¿Qué es la morofilia literaria? El ejemplo del Abencerraje

La morofilia es una temática muy usual durante el Renacimiento y hasta el siglo XVII (aunque se puede observar con anterioridad en distintos romances). Consiste en la visión amistosa e, incluso, de admiración hacia la comunidad mora que se daba en la literatura (muy distinta era la realidad social de aquella época) y por ello que terminológicamente se llame morofilia literaria. Este punto de vista o inspiración lleva a considerar a los moros —y, particularmente, a los moros de Granada— como si fueran “caballeros cristianos”. Por tanto, estos personajes tienen las virtudes y características propias de caballeros como el Cid u otros reyes, como son la nobleza, la lealtad, la valentía, la humildad, la justicia, la generosidad o la templanza entre otros.

Además, hay una asimilación del mundo moro al mundo cristiano a través de costumbres y tradiciones que se usaba comúnmente para dar un tono exótico a romances y novelas —en el sentido de la “novella” italiana— y que después será usado también en las novelas de caballerías y pastoriles. Es un fenómeno puramente literario pues se basa en el principio de ficcionalización, creando una fantasía que no se da en la sociedad medieval real debido a que funciona como una antítesis u oposición ideológica a la política de los reyes y mucho más cercana al humanismo del Renacimiento.

Por su parte, El Abencerraje y la hermosa Jarifa es una novela morisca (por el lugar, el punto de vista y los personajes que lo componen) del siglo XVI de la cual se conocen distintas versiones (la versión de Antonio de Villegas, la versión de la Corónica, la versión de la Diana y la versión manuscrita de la Biblioteca Nacional). Es por esto por lo que se plantea como una obra ejemplificadora de la morofilia literaria. 

El Abencerraje es un moro de la familia de los Abencerrajes, una prestigiosa familia de caballeros de Granada en el siglo XV, el único superviviente de la familia tras una tragedia que se convirtió en leyenda. Los reyes de Granada, envidiosos por el poder y la fama de esta familia, les preparan una trampa y los mata a todos. Sin embargo, uno de ellos sobrevivirá, Abindarraes, el protagonista del Abencerraje.

Esta obra fue escrita 60 años después de la toma de Granada por lo que el autor no conoció realmente el suceso y lo recreó y ficcionalizó como a su gusto. Así, según la leyenda Muley Hacén y su hermano, apodado el Zagal, mandaron llamar a sus rivales —los Abencerrajes— al patio de los leones en la Alhambra para matarlos allí y terminar con las intrigas políticas. Lo fantasioso aparece cuando se describe cómo el agua de los leones manaba como sangre, cuyas manchas no se lograban borrar, explicando así la razón por la que desde entonces se llama a ese habitáculo el Salón de los Abencerrajes.

Esta historia es el inicio de la novela histórica de Ginés Pérez de Hita Historia de los bandos de los zegríes y abencerrajes, caballeros moros de Granada, de las civiles guerras que hubo en ella… hasta que el rey don Fernando el quinto la ganó (Zaragoza, 1595 —posterior a nuestra obra—) y esta, a su vez, es el origen del romance morisco que revitalizó el Romancero viejo en el siglo XVII. Sin embargo, aparecerán en más obras como el romance de Luis de Góngora (1561-1627) “En la fuerza de Almería/ se disimulaba Hacén”; comedias de Lope de Vega (1562-1635) como El remedio en la desdicha, El gallardo Jacimín e hidalgo Abencerraje, Prisión de los Bencerrajes o Envidia de la nobleza. No obstante, no ha pervivido solo a través de la literatura sino que también existen dos pinturas inspiradas en la masacre: La matanza de los Abencerrajes (hacia 1870) de Mariano Fortuny y Le massacre des Abencérages de Georges Clairin (1874).

Como ya he comentado con anterioridad existen cuatro versiones de esta historia: la versión del Inventario de Antonio de Villegas, donde se reproduce el texto junto con otros trozos del libro; la versión de la Corónica; la versión de la Diana; y la versión manuscrita de la Biblioteca Nacional de Madrid. El Inventario es la más completa y equilibrada; la de Medinaceli es incompleta; la de la Diana contiene añadidos; y el de la Biblioteca Nacional es simplista en su concepción de anécdota. Sin embargo, resaltamos la Diana por ser la más conocida. 

Esta versión de Montemayor ha sido más transformada debido a la temática pastoril de la obra. La historia de Abindarráez y Jarifa está inserta dentro de la trama principal —como también hizo Cervantes en el Quijote con la novela del cautivo— y para que tenga sentido agregarla, el autor debe distorsionarla un poco para que los caracteres de los personajes cuadren con lo pastoril.

En general, la historia de El Abencerraje y la hermosa Jarifa cuenta la historia de amor entre Abindarráez (que, como ya hemos visto, es el último de los Abencerrajes). Nuestro protagonista está de viaje para llegar junto a enamorada, Jarifa, cuando se encuentra con el cristiano don Rodrigo de Narváez y se enfrentan. Es el cristiano quien gana, puesto que  Abindarráez se había enfrentado anteriormente con los escuderos del alcalde y cargaba con mucho cansancio, así que es hecho prisionero. En esta tesitura, el moro le cuenta a su carcelero quién es y cuál es su historia.

Nuestro cristiano, movido por la historia se apiada del caballero de Granada y le da la oportunidad de casarse con su amada pero solo si promete volver a los tres días. Cuando Abindarráez acepta el trato se dirige rápidamente a  Coín y ese mismo día se casa con la bella Jarifa. Al día siguiente, le cuenta a su ahora esposa que debe volver y ella intenta convencerlo de lo contrario pero él, como buen caballero, debe cumplir su palabra. Jarifa lo acompaña. 

En el camino a Álora se encuentran con un hombre que les cuenta un hecho del pasado del alcalde don Rodrigo de Narváez. Él estaba enamorado de una dama que estaba casada y cuando ella finalmente cae a sus pies, él la rechaza puesto que descubre que el enamoramiento se basa en los elogios de su marido y no quiere deshonrar a un caballero con cumplir sus propios deseos. Cuando al fin llegan con don Rodrigo, el cristiano demuestra una vez más su bondad al interceder con el rey de Granada para que el padre de Jarifa los perdone y, además, libera a Abindarráez para que ambos puedan irse y vivir felices. 

De este modo, observamos que esta historia se encuentra entre lo sentimental y lo caballeresco,  resaltando la importancia de la amistad y la lealtad por parte de los dos caballeros: Abindarráez cumple su palabra y regresa para ser encarcelado y don Rodrigo no falta a la suya y libera a los enamorados, obteniendo así un desenlace feliz. Este alcalde aparece como un protector de moros pero solo porque ellos han demostrado ser merecedores. 

Algunos de los ejemplos de morofilia más característicos resaltamos los suspiros mediante los cuales don Rodrigo conoce las desventuras del moro y es que estos  eran algo típico de la condición de caballeros y las distintas referencias a costumbres o tradiciones moras (“Ellos inventavan las galas y las devisas y trages, las discretas bordaduras y las nuevas invenciones; concertavan las músicas, assonavan las dulces canciones, componían los dulces romances”. Corónica), mostrándolas exóticas y lujosas. También lo observamos al “platonizar” la relación entre Abindarráez y su amada Jarifa pues su relación consigue la dimensión del caballero andante y su dama, tanto que el propio Don Quijote comparará su amor por Dulcinea con la de estos jóvenes nazaríes. 

En conclusión, El Abencerraje, como novela del Renacimiento y, además, ligada fuertemente a otras ficciones como la novela caballeresca y la novela pastoril, sumerge al lector en un ambiente de gran riqueza y exotismo (como se pensaba que era el reino de Granada en aquel tiempo). Los personajes son ejemplo de grandes virtudes, asemejando al caballero cristiano (Narváez) y al caballero moro al final de la obra (cuando comenzaron como amo y prisionero) y, consiguiendo así, una gran ejemplificación de la morofilia y de cómo era utilizada en las obras literarias. Porque el Renacimiento tenía como filosofía el humanismo, muy diferente a la política establecida por el rey en ese momento. Y es que, ¿qué hay mejor que la literatura para cuestionar el régimen y explorar otras realidades? Pese a esto, la oposición de las ideas en favor de los moros no iban más allá de las hojas y los manuscritos debido a que se basaba en la idealización de personas y lugares de leyenda que ya solo eran recordadas a través de ficciones, sin cambiar la situación social real de su época. 

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