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afanoso

 

Hace poco, mientras tomaba una cerveza -Cristal para ser preciso, aunque prefiero Cusqueña-, me percaté de una sutil promoción que considero no hace otra cosa más que remarcar el erróneo estereotipo sobre este personaje en particular. Y es que muy independiente de si uno cuenta o no con la oportunidad de usar alguna prenda original, he sido siempre de la idea –si la economía o la oportunidad lo permite- de vestir la indumentaria oficial del equipo de mi agrado. Y aunque uno no espera ver al niño que vive en zonas marginales que gusta emular a Cristiano Ronaldo con una camiseta nike del Manchester United, tampoco sería algo inusual si tiene algún familiar en el extranjero. Sin embargo, por el solo hecho de no parecer un afanoso, dicho niño tendrá que privarse de usarla para jugar la pichanga diaria porque la segura mofa lo abrumará y probablemente acabe como la camisa tonera del fin de semana, la misma que terminará quemada por algún cigarro malicioso; roída por las polillas, si prefiere guardarla en el cajón de la ropa o enganchada en alguna reja -para su mala suerte- el único día que por esas casualidades del destino decida usarla.

 

Lo cual trae a colación la bendita tara que a veces a uno le imponen de pequeño, que no puedes usar tus zapatillas nuevas porque se rompen, que no te pongas la camiseta que tu tío te mandó de España porque se ensucia, que no juegues con tu pelota nueva en la calle porque se puede reventar, cuando la realidad es todo lo opuesto, jugar para caerse, aderezar con vidrios los tallarines verdes del vecino porque acabas de hacerle añicos -por enésima vez- su ventana, ensuciar tu camiseta favorita, reventar tu pelota el primer día o que no te la devuelvan una vez caída en la casa de al lado.

 

Personalmente juego con camisetas originales, aquellas que permiten expulsar el sudor y te mantienen siempre fresco, y no porque me considere un afanoso sino porque puedo, porque seguramente si no tuviese la oportunidad vestiría como cualquier mortal, claro que sin desear emular al hediondo de mi vecino que viste siempre el mismo polo como si fuera un amuleto. Y es que, como lo señala la RAE, afanoso es aquel que pone mucho afán y empeño en lo que hace, más nada. Quien busque llamar la atención no es más que un personaje carente del más mínimo sentido de ubicación, y para ello no basta usar una prenda oficial. 

 

 

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