNCIONA"

E

l cabildeo con actores claves en Estados Unidos fue la principal herramienta del sector privado durante el proceso.

Había meses en que la amenaza de Donald Trump de salirse del tratado era cada tercer día a través de su cuenta de Twitter. Un día en especial, el 26 de abril, parecía que realmente lo haría, pues estaba listo para enviar una notificación por escrito a sus socios de México y Canadá, como lo marca el artículo 2205 del tratado.

Moisés Kalach: Ése fue un momento especialmente difícil, fue el sector empresarial el que supo que iba a suceder eso (la notificación de Trump).

Ése fue el día en el que demostramos que nuestra estrategia funcionaba. Recuerdo haberla hecho en una servilleta e irnos a Washington. Nuestra estrategia no estaba a prueba de balas.

E: ¿En qué consistió?
MK: Movimos nuestras relaciones en Estados Unidos con empresarios, congresistas, gobierno mexicano. En dos horas quedó desactivado. Pero ahí vimos que el presidente Trump podría salirse del TLCAN.

E: ¿Desde el principio el cabildeo fue su estrategia?
MK: Una de las grandes preguntas, al principio, es que no sabíamos bien cuál era nuestra estrategia. Después nos dimos cuenta de que nos faltaba información y creamos el Cuarto de Inteligencia, que nos da elementos y la información.

El pasar de los días

Más de una decena de acontecimientos marcaron la trayectoria para llegar a un acuerdo, de inicio, entre México y EU.

SIN MIEL

Hay condiciones acordadas, y que no son del todo aceptadas por el sector privado.

De minimis. A partir de que entren en vigor las nuevas disposiciones del acuerdo, los envíos de paquetes con mercancías por un valor de hasta 100 dólares (de minimis) entre los países socios no pagarán impuestos en aduanas. Actualmente, el límite es de 50 dólares. EU pedía 800.

“Es un tema muy preocupante, en 100 dólares caben distintas piezas de vestir. No es un límite para compras por internet, es para todo tipo de compras que se envíen por paquetería, no está limitado, una persona podría pedir 100 paquetes de 100 dólares, y también podría traer insumos de distintas industrias”, cuenta José Cohen Sitton, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil. La disposición prende focos rojos para la cadena de la industria de la moda, desde quienes fabrican insumos y telas hasta los que confeccionan y tienen tiendas (retailers), porque todo sector establecido legalmente en el país debe cumplir con regulaciones y pago de impuestos.

“Es una disposición que va a generar distorsión en todos los sentidos”, agrega Cohen Sitton.

Laboral.De acuerdo con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), el capítulo de Trabajo incluye un anexo en el que México se compromete a adoptar medidas legislativas para prever el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva de los trabajadores.

También está el compromiso de que los integrantes del acuerdo adopten y mantengan los derechos laborales reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo. La disposición es un riesgo para el comercio desde el punto de vista empresarial, cuenta Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Al poner este acuerdo en el texto del tratado, se ponen elementos para una prohición o veto para algunas industrias mexicanas, pues para cumplir con estas disposiciones, se necesita una reforma secundaria para implementar la reforma laboral constitucional (pendiente de aprobarse en Congreso). Al no aplicar estas cuestiones, se da pauta a EU para que en determinado momento detenga las exportaciones.

Dainzú Patiño