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La degradación de los espacios verdes refleja la degradación de la sociedad (Sonia Berjman)
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Tema 9. Geobotánica \ 9.7. Bosques de España \ 9.7.2. Bosques mediterráneos

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Alcornocales (Quercus suber):


El alcornoque (Quercus suber) es un taxón más antiguo que la encina, y evolutivamente más estable. Su nombre deriva del artículo árabe al y del latín quercu, que significa roble. La palabra suber, indica el nombre que le daban los romanos (Blanco et al, 1997).

Los alcornoques son una especie con un área de distribución grande que abarca casi todo el Mediterráneo occidental. Presentan una fisiología y una fisionomía similar a las encinas, ambas especies son esclerófilas y están adaptadas a las particularidades climáticas de la zona mediterránea (excesiva luminosidad, el periodo de sequía coinciden con las altas temperaturas veraniegas, hay frío invernal, heladas tardías...), aunque el alcornoque, a diferencia de la encina, es más termófilo (prefiere una temperatura anual superior a los 14 o 15ºC y no surge en áreas con temperaturas muy contrastadas o excesivamente frías).

Aparecen entre los 0 y los 800 metros de altitud (raramente suben al piso supramediterráneo), en áreas húmedas con unos 600 o 1.000 mm. de precipitación anual y con una humedad relativa elevada, de un 65 u 80% (Ferreras et al, 1987; Rubio, 1989; Blanco et al, 1997). A nivel edáfico, el alcornoque es un árbol muy silicícola y calcífugo (huye de áreas calcáreas), prefiere lugares con sustratos básicos y con una textura arenosa o suelta (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997). Sólo aparece sobre sustratos calizos en áreas muy lluviosas en donde en el suelo haya procesos de descarbonatización (Ferreras, 1987).

Alcornoque singular

Alcornoques singulares
Alcornoques singulares del parque natural de Grazalema (Cádiz, España).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Morfológicamente, los alcornoques se caracterizan por su copa grande, amplia y de color verde claro, muy brillante, y por su peculiar tronco, grueso, suberoso, y de color claro, blanco o grisáceo, o naranja, si ya ha sido descorchado (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997). Su madera es dura y pesada, y resiste muy bien la pudrición, por ello fue empleada para la construcción de barcos, herramientas, toneles... (Ortuño y Ceballos, 1977; Rubio, 1989). Las hojas del alcornoque tienen forma abarquillada y unos nervios secundarios muy característicos, paralelos y rectilíneos, que van desde del nervio central de la hoja hasta los dientecillos del borde. Las bellotas miden de 2 a 3 cm. de longitud y se suelen usar como alimento para el ganado (wikipedia, 2016). Por último, destacan las raíces, que son muy potentes, profundas, poseen un gran desarrollo horizontal, y además, son capaces de generar renuevos (Rubio, 1989).

Tronco de alcornoque
Tronco de alcornoque. Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Para poder identificar a los alcornoques, y diferenciarlos del resto de robles de España, se recomienda usar esta pequeña guía de robles de la península Ibérica.

En la naturaleza, cuando las condiciones climáticas, geográficas y antrópicas son óptimas para los alcornoques, éstos pueden llegar a formar bosques puros bastante densos y homogéneos, y muy ricos en especies. En cambio, cuando los alcornocales son manipulados por el ser humano (para la explotación del corcho y de la bellota), suelen ser mucho más pobres y suelen estar dominados por especies heliófilas. Por otro lado, cuando las condiciones son menos idóneas para la especie, los alcornoques también pueden aparecer de manera aislada, en bosques mixtos con encinas (en el oeste y sobretodo en el sur de la península Ibérica), y menos frecuentemente, con quejigos, robles andaluces, robles pubescentes y con coscojas (en casi toda la península).

Alcornoques
Alcornoques en el en el P.N. de los Alcornocales (Cádiz, España).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Debido a las características ecológicas de los alcornoques en las que se incluyen su carácter calcífugo, sus exigencias en precipitaciones, su termofilia y su lucha con la encina, su área de distribución dentro de la península es limitada. No aparece en el norte, ni en lugares calizos, ni en sitios secos y/o continentales, ni en sierras con climas fríos, pero en los sitios en donde se reúnen sus condiciones climatológicas y edáficas, el alcornoque se impone a la encina y llega a formar grandes bosques (Ferreras, 1987).

Las grandes áreas geográficas en donde aparecen las características óptimas para el desarrollo de los alcornocales permiten clasificar y delimitar los principales tipos de alcornocales. Según Casildo Ferreras (1987) y Blanco et al (1997) los alcornocales peninsulares se pueden dividir en los siguientes tipos:

Alcornocales luso-extremeños: se sitúan en gran parte del sector suroccidental de la península Ibérica. Aparecen en los Montes de Toledo y en sierra Madrona (Ciudad Real), en la parte occidental de Extremadura, concretamente, en Jerez de los Caballeros (Badajoz) en donde se encuentra el mayor alcornocal de España, en Monfragüe (Cáceres) y en la sierra de San Pedro (entre Cáceres y Badajoz), en sierra Morena (en el noroeste de Andalucía)... (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997). También hay alcornocales, aunque la mayoría de ellos adehesados, en casi todo el sur de Portugal (sobretodo en la región del Alentejo), de hecho, Portugal es el país con mayor producción de corcho del mundo (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

Toda esta zona, es el principal área del alcornocal en la península Ibérica, en su conjunto, se encuentran el 90% de los alcornocales peninsulares (Ferreras, 1987). Es un área muy extensa, que abarca muchos lugares, pero en todos ellos se encuentra un clima con precipitaciones moderadas y temperaturas suaves. A pesar de estar dentro del bioma mediterráneo, estas áreas son relativamente húmedas debido a la influencia del océano Atlántico (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

La mayoría de estos bosques (tanto portugueses como españoles) están adehesados y normalmente sólo se encuentran buenos alcornocales en las áreas mas aisladas (Ferreras, 1987). En general, tienden a situarse en los fondos de los valles y en laderas umbrosas de sierras con suelos ácidos (granitos, gneis, pizarras y esquistos) en donde puedan captar la humedad del océano (Blanco et al, 1997).

Los alcornocales mejor conservados tienden a estar acompañados por un variado grupo de plantas leñosas y herbáceas. El estrato arbóreo de estos bosques puede estar dominado por el alcornoque, aunque también es frecuente en esta zona, que aparezcan formaciones mixtas de alcornoques con encinas (Quercus ilex) o con quejigos lusitanos (Quercus faginea subsp. broteroi). En el estrato arbustivo, suele haber una gran variedad de especies, muchas de ellas, también aparecen en los encinares. Los árboles pequeños y los arbustos más típicos de estos bosques son: madroño (Arbutus unedo), piruétano (Pyrus bourgaeana), durillo (Viburnum tinus), labiérnago u olivilla (Phillyrea angustifolia), labiérnago negro o agracejo (Phillyrea latifolia), brezo blanco (Erica arborea), brusco o rusco (Ruscus aculeatus), lentisco (Pistacia lentiscus), mirto (Myrtus communis), escorodonia (Teucrium scorodonia), escoba o retama blanca (Cytisus multiflorus), aulaga (Genista hirsuta), Adenocarpus telonensis... El estrato herbáceo suele ser pobre (si el bosque esta bien desarrollado), aún así son comunes los helechos como el helecho común (Pteridium aquilinum), además de garbancillo (Astragalus lusitanicus), peonía (Paeonia broteri), Sanguisorba hybrida... Por último, destaca el estrato de las lianas y las plantas trepadoras, en el que las especies más frecuentes son la zarzaparrilla (Smilax aspera) y la madreselva de los bosques (Lonicera periclymenum) (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

Cuando estos alcornocales comienzan a degradarse, los bosques ricos en especies se transforman en matorrales con madroños (Arbutus unedo), brezos blancos (Erica arborea), olivillas (Phillyrea angustifolia), cornicabras (Pistacia terebinthus)... Si la degradación continúa, aparecen jarales y brezales (Ferreras, 1987).

Alcornocales béticos (según Ferreras, 1987) o alcornocales húmedos gaditanos y malagueños (Blanco et al, 1997): se sitúan en las cordilleras Béticas, sobretodo en el extremo occidental, que es la parte más húmeda. Dentro de este área, los alcornoques tienden a ocupar lugares con sustratos no calizos (principalmente areniscas), con suelos profundos y permeables, con precipitaciones moderadas o altas, y con una buena humedad ambiental y edáfica (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

En estas áreas las precipitaciones van desde los 600 o 700 mm. a los más de 1.000 mm. anuales, a pesar de estar en el clima mediterráneo, en donde sigue habiendo sequía en verano. El invierno en estos sitios es suave, y los veranos son largos y calurosos (Ferreras, 1987).

En los alcornocales béticos, sobretodo en los bosques gaditanos, los alcornoques tienden a mezclarse con otras especies arbóreas como el guejigo andaluz (Quercus canariensis) o el madroño (Arbutus unedo), que en estos bosques tiende a adquirir un porte arbóreo, además de con el roble melojo (Quercus pyrenaica) y/o la coscoja (Quercus coccifera) (Ferreras, 1987, Blanco et al, 1997).

El sotobosque de estos alcornocales es muy rico y variado en especies, existen muchas ericáceas, cistáceas y leguminosas arbustivas como Teline linifolia, escobón negro (Cytisus villosus), rascavieja (Adenocarpus telonensis), erguén (Calicotome villosa), aulaga (Genista tridens)... (Blanco et al, 1997). En el estrato herbáceo aparecen muchas especies, algunas de ellas son atlánticas, y son muy exigentes en precipitaciones como la brecina (Calluna vulgaris), la carquesas (Chamaespartium sagittale y C. tridentatum), la carrasquilla azul (Lithodora diffusa), la Polygala microphylla, carroncha o argaña (Erica ciliaris), Erica erigena... (Blanco et al, 1997). El estrato de la lianas también es muy rico, en él se pueden ver muchas especies de madreselva mediterránea (como Lonicera implexa, L. etrusca, L. periclymenum subsp hispanica), zarzaparrillas (Smilax aspera), hiedras (Hedera helix), o las bonitas enredaderas andaluzas (Clematis cirrhosa) con sus grandes flores rosas de invierno (Blanco et al, 1997). Además, la humedad ambiental que hay en estos bosques favorece la presencia de un variado grupo de plantas epífitas como el musgo Leucodon sciuroides, el curioso ombligo de Venus (Umbilicus rupestris), la ruscácea Ruscus hypophyllum o los helechos Polypodium cambricum y Davallia canariensis (Blanco et al, 1997).

En muchas de estas áreas, los alcornocales se han usado tradicionalmente para la obtención del corcho, el carboneo y el cultivo de la bellota, por lo que se ha modificado en gran medida la estructura del bosque original (Ferreras, 1987). En otras áreas, los alcornocales han sido transformados en pastos o han sido urbanizados, pero aún así, todavía se encuentran bosques exuberantes de alcornoques (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997). Los mejores alcornocales andaluces pueden encontrarse en las sierras de Huelva y Sevilla; en el parque natural de Los Alcornocales, en los municipios de Jimena de la Frontera y Alcalá de los Gazules (Cádiz); en la sierra de las Nieves (Málaga); en la sierra Bermeja, en Estepona (Málaga) y en la sierra de Monchique (en el Algarve occidental, en Portugal) (Ferreras, 1987; Rubio, 1989; Blanco et al, 1997). También aparecen alcornocales, aunque más aislados y pequeños, en el este de Andalucía, en Despeñaperros (Jaén), en la Alpujarra (sobretodo en los municipios de Lújar y Polopos, Granada) y en la sierra de la Contraviesa, alrededor del Puerto de Haza del Lino (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

Mirador del corcho
Alcornoques en el mirador del corcho, en el parque natural de Grazalema (Cádiz, España). Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Alcornoques

Alcornoques
Alcornoques en el Picacho, en el P.N. de los Alcornocales (Alcalá de Los Gazules y Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía). Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Alcornocales catalanes: ocupan unas 60.000 ha., una vigésima parte del total peninsular (Blanco et al, 1997). Surgen en dos masas principales, la más grande se sitúa en el sector noreste de la cordillera Catalana, desde la comarca del Maresme (Barcelona) hasta la comarcas de la Selva y el Baix Empordá (Girona). La segunda masa de alcornocales, más pequeña, se extiende por la vertiente meridional en el área más al este del Pirineo, en los montes Alberes, dentro de las comarcas de Vallespir y el Alt Empordá (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).

En estas áreas el clima es mediterráneo, pero debido a la influencia de las borrascas del golfo de León, la humedad ambiental es relativamente alta y el verano, aunque seco, es bastante corto y puede haber una gran vegetación (Blanco et al, 1997).

Por debajo de los 600 o 700 metros, el alcornoque (o surera en catalán) encuentra condiciones óptimas en el sustrato y consigue desplazar a la alzina (Quercus ilex subsp. ilex). En el resto de la península, la subespecie carrasca de la encina (Quercus ilex subsp. rotundifolia) suele dominar sobre el alcornoque, y los dos árboles se suelen repartir el territorio en función de las precipitaciones. En cambio, en el área catalana, el alcornoque (Quercus suber) compite con la alzina (Quercus ilex subsp. rotundifolia), y puesto que los dos árboles requieren valores de humedad muy similares, es la naturaleza del suelo la que determina la distribución de ambas especies. Por ello, sobre suelos básicos (normalmente calizos) suelen desarrollarse los encinares, y sobre los suelos ácidos (de granitos o esquistos) suelen imponerse los alcornocales, aunque a partir de los 700 metros, el encinar montano vuelve a dominar el territorio al ser una especie menos termófila que el alcornoque (Ferreras, 1987).

En los alcornocales catalanes, curiosamente, las especies que forman el sotobosque suelen ser prácticamente las mismas que aparecen en los alzinares litorales, y la estructura general de los dos tipos de bosque también es similar. Aun así, existen diferencias entre estas dos formaciones, la espesura del alcornocal generalmente es menor que la del encinar debido a la pobreza del suelo y a la acción del ser humano, y las etapas de sustitución de ambos bosques son muy diferentes (Ferreras, 1987).

En bosques bien conservados de alcornoques catalanes se pueden observar un variado grupo de plantas. En el estrato arbóreo junto con el propio alcornoque aparece una serie de pequeños arbolillos como el madroño (Arbutus unedo), el durillo (Viburnum tinus), y el brezo arbóreo (Erica arborea). En el estrato arbustivo también suele haber un nutrido grupo de especies entre la que se encuentran: berozo (Erica scoparia), olivilla (Phillyrea angustifolia), rusco (Ruscus aculeatus), y muchas genistas (Cytisus villosusGenista monspessulanaGenista linifolia...). En el estrato herbáceo destacan Brachypodium sylvaticumCarex olbiensis... y helechos como el adianto negro (Asplenium onopteris), el culantrillo negro (Asplenium adiantum-nigrum) y el helecho real (Osmunda regalis). Por último, debido a la humedad ambiental también suele haber varios tipos de lianas y trepadoras como madreselvas (Lonicera implexa), zarzaparrillas (Smilax aspera), rubias (Rubia peregrina), hiedras (Hedera helix), Clematis flammula... (Blanco et al, 1997).

A pesar de todo, el ser humano ha eliminado gran parte del territorio del alcornoque, puesto que se ha comprobado que desde hace más de 10.000 años, después de la glaciación Würm, los alcornoques tenían un importante papel dentro del territorio catalán (Blanco et al, 1997). La industria del corcho ha aclarado y degrado estos alcornocales, creando bosques muy aclarados y pobres en especies. En otras áreas, el grado de degradación ha sido mayor, y han surgido las etapas de sustitución, matorrales de madroños y brezos (sobretodo de Erica arborea), y jarales en las áreas más degradadas (Ferreras, 1987).

Otros alcornocales: aparte de las tres grandes áreas con alcornocales también aparecen pequeñas manchas dispersas por toda la península (incluso en el área eurosiberiana o medioeuropea) que indican que este árbol tuvo una distribución mayor en el pasado (Blanco et al, 1997). Muchos de estos bosques representan áreas limítrofes, fragmentadas o aisladas de las principales zonas de los alcornocales (Ferreras et al, 1987) y suelen estar situadas en lugares con un microclima favorable para la especie (Blanco et al, 1997).

De norte a sur, las principales masas secundarias de alcornoque se encuentran en el sur de Galicia en los cañones del Sil y el Miño, en los valles del Ulla, el Deza y el Toxa, en la península del Morrazo (Pontevedra) y en la comarca de Bergantiños (al oeste de La Coruña), en el Bierzo (León), en Cangas de Narcea y en la sierra de Carondio (Asturias), en la Liébana (Cantabria), en los alrededores de Barakaldo y Elorrio (Bizkaia), en Zumaya y en Zarautz (en Gipuzkoa), en la sierra de la Virgen (Sestrica, Zaragoza), en la sierra de Espadán (Castellón), en las comarcas de Sayago y Arribes del Duero (Zamora), en Tordesillas (Valladolid), en Vitigudino (Salamanca), en el Alto Tiétar (Ávila), en la provincia de Madrid, en pequeñas masas aisladas situadas en La Pedriza, en Hoyo de Manzanares, entre Torrelaguna y el Berrueco, en la sierra de la Cabrera y entre Cadalso de los Vidrios y las Rozas de Puerto Real, en el valle del Jerte (Cáceres), en la sierra Calderona (Valencia), en la sierra de Carrascoy (Murcia)... (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).

Pero pese a todos estos tipos de alcornocales, actualmente se conservan muy pocos alcornocales naturales o semi-naturales y lo más común es que los alcornoques aparezcan en dehesas diseñadas específicamente para la extracción del corcho. De hecho, el 93% de los alcornocales de la península Ibérica, son de propiedad privada (Blanco et al, 1997). En estas dehesas, todos los árboles se encuentran separados y el sotobosque es muy pobre. Generalmente, los alcornoques de las dehesas, no son muy altos, no llegan a superar los 20 metros, y suelen tener un tronco anormalmente ancho y grueso, que se ramifica a pocos metros, y del que parte una copa muy poco densa (Rubio, 1989). Otros alcornocales han tenido peor suerte y han sido transformados en pastizales, en cultivos, o en matorrales en los que solamente hay alcornoques aislados (Ferreras, 1987).

Alcornoques corcho
Alcornoques en el Picacho, en el P.N. De los Alcornocales (Alcalá de Los Gazules
y Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía), con el corcho extraído.
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

Alcornoques en el Picacho
Alcornoques con el monte Picacho al fondo, en el P.N. de los Alcornocales (Alcalá de Los Gazules y Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía). Fotografía de Alberto Díaz, 2019.

A continuación se muestra una fotografía del alcornocal del Parque Natural de Alcornocales, en Cádiz, en donde la masa de árboles se encuentra en un buen estado de conservación (en algunas áreas).

Fotografía aérea de un alcornocal
Bosque de alcornoques en el Parque Natural de los Alcornocales, en Cádiz.
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.

 

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Alberto Díaz San Andrés (2011-2019), última actualización: octubre de 2019.

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