Birding Iberia

El abejaruco europeo (Merops apiaster) es una de las especies más esperadas en primavera por los pajareros de la Península Ibérica, todos ellos están muy familiarizados con su reclamo que es uno de los heraldos de la llegada de la primavera. La primera vez que lo escuchamos en la temporada lo comentamos rápidamente con nuestros compañeros pajareros. El abejaruco es una de las aves más llamativas que podemos observar por nuestras tierras, no es de extrañar que para  los pajareros del norte de Europa que nos visitan sea una de las especies más buscadas.

Este año he visitado varias colonias localizadas en el norte de Madrid y he pasado buenos momentos observando las idas y venidas de estas aves que durante la época de cría están muy activas cazando para cebar a su prole. La observación durante varias jornadas de estas colonias de abejarucos me ha permitido comprobar la extensa variedad de presas. Haciendo honor a su nombre los abejarucos comen abejas, pero incluyen entre sus presas otras muchas especies de de insectos voladores como libélulas o mariposas.

Cuando los abejarucos capturan una abeja se posan en una percha para eliminar el veneno de su presa. Y lo hacen de una forma eficiente. El abejarujo golpea la cabeza del insecto a un lado de la rama, y entonces frota su abdomen al otro lado. Esta operación hace que la abeja aturdida y, en algunos casos sin cabeza, libere sus toxinas.

Durante estas jornadas de campo en las que he podido observar detalles del comportamiento social y de la dieta de los abejarucos, tenía como objetivo fotografiar en movimiento a estas bonitas aves mediante la técnica del digiscoping utilizando una cámara compacta. Una parte del resultado de estas sesiones es la serie de fotos que se muestran en esta entrada. No resulta fácil hacer fotos en movimiento con esta técnica, hay que apurar mucho las capacidades de la cámara compacta para lograr una fotografía aceptable.

Al final del verano los masivos bandos de abejarucos procedentes de España, Francia y norte de Italia cruzan el estrecho de Gibraltar en camino hacia sus cuarteles de invierno en el oeste de África. Es un viaje que no entraña pocos riesgos, entre ellos, tienen que eludir a los elegantes halcones de Eleonora que en esta época cazan pequeñas paseriformes en paso para alimentar a sus pollos. Se estima que al menos un 30% de las aves caerán en garras de predadores u otros factores antes de que regresen a Europa la primavera siguiente.

Una vez que las aves llegan a África los machos se mantienen con su clan mientras que las hembras se mueven hacia otros grupos. Cuando los machos vuelven a los territorios que los vieron nacer lo hacen con nuevas parejas. Normalmente hacen los nidos en cortados de arena o en el suelo de las riberas de los ríos, donde excavan una galería de más de un metro de largo. No les gusta reutilizar antiguos nidos, por lo que desecharán los nidos de temporadas anteriores y excavarán uno nuevo. La construcción del nido los puede llevar hasta 20 días a lo largo de los cuales habrán llegado a mover entre 6 y 11 kilogramos lo que supone toda una gesta para un ave que pesa en torno a 55 gramos – más de 80 veces su peso-. Si hacemos la equivalencia con una persona que pesara 80 kilogramos ésta tendría que mover entre 8.700 y 16.000 kilogramos.

La temporada de nidificación es tiempo para alianzas e intrigas familiares. Los abejarucos cooperan en la cría. En cualquier colonia hay numerosos ayudantes, hijos o tíos que ayudan a alimentar a los pollos de sus padres o hermanos. Los ayudantes también se benefician ya que los padres con ayudantes pueden proporcionar más comida a los pollos para continuar el linaje de la familia. Y para reclutar ayudantes utilizan diferentes estrategias. Después de excavar el nido, un macho de abejaruco encuentra pareja impresionando a la hembra ofreciéndola una suculenta abeja o libélula. Se ha observado que el padre se mete en los asuntos de su hijo, pidiendo la presa utilizada como ofrenda para el cortejo, o entrometiéndose entre la pareja. Si eso no funcionaba, el padre podría bloquear la entrada del nido de su hijo, impidiendo a la hembra acceder a él para hacer la puesta. Después de un tiempo algunos hijos ceden a la presión, abandonando su reproducción para llegar a ser ayudantes en los nidos de sus padres.

Es más probable que los abejarucos encuentren ayudantes entre los machos cuyos nidos se han perdido por causas naturales. Las triquiñuelas y los robos son comunes, casi cualquier cosa que puedas pensar sucede en estas colonias. Si una hembra abandona su nido para alimentarse, otra hembra se puede colar en el nido para poner sus huevos. De igual forma, si un macho deja el nido sin vigilancia, otros machos pueden valorar la oportunidad de copular con su pareja. Otros abejarucos se dedican al robo, acosando a sus vecinos que vuelven con comida hasta que dejan caer el insecto y el ladrón puede escapar con el botín. Fuente: National Geographic.

Ya me comentaba hace un tiempo un compañero que el publicar un blog obligaba en cierta medida a recopilar información sobre el ave lo que se convertía en un proceso de aprendizaje. Tengo que darle la razón, cuanto más crees que sabes de aves te das cuenta que te queda mucho por aprender, cada especie es sorprendente. Para terminar os dejo un vídeo corto de abejarucos que he hecho este verano, espero que os guste a los que todavía no lo hayáis visto.

Un saludo y feliz pajareo

Miguel Ángel Serrano Rubio