Apalear muñecos

Barcelona

Íbamos hoy a desearnos paz, concordia y felicidad para el año nuevo. Como corresponde a las fechas. Como es tradicional y simpático. Como ocurre en todas las familias, pequeñas o grandes, tradicionales o heterodoxas. Íbamos a hacer eso, y eso es lo que iba a decirles: buen año, este nuevo año. Vivan y dejen vivir. Sean ustedes mismos y mismas, y alejen fantasmas, tristezas y malos humores.

Pero hete aquí que hay algunos alucinados que son incapaces de cualquier gesto normal. Que hasta la entrañable, divertida y animada fiesta de Nochevieja tratan de convertirla en un festival de odio. Unas docenas de gentes así colgaron un muñeco en la madrileña calle de Ferraz, frente a la sede central del PSOE, y lo apalearon. Será que si dan palos, cuelgan y queman no tienen otros argumentos mejores para abrirse camino, pobrecillos.

Y mientras, Alberto Feijóo proclamaba que se comprometía a “defender la democracia” y a “construir un país en el que volvamos a caber todos”. Quien le escribe los tuits o los discursos parece una pandereta desafinada. ¿Se refiere a que quepan todos pero con la cabeza boca abajo? ¿O con la efigie apaleada? Si el jefe de la oposición es incapaz de condenar concretamente la violencia real y simbólica de sus socios, seguidores y amigos, y decir que eso no es “defender la democracia” es que empieza mal el año. Como lo acabó. No es seguro que dios le perdone. Ustedes, a lo suyo, sean felices, vivan y dejen vivir.