Una embajada japonesa y el turrón de Jijona.

Alejandro García Monerris, insigne periodista jijonenco, escribió un artículo en el Programa de Fiestas de Moros y Cristianos de 1962 alabando las virtudes de la olleta al forn, “un plato que hace cuatro siglo, fue servido en una masía a tres príncipes del Japón”. Estos príncipes procedían de una embajada que visitó Alicante en 1584. Como buen comunicador citaba la fuente de la que obtuvo la información, el libro Conduchos de Navidad de Francisco Martínez Montiño.

Sin embargo, fue Fernando Galiana Carbonell, quien en noviembre de 1976 mediante su artículo Los Príncipes de Bungo, Arima y Omura y el turrón de Xixona, publicado en el tan querido y añorado periódico de información mensual Guai!, nos descubrió la extraordinaria importancia que para la industria del turrón tenía esta aventura. Era un tema que publicitaria y comercialmente tenía una importancia capital, ya que suponía que nuestro afamado turrón había llegado al país del sol naciente en tiempos de Felipe II.

Fernando Galiana citaba como autor de los textos a Francisco Martínez Montiño, cocinero real, enviado a la ciudad de Alicante por el propio rey, para agasajar con manjares a los miembros de la embajada, quien había publicado su libro Conduchos de Navidad en 1585 en la imprenta de Joachim Guardiola. Libro que había sido reeditado en 1972 por Agatángelo Soler Llorca, bajo el patrocinio del Ayuntamiento de Alicante e impreso en los talleres de Gráficas Díaz en Navidad y cuyo ejemplar había caído en sus manos.

Vayamos primeramente a qué narraba Francisco Martínez Montiño en este libro Conduchos de Navidad. En las páginas 20 y 21 decía sobre el turrón: ”Son famosos el de Xixona, que es un compuesto de almendras y miel, bien molido y mezclado y con su punto de condimento. Se hace en caldera y también sobre piedra, como el chocolate hecho a brazo. El de Alicante, se hace igualmente en Xixona y la almendra no está molida, sino partida. Fue grande mi sorpresa, al ver que los Señores Príncipes, no sólo conocían ya el turrón, sino que dijeron, lo comían todos los años en sus Países, a donde iban a venderlo los xixonencos.

Pared del pantano de Tibi.

Entre las diferentes actividades que los nobles alicantinos les prepararon a los embajadores mientras esperaban embarcarse rumbo a Italia en la Navidad de 1584 se encuentra una especie de tour turístico por los principales lugares aledaños de la capital alicantina, como: Busot, Xixona y el pantano de Tibi. Respecto a la villa de Xixona en la página 55 se indicaba lo siguiente: “Xixona vista desde la questa última, semexa una colmena con sus múltiples celdillas, recostada en la sierra que tiene en la cima un castillo; y esta cosa de colmena vese también en sus empinadas callecitas, oliendo todas sus casas a vaho caliente de miel, PORQUE EN TODAS SE HACE TURRÓN Y OTROS GÉNEROS DE DULCERIA”.

En 1986 Fernando Galiana volverá a darnos cuenta de esta cuestión en su libro Anales y Documentos sobre el turrón de Jijona,  en sus páginas 33 a 35. En relación a su relato anterior añade un fragmento de libro Conduchos de Navidad, en el que se describía la vestimenta de los hombres y de las mujeres; pero sigue otorgando la paternidad de esta historia novelada a Francisco Martínez Montiño. Este mismo libro servirá al Consejo Regulador de Jijona y turrón de Alicante para apoyarse en esta tesis e indicar en su página web lo siguiente: “Así el cocinero del Rey Felipe II, Don Francisco Martínez Montiño, en su libro “Conduchos de Navidad” (1585), textualmente afirma “en todas las casas de Jijona huele a miel ya que en todas ellas se fabricaba el turrón”.

Acuarela de José E. López Mira donde un hombre está machando turrón de Alicante.

En su gran obra Historia de Jijona, cuyo primer tomo vio la luz en 1995, Fernando Galiana retomó el tema y volvió a insistir con la paternidad de Francisco Martínez Montiño de la obra Conduchos de Navidad. En esta ocasión amplía la información facilitando la receta de la Olleta al forn.

Vayamos por partes a desentrañar esta fastuosa historia novelada. En primer lugar, pasaremos a contar que hay de cierto en la embajada de los príncipes japoneses.

1.-LA EMBAJADA TENSHO (1582-1590)

En febrero de 1582 partieron de Nagasaki cuatro adolescentes, educados en el seminario de Arima, fundado por la Compañía de Jesús. Su destino era rendir pleitesía al rey, Felipe II, que encarnaba la Monarquía Hispánica Católica y obediencia al Papa, representante del poder celestial en la tierra. Este periplo duró ocho largos años y recibió el nombre de embajada Tensho. Constituyó el primer contacto directo con Japón en suelo europeo.

1.1.-INTRODUCCIÓN: EL DESCUBRIMIENTO Y LA EVANGELIZACIÓN DE JAPÓN.

Japón se encontraba a finales del siglo XVII en una posición geoestratégica de primer orden, en el punto de confluencia de dos imperios ultramarinos ibéricos: el portugués y el español, este último asentado en Filipinas y dependiente del virreinato de Nueva España, con la que estaba unido a través del Galeón de Manila.

En 1543 llegaron al archipiélago de Japón los navegantes y comerciantes portugueses procedentes de Macao, enclave portugués en la costa china, siendo los primeros europeos en pisar el país del sol naciente.  

Si bien es cierto esto, algunos investigadores cuentan que en 1542 zarpó de Acapulco una expedición capitaneada por Ruy López de Villalobos con el objetivo de encontrar la ruta marítima de vuelta de Manila a Acapulco. Esta expedición navegó por las islas de Hawai, Marshall, Palau, Carolina y Mariana para llegar a la isla de Mindanao, en Filipinas. Ruy López de Villalobos pensando que ya había descubierto el camino de vuelta a Acapulco envió a Bernardo de la Torre al mando del navío San Juan de Letrán, pero este llegó en 1543 a las islas Iwo y Minamitorisima, situadas en el extremo sur de Japón.

Aunque, en agosto de 1549 llegó a la isla de Kyushu (Cipango) el jesuita español Francisco Javier, la evangelización del Japón fue una epopeya portuguesa, puesto que portugueses fueron los jesuitas que evangelizaron esas tierras, utilizando las rutas y redes comerciales de su imperio; la lengua empleada junto con el latín, fue el portugués y se pretendió que portugués fuera el patronato en Japón, con especial interés de la Compañía de Jesús ante Rey y Papa.

Simbólicamente hay que señalar que esta embajada de Oriente a Europa tendrá como puerta de entrada y salida, Portugal.

En Japón la Compañía de Jesús había desarrollado un programa evangelizador basado en la asimilación de la cultura japonesa, la estrecha relación con la nobleza local y el empleo del comercio, como vía de atracción de los poderes locales y como fuente de financiación de sus actividades. Uno de sus puntos fuertes fue la creación de seminarios y escuelas para formar al nuevo clero japonés

Alessandro Valignano, circa. 1600; htpps:://es.wikipedia.org

El artífice de este proyecto tiene nombre y apellidos, Alessandro Valignano, quien en 1582 quiso mostrar a Europa la eficacia de la labor pastoral y educativa con un grupo de jóvenes japoneses de rancio abolengo, para obtener recursos y consolidar el poder y prestigio de la Compañía. Mediante un programa de viaje diseñado al detalle intentó impresionar a los jóvenes emisarios con el poder de la Iglesia y de los príncipes cristianos, para que a su regreso, y tras contar las maravillas que había visto y vivido en Europa, se constituyeran en un imán de conversión.

Alessandro nació en Nápoles en 1539. Estudió Derecho y Teología. En 1573 fue nombrado visitador de la Compañía de Jesús en Oriente. Alessandro destacó por difundir y propagar la obra misional y también la cultura japonesa, tanto en Roma como en Europa, a través de los Anuarios y Sumarios de la cosa de Japón.

Alessandro consiguió convencer a tres daimios de: Bungo, Arima y Oruma, convertidos al catolicismo (Omura Sumitada (1532-1587), Otomo Sorin (1530-1587) y Arima Harunobu (1567-1612) para que permitieran que dos adolescentes miembros de su saga familiar, acompañados de otros dos jóvenes viajaran a Roma. Los jóvenes expedicionarios eran: Mancio Ito, nieto del daimio de Bungo, Otomo Sorin; Miguel de Cijiwa, primo del daimio de Arima y sobrino del daimio de Omura, Omura Sumitada; Juliao Nakaura y Martinho Hara. Mancio Ito actuó como portavoz del grupo. Alessandro Valignano les acompañó hasta Goa, en la India portuguesa, donde asumiría nuevas funciones. Diego de Mesquita, el tutor de los jóvenes y su intérprete, les acompañó durante toda esta aventura.

1.2.-DESARROLLO DE LA EMBAJADA TENSHO

En 1582 salió de Nagasaki la expedición que siguió la ruta del imperio portugués en Asia y el Índico. De Nagasaki se dirigieron a Macao, navegaron por el mar de la China Meridional, atravesaron el estrecho de Malaca, llegaron al golfo de Bengala y a la ciudad de Cochin, en la costa occidental de la India. De allí fueron a Goa, donde despidieron al mentor de la expedición Alessandro Valignano. Cruzaron el océano Índico, bordearon el cabo de Buena Esperanza y rumbo hacia el Norte se encaminaron hacia el puerto de Cascai y de ahí hacia Lisboa, donde llegaron en agosto de 1584.

Cuando pusieron pie en Europa el viaje estaba perfectamente organizado y diseñado y nunca se les dejó solos.

Los cuatro enviados japoneses y el padre Mesquita. Grabado realizado en Augsburgo en 1586.

La primera etapa del viaje era la capital del imperio, Madrid, donde serían recibidos por Felipe II, en aquel momento y desde 1580 monarca y señor de los imperios portugués y español. La unión de los imperios ibéricos no supuso la disminución de las tensiones y rencillas entre portugueses y españoles.

Uno de los momentos culmen de la embajada era la recepción por parte de Felipe II, encarnación de la Monarquía Hispánica Católica. Al propio rey le interesaba satisfacer los objetivos de los emisarios, favoreciendo los intereses económicos y misionales de la Compañía de Jesús en Japón. Así el Rey dejaba clara sus intenciones frente a sus súbditos portugueses y realizaba un gesto de alianza y fidelidad al Papa.

Los embajadores japoneses, en todas sus apariciones públicas, vestían a la moda oriental, con la intención de cautivar a su público con el juego de lo exótico y despertar curiosidad. Destaca que su formación en usos y costumbres europeas les hará que parezca próximos y se les llegue a representar con rostros con rasgos más bien europeos que orientales. 

Al Rey nada es ajeno y está muy pendiente de la recepción del Papa. Por ello el 24 de noviembre de 1584 remite una carta a su embajador en Roma , el conde Olivares, en la que le informa del recibimiento en España y le solicita que preste a la embajada las mayores atenciones durante su estancia en Roma y le avise “del favor y merced que su santidad les hiciere”. 

Tras su estancia en Madrid el siguiente punto de la visita era la recepción papal en Roma. Para embarcarse eligieron el puerto de Alicante. A esta ciudad mediterránea llegaron previo paso por Murcia, donde se hospedaron en el colegio de San Esteban, fundado y entregado a la Compañía de Jesús en 1555 por el obispo de Cartagena, Esteban de Almeida, apodado el portugués. Sin duda, esta estancia en la vecina ciudad del Segura poseía una fuerte carga simbólica.

En Alicante permanecieron desde diciembre de 1584 hasta el 6 de enero del año siguiente, cuando partieron hacia Italia. Como en la ciudad todavía no se habían instalado oficialmente los jesuitas, los miembros más importantes de la embajada fueron hospedados en casa de Diego de Caisedo, receptor del rey.

La recepción del Papa era otro de los momentos culminantes de esta embajada, puesto que el sumo pontífice era la cabeza de la Iglesia y encarnación de su poder. Para los emisarios este acto era la prueba de la educación y buen hacer de la Compañía y de ella dependía el incremento de pensiones para su obra y, especialmente, la fama.

Retrato de Gregorio XIII de Bartolomeo Passerotti circa 1586

El papa Gregorio XIII convocó una asamblea de cardenales para el día 23 de marzo de 1585 en la que recibió la obediencia de los embajadores japoneses. Como hemos dicho anteriormente esta embajada era un auténtico acto de propaganda por lo que todo debía ser registrado y publicitado. En Roma se editó la obra Acta consistorii publice exhibiti a S.D.N. Gregorio XIII regnum Iaponiorim legatis, en la que se detallaban todos los actos seguidos en el recibimiento por parte del Papa. En este juego propagandístico también intervinieron asistentes, embajadores, secretarios, gobernadores y virreyes con profusión de misivas narrando los pormenores de la embajada. Por ejemplo, Hernando de Torres, secretario del embajador en Roma, envió en abril de 1585 una carta a Cristóbal de Salazar, embajador en funciones en Venecia, en la que relata sus apreciaciones: “Son mozos de 10 a 12 años. Todos, lindos ojos, manera de señores, sosiego y gravedad…el uno habla latín…Lo que dá que maravillar es que, siendo éstos hijos de tan grandes y poderosos reyes, cómo han venido sin dineros y sin hombres, que solos los padres del Jesús han venido con ellos”.

Curiosamente esta recepción del Papa de la embajada japonesa fue su último acto público, puesto que Gregorio XIII murió de forma repentina el 10 de abril. Debido a este infortunio los jóvenes japoneses asistieron al funeral de Gregorio XIII y a la proclamación del nuevo papa Sixto V el 1 de mayo. Muestra de ello fue el fresco de la Biblioteca Apostólica Vaticana conmemorando la coronación de Sixto V que recoge la asistencia de los embajadores japoneses bajo quitasoles rojos.

Mancio pintado por Tintoretto

Los japoneses tuvieron la suerte de conocer a dos papas: Gregorio XIII, gran defensor de la Compañía de Jesús, quien dos meses antes había expedido un breve en el que otorgaba el monopolio en Japón y Sixto V, quien los agasajó con dones y parabienes. El nuevo papa los armó caballeros y les asignó 6.000 ducados anuales, más otros 3.000 ducados para finalizar su viaje de retorno. Además, también se les obsequió con joyas, telas, objetos religiosos y litúrgicos y, sobre todo, reliquias.

El recorrido por Italia buscaba impresionar con la grandeza de la Iglesia y maravillar con la brillante cultura de las cortes italianas.

Desde Génova regresaron a España con el objetivo de entregar al Rey el breve de agradecimiento del nuevo papa, Sixto V, continuando su periplo hacia Portugal, para iniciar el camino de regreso a Japón.

En el viaje de vuelta fueron acompañados por el visitador general. Siguieron la misma ruta que a la ida, la ruta hacia Oriente dominada por el imperio portugués. El 30 de noviembre de 1587 Ito Mancio envió una carta desde Mozambique al Felipe II agradeciéndole las atenciones recibidas.

1.3.-EL REGRESO A JAPÓN

El regreso a territorio japonés no iba a ser tan plácido como se deseaba. Muestra de ello se halla en una carta remitida por Alessandro Valignano a Felipe II fechada el 6 de noviembre de 1588 en Macao, en la que le informa de las noticias que le han llegado de persecuciones, destrucción de iglesias, edictos de destierro, apropiaciones de bienes y ocupación de los estados nobles cristianos y del fallecimiento del rey Francisco de Bungo y del señor de Omura.

Cuando la embajada llegó a Japón en 1590 la situación del catolicismo en la isla había cambiado radicalmente. Desde 1587 se había prohibido a los religiosos continuar con su misión, habían sido reagrupados en Hirado, para ser embarcados hacia Europa. En los años posteriores la persecución se intensificó y el 5 de febrero de 1597 seis franciscanos, tres jesuitas y diecisiete conversos japoneses fueron martirizados a las afueras de Nagasaki. Serían conocidos como Los Veintiséis Mártires del Japón. Fueron beatificados a principios del siglo XVII y canonizados en 1862, además su martirio se convirtió en fiesta litúrgica.

Uno de los éxitos, entre comillas, de la embajada fue la creación del obispado en Japón, con sede en Funay, siguiendo el breve de Gregorio XIII  Ex pastorali officio, concedido en enero de 1885, que defendía  la exclusividad del patronato portugués en Japón. Sebastiao de Moraris fue nombrado obispo. Era una persona conocida por Felipe II, ya que había sido confesor de la princesa María de Avis, casada con el Duque de Parma. Nunca llegó a ejercer su función pastoral; pues falleció en Mozambique durante su travesía a Japón.

En 1590 el jesuita Duarte de Sande, a partir del relato manuscrito de Alessandro Valignato, quien a su vez emplea como fuente los diarios de los emisarios japoneses publicó el libro De missione legatorum Iaponensium ad romanam curiam rebus[que] in Europa ab Eudardo de Sande…Societatus Iesu. La obra se concibe como un diálogo entre los adolescentes, en el que comentan sus impresiones y valoraciones ante todo lo que contemplaron en Europa, singularmente en Italia. Es una entusiasta exaltación de Europa, propagadora de la civilización y de la verdadera fe, frente a los países orientales.

Según algunas fuentes, los cuatro adolescentes japoneses, fueron ordenados por Alessandro Valignano. Mancio Ito murió en Nagasaki el 13 de noviembre de 1612. Martinho Hara fue desterrado de Japón en 1614 y murió en Macao el 23 de octubre de 1629. Miguel Chijiwa dejó la Compañía de Jesús antes de 1601 y falleció el 23 de enero de 1633 en Nagasaki. Juliao Nakaura fue martirizado el 21 de noviembre de 1633 en Nagasaki. El padre Mezquita fue desterrado y falleció el 4 de noviembre de 1614.

Tortura de Juliao Nakaura

2.-¿QUIÉN ERA FRANCISCO MARTÍNEZ MONTIÑO?

Muy pocos son los datos conocidos sobre este personaje que vivió a finales del siglo XVI. Trabajó en las cocinas reales de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, según se inquiere de una memorial presentado en 1620 ante el Rey, en el que señalaba que llevaba sirviendo a la Casa Real 34 años. Según la periodista Ana Vega Pérez de Arlucea entró a trabajar como galopín o aprendiz en las cocinas reales en torno al año 1585. Llegó a ser cocinero mayor del rey Felipe III, como así se titula en su obra. Dado que en 1585 comenzó a trabajar en las cocinas reales como aprendiz es imposible que fuera enviado a Alicante, como cocinero real a agasajar a los enviados japoneses.

Portada del libro de Francisco Martínez Montiño, Arte Cozina…, 1617.

Fue autor de un libro de cocina titulado Arte de cocina, pastelería, biscochería y conservería, impreso en Madrid en la imprenta de Luis Sánchez en 1611. Uno de los compendios gastronómicos más notables escritos en lengua española, pero no fue el autor del libro Conduchos de Navidad. Forma parte del Catálogo de Autoridades de la Real Academia España. Este personaje sirvió de inspiración al escritor Manuel Fernández González (Sevilla 6 de diciembre de 1821-Madrid 6 de enero de 1888), quien escribió su novela histórica El Cocinero de Su Majestad: memorias del tiempo de Felipe III, en 1857.

Su libro Arte de cocina, pastelería, biscochería y conservería se divide en dos grandes partes: una primera dedicada a la limpieza y cuidado de los utensilios y de la mesa y una segunda, donde publica uno de los recetarios más completo, pues  contiene unas 507 recetas variadas para asados, empanadas, sopas, estofados, potajes, fritos, dulces, jaleas. Este libro influyó decisivamente en la cocina cortesana de los territorios del imperio español y sus recetas se copiaron en multitud de libros posteriores. Se llegaron a editar hasta 25 reimpresiones de esta obra. Este libro puso de moda la masa de hojaldre y el empleo de las tablas de cortar. Desafortunadamente no hay ninguna receta sobre el turrón.

El libro que escribió Francisco Martínez Montiño es el Arte de cocina, pastelería, biscochería y conservería, que vio la luz en 1611. Francisco Martínez no es el autor de Conduchos de Navidad.

(Continuara…)

BIBLIOGRAFÍA

GALIANA CARBONELL, Fernando, “Los Príncipes de Bungo, Arima y Omura y el turrón de Xixona”, Guai, noviembre 1976, Jijona, Consejo Local del Movimiento, portada.

GARCÍA MONERRIS, Alejandro, “Brindis por la olleta al forn”, Programa de Fiestas de Moros y Cristianos, Xixona, Comisión de Fiestas, 1962.

GARRIGÓS SIRVENT, Bernardo, «Una embajada japonesa y el turrón de Xixona», El Programa, Xixona, Federació de Sant Bartomeu i Sant Sebastià, 2020; págs 178-191.

Bernardo Garrigós Sirvent, cronista oficial de Xixona. #cronistasoficiales

Deja un comentario