Mazinger Z y el himno de varias generaciones. Un homenaje a Ichiro Mizuki

Ilustración: Manuel Cabrera.
La serie no solo cambió la forma de hacer animación japonesa y su difusión, sino que su canción es un himno atemporal para la cultura otaku.

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Mazinger Z es una de las series que se sirvieron de los bloques infantiles para posicionarse como verdaderos “caballos de batalla” del anime y lograron quedarse en el imaginario de muchos niños, ilusionados con luchas entre robots gigantes y monstruos descomunales. Desde su primera emisión, en 1972, ha servido como mensajero del anime en muchos países occidentales que lo han asumido como algo propio de su cultura: no olvidemos la estatua de Mazinger Z de siete metros que existe en Tarragona, España.

Además de ser uno de los programas nipones más populares en el mundo, la serie del robot operado por Koji Kabuto se basa en el manga del legendario Go Nagai y, por su aporte tanto al mundo del manga y el anime como a la cultura de su país, es una obra valorada y muy apreciada por los japoneses.

Estatua de Mazinger Z en Tarragona, España.

En Latinoamérica también ha cosechado adeptos y los ha introducido en el universo de la animación nipona desde 1979, cuando varias televisoras se hicieron de los derechos y empezaron a pasar la serie en diferentes horarios.

A pesar de pertenecer a una época en la que no muchos autores se preocupaban por desarrollar personajes secundarios, los personajes que acompañan a Mazinger tienen varias capas. Así, pudimos ver romances tormentosos entre pilotos (y robots, en algunos casos), rivalidades que terminaban en grandes amistades y un crecimiento que era motivado por la tragedia, la búsqueda de la justicia y la defensa del planeta. 

La clásica disyuntiva entre las fuerzas del bien y el mal, enmarcada en la historia del Dr. Hell y su cruzada para destruir al mundo y, del otro lado, Koji Kabuto y el robot gigante heredado por su abuelo, es un referente inamovible de una época en donde la ciencia ficción cobró fuerza a través de historietas y programas de TV. El uso de la ciencia y la tecnología como foco de un poder destructivo absoluto en una lucha entre bandos antagónicos es, de hecho, uno de los planteamientos fuertes de la trama: antes de la pelea entre robots y monstruosidades varias, se trata de un combate ideológico entre dos virtuosos científicos, Juzo Kabuto y el Dr. Hell.

Opening Mazinger Z.

Se puede decir también que, para una primera generación de niños de los setenta, estas historias les brindaron un primer acercamiento a las ciencias, despertando de algún modo el interés en la investigación, la física y la química. La misma trama funciona como una herramienta para lograr ese efecto: Mazinger está hecho de una aleación denominada Z, más fuerte que el acero, una ventaja conseguida luego de las intensas horas de investigación y experimentación que el Dr. Kabuto invirtió en el proyecto.

La energía fotónica, otro de los elementos básicos explicados para el funcionamiento de robots y artilugios (como el imbatible escudo que protegía la base de los protagonistas), es un descubrimiento más del científico que, en el universo de Mazinger Z, proviene de la manipulación del Japanium, un elemento químico ficticio que llegó desde el espacio exterior. 

Hay que hablar, además, de la dicotomía entre los usos de la energía fotónica: servía para atacar y destruir (como en el caso de los rayos lanzados por Mazinger desde su pecho), como para defender (en el caso de la barrera antes mencionada), lo cual plantea una discusión sobre el poder y deslegitima aún más las intenciones del villano.

Por todo esto, el éxito del manga y el anime de Mazinger Z despertó no solo el interés en las batallas de robots sino en conocer más el universo del personaje. Y no sorprende la cantidad de historias que se desprendieron de la serie original y toda una galería de diferentes tipos de Mazinger: el Gran Mazinger, Goldoraz, Mazinkaiser o el Gran Mazinkaiser Z, a lo largo de cincuenta años de un legado que sigue nutriéndose de reediciones y nuevas versiones.

El legado y la banda sonora

A pesar de habernos alejado de los años en los que la historieta y su primera adaptación fueron concebidas, la primera serie de Mazinger Z, con 92 episodios, se considera de culto. La obra de Go Nagai marcó varios conceptos para muchas otras series de robots (género regularmente denominado mecha). Y su forma de distribución nacional e internacional, tanto como el formato en el que los episodios cuentan historias en su mayoría autoconclusivas, se convirtieron en un estándar para la animación de la época. 

Esa es otra de las razones por las que su impacto en la cultura pop es innegable. La imagen del personaje es reconocida en todo el mundo y ha sido utilizada en cameos y referencias en gigantes televisivos de la talla de Los Simpson, o en libros muy vendidos (y posteriores películas), como en el popular libro de Ernest Cline Ready Player One. Ha llegado a facturar una diversidad inconmensurable por merchandising, sin mencionar figuras de acción, spin offs en varios medios y formatos, cartas coleccionables y videojuegos.

Con todo lo dicho, se debe hacer una mención especial a uno de los elementos que, sobre otros también remarcables, ayudó a la serie a instaurarse en la memoria de los fanáticos de las aventuras del robot gigante: la música. Esta mención también funciona como homenaje póstumo para el maestro Ichiro Mizuki, respetadísimo seiyū, actor, cantautor y compositor japonés, quien murió el pasado 6 de diciembre (un hecho que ha tocado muy profundo a quienes amamos a Mazinger Z atemporalmente).

Ichiro Mizuki

La banda sonora, creada por los compositores Michiaki Watanabe y Akira Ifukube, hace las delicias de los espectadores con el uso de instrumentos de viento graves y una percusión (mayormente basada en bombos y tambores), muy marcada por la música popular y toques electrónicos de la época. No obstante, su opening es, seguramente, lo más recordado por los seguidores de Mazinger Z.

Es preciso resaltar que la canción original tiene detalles que responden a ciertas especificaciones para el opening de una serie de televisión de los años setenta y funcionan en varios niveles. Por ejemplo, en los precoros hay una descripción musicalizada de las armas y técnicas del robot. Un recurso con el que se logró que los niños japoneses aprendieran rápidamente los nombres de los artilugios de Mazinger.

‘Majingā Zetto’ (マジンガーZ, originalmente), tema del gran Ichiro Mizuki, es sin duda una de las canciones del anime más conocidas de todos los tiempos. Mizuki fue no solo fundador de JAM Proyect (asociación formal de cantantes de música de anime en el 2000), sino que cantó, desde los años setenta, más de 500 canciones para series de televisión y ayudó a posicionar al género llamado “anison” en Japón.

De esa manera, no solo Mazinger Z contó con su icónica voz y composición, sino también otros animes, tales como Captain Harlock, Lupin III, Voltron o El Vengador, que son parte de la infancia y adolescencia de millones de personas alrededor del planeta. En cada país donde estas series se transmitían era un requisito traducir y adaptar sus canciones. En España y Latinoamérica, por ejemplo, recordamos con mucho cariño la versión del cantautor bilbaíno Alfredo Garrido, que con fuerza y determinación supo capturar varios de los colores y tonos que Ichiro Mizuki dejó en la composición original.

De ahí que, aun en varios idiomas, para millones de personas Mazinger Z no es solo el anime que lo cambió todo en cuanto a animación japonesa y su difusión, sino que su canción es un himno atemporal para la cultura otaku y para quienes recuerdan la serie con cariño, demostrando que la música en el anime es un elemento esencial.

Tal vez por eso duele tanto la partida de alguien tan grande como Ichiro Mizuki: un ejemplo de una vida comprometida y dedicada al arte, a la música, al manga y a la animación.

Imagen promocional de Mazinger Z en su 50 aniversario.
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