Almagro y sus intentos de “almagrar” el hemisferio.

Por: Camila Moreno

Según el Diccionario de la Real Academia Española “almagre” significa “óxido rojo de hierro más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza y que suele emplearse en la pintura”. Como adjetivo equivale a “tener el color o el tono de almagre, es decir de rojo; así que “almagrar” significa “teñir de almagre”. El otro significado para esa palabra, que se utilizaba entre rufianes y valentones, suponía “herir o lastimar de suerte que corra sangre”. ¿Tendrán estas definiciones algo que ver con el Sr. Luis Almagro? Compararlo con la primera definición sería un irrespeto a las personas que en el mundo enarbolan el color rojo como símbolo de lucha; pero la segunda definición, aunque este en desuso, le viene como anillo al dedo.

Tomándonos una licencia literaria diríamos que el Sr Almagro, desde que asumió la poltrona de la OEA, se ha dado a la tarea de intentar “almagrar” el escenario político de nuestra región, lanzando hirientes puñaladas a diestro y siniestro, dirigidas contra los países progresistas de la zona. Está claro que su objetivo es “ver correr la sangre”, puesto que desconociendo los procesos institucionales y principios de esa obsoleta organización y cumpliendo instrucciones de quién usted sabe, se dirige una vez más a los sectores más recalcitrantes de la extrema derecha del hemisferio, para agredir con saña y evidente odio al hermano pueblo de Venezuela.

Nuestro Canciller Raúl Roa calificó a la OEA como un Ministerio de Colonias al servicio del imperio. Si uno se pregunta ¿para qué ha servido la OEA?, la respuesta no puede ser otra que para secundar a las clases dominantes y en especial a los intereses del imperialismo norteamericano. Se trata de una organización que se creó para “representar a los pueblos de América”, ahora bien: sus oficinas radican en Washington, su aparato burocrático funciona en esa ciudad, su línea de trabajo ha estado en consonancia con los dictámenes del Departamento de Estado y el grueso del presupuesto es aportado por el Gobierno de ese país; por lo que, como resulta lógico pensar, “el que paga quiere mandar”. Hasta ahora ha sido así, aunque últimamente han surgido voces discordantes en su seno que están tratado de poner las cosas en su lugar y es ahí donde, como por arte de magia ($$$), surge el Sr. Almagro ataviado de paladín de la “democracia al estilo y semejanza yanqui”, tratando de “almagrar” a Venezuela con el objetivo de “desestabilizar la Revolución Bolivariana y propiciar escenarios proclives a una intervención en la nación”[i]

Por eso, mientras escribo estas líneas, vuelvo a tararear aquella canción del trovador Carlos Puebla que decía: “como no me voy a reír de la OEA/ que es una cosa tan fea/ tan fea que causa risa/ ja, ja, ja, ja, ja” y de paso dedico unas carcajadas al “ilustrísimo” Secretario General del Ministerio de Colonias, quien pretende volver al tiempo en que primaba el historial intervencionista y golpista de esa organización; que recientemente quiso, pero no pudo venir a Cuba, por aquello de que aquí viene quien puede y no quien quiere.

[i] Presidente Nicolás Maduro, periódico Granma, 16/03/17, pág. 5.

 

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