UMBRAL    

Hoy, para la Real Academia Española., la palabra: "Bienandante (De bien y andante, part. Act. De andar) es 1.adj. Feliz, dichoso, afortunado."

Cómo llegamos a saber el significado más acertado de una expresión sino a través de una fuente documental, que puede ser: un recuerdo, una narración, un pasaje o bien un fragmento textual, que por efectos de algún sincretismo se volviese irrefutable en su relación.  Por lo tanto, seguidamente, recurriremos a ellas: 

En tiempos de mitos clásicos, afortunados eran los héroes griegos, que al dejar esta tierra pasaban a habitar un lugar feliz; tal vez similar a aquella isla a la que Ulises llega antes de arribar a su amada Ítaca.

Ya, más precisamente, en crónicas hispanoárabes usaban  este término, con el significado de bienaventurado:

"[…] Abderramen temiéndose por bien andante por que uenciera a Munuz, començo de fazer sus huestes […]" (VC, XVIII: 1-2)

Posteriormente figuró este vocablo en personajes literarios tan venturosos, como en los Enxiemplos medievales del conde Lucanor (S.XIV), que ligaban su suerte a ser (bien andante) o no (mal andante)  vasallos del señor equivocado (diablo).

También nos recuerdan este término, otros géneros como: Cantares de Gesta, Canciones, Coplas, Epitafios o Libros de caballería, donde hombres o mujeres, por igual, gozaban de esta categoría honrosa.

"[…] Muchos caballeros recibieron la investidura de armas del rey en el campo de batalla: E allí venían a el escuderos sus naturales e tomavan del bordem de caualleria, e teniase por bien andante aquel que resçibia esta honrra por manos de tan acabado señor […]"(García Díaz, I, 1984, 18)

Vocabularios medievales, como el de Cejador y Frauca, nos revelan este vocablo: bienandante, en su carácter de dichoso.

"[…] Veriedes cavalleros que bien andantes son […]"(Cid, 2159,72)

Por otra parte, encontramos que: Los bienandantes, en el siglo XVI, eran:

 "[…] un extraño grupo de campesinos de la región de Friuli, en el norte de Italia, que se asumían como los protectores de las cosechas y de la fertilidad de los campos. Estos campesinos excepcionales, que nacieron con camisa, es decir, envueltos en la membrana amniótica, salían cuatro veces al año durante la noche armados con ramas de hinojo a combatir en contra de ciertos brujos y brujas, que portaban cañas de sorgo. Según el resultado del combate, las cosechas de ese año serian prodigas o escasas […]" (Ginzburg, C., 2005, 12)

Las salidas que hacían no eran en persona, sino en espíritu, dejando el cuerpo en casa.

Así es que, llegados al día de hoy, tomamos este rol de bienandantes y nos lanzamos por caminos virtuales, con la seguridad de ser dignamente acompañados y seguros de recoger una cosecha pródiga.

Imagen;Benandanti:"Summer Solstice" -óleo- Al Varel