«El Arte del siglo XV. De Parler a Durero». Una visión de Jan Bialostocki

febrero 27, 2010

Juan Carlos Díaz Lorenzo. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela (USC)

Desde el siglo XIV, Europa vivía un acusado periodo de crisis política, económica y social, que se prolongaría durante la centuria siguiente. La Iglesia había perdido parte importante de su cuota de poder e influencia y acusaba los efectos de su ruptura con el poder político, cuestión que había mermado, en todo caso, la influencia de ambos. Otros hechos notables contribuyeron a saturar el estado de la cuestión, como las guerras y las rebeliones del pueblo debido a la crisis económica que les afectaba de manera muy directa y les hacía abrigar la idea, cada vez más extendida, de la incapacidad de las fuerzas gobernantes para garantizar un mínimo estado de bienestar. Además, para colmo de males, se había extendido un brote de peste negra, todo lo cual contribuía a esa situación generalizada de agobio y desconcierto. Pese a este panorama social tan sombrío, en el campo de las artes plásticas este periodo será fructífero, legándonos algunas de las obras más célebres y duraderas de toda la Historia del Arte.

Durante el siglo XV, Europa seguirá los ideales del estilo gótico, a excepción de Italia, pues en Florencia surgirá un nuevo modelo de pensamiento promovido por unos hombres que tratarán de cambiar el curso de la sociedad, de forma que el centro del universo ya no será Dios sino el hombre, periodo de innegable importancia en la Historia que conocemos como Renacimiento. Las tesis de esta nueva etapa del pensamiento medieval no sólo encontraron eco en la Italia del siglo XV, sino que se extendió por Europa en el siglo XVI y si bien el gótico no desapareció, pues mostrará sus influencias hasta la aparición del barroco, sin embargo perderá peso específico, es decir, protagonismo en la vida artística, imponiéndose el estilo renacentista como el nuevo estilo a seguir.

Durante este período, el arte gótico dejará atrás la tradición y mostrará un mayor naturalismo, entre cuyos autores más preclaros figura Parler. Para ello otorgará rienda suelta a la ilusión y a la representación del movimiento intentando sorprender al espectador. Dicho arte no se ceñirá solamente a la representación de elementos religiosos, pues aunque éstos sean los mayoritarios, quienes detentaban el poder querían poseer obras de arte representativas de escenas de la vida cotidiana, pasajes de obras literarias, mitos…, mostrando toda una amalgama de argumentos que permitirán, en cierto modo, que el artista otorgara rienda suelta a su imaginación.  

Argumento frecuente de la mentalidad artística de la época es el mundo del dolor y la muerte, de ahí que entre las obras religiosas proliferase el tema de la Pasión de Cristo y, paralelamente, en el ámbito de las obras contratadas por los comitentes y gobernantes, dará comienzo una importante producción de monumentos funerarios que se irán contagiando de ese naturalismo, mostrando en su parte inferior la representación del cuerpo corrompido, mostrando los huesos exentos de carne, lo cual no hay que tomarlo como una representación frívola, pues de lo que trata es de hacernos ver la corruptibilidad de la carne que pertenece a la tierra (quedándose en ella como algo perecedero),  mientras que el alma, tras lograr la salvación, se vuelve incorrupta y ascenderá al mundo eterno.

Este tratamiento de la muerte muestra las influencias del neoplatonismo, donde el cuerpo actuaba como celda del alma hasta el momento de su muerte, y ésta, ya libre, podía alcanzar la sabiduría eterna. Tales influencias llegaban de forma moderada desde Italia, donde eran entendidas a través de la ley cristiana. De modo paralelo, también se buscará la creación de imágenes bellas y sensibles que enternezcan al espectador, como es el caso de Las Vírgenes con el Niño o Vírgenes bonitas creadas por Parler, obras denominadas “estilo suave”. Entre las imágenes que representan el dolor y el sufrimiento hay que citar La Piedad y La Crucifixión, presentes en ámbitos escultóricos y pictóricos.

El mundo de los libros también llamará la atención de los hombres de poder, de modo que ya no será sólo interés de los monjes, sino que la clase dominante tendrá deseos de poseer libros tanto de corte religioso como de literatura amorosa o de fábulas. Los artistas de esta época seguirán trabajando a través de los libros de modelos aumentando así su repertorio, de ahí que también existieran otros sobre la caracterización de las personas, de los monstruos o de los animales.

El arte sagrado alcanzará un cierto preciosismo, buscando ese afán de sorprender a los fieles cautivándolos a través de unos objetos que no estaban a su alcance, lo que también será visible en el arte pagano. Los vistosos collares serán el resultado de un gran trabajo de orfebrería, lo mismo que los regalos de la clase que detenta el poder, elaborados con todo tipo de materiales preciosos y mostradas por su poseedor como trofeos a sus amistades más privadas y, por supuesto, sin que estuvieran al alcance de todas las miradas aún dentro de su círculo de influencia.

El arte gótico tiene su cuna en Francia. Desde el punto de vista arquitectónico es un arte que buscará las grandes dimensiones en planta y en altura, lo mismo que una de sus grandes ambiciones será la iluminación, intentando conseguir la libertad de horadar el muro a través de grandes ventanales. Poco a poco se irá confeccionando la planta de salón, al igual que las bóvedas que cubrían estas construcciones se irán haciendo cada vez más decorativas tras la invención de los nervios de Peter Parler, siendo estas las dos características principales de la arquitectura gótica del siglo XV. Las bóvedas alcanzarían extremos decorativos nunca imaginados, de forma que al ver estos trabajos lineales que crean difíciles enrejados de molduras en lo alto de los edificios, se podría pensar que estamos ante un trabajo en madera, lo cual, obviamente, no es así.

La arquitectura gótica no se mostrará exclusivamente en las iglesias, sino que las ciudades cobrarán vida e interés por destacar aquellos edificios que acogían funciones importantes a nivel social. Toda ciudad debía tener su centro religioso mostrando una imponente catedral -condicionado a las posibilidades económicas-, su centro civil representado por el ayuntamiento situado en la plaza del mercado o en las inmediaciones, al lado del cual se encontraban otros edificios de índole comercial. Además, los gobernantes poseerían edificios privados como muestra de su poder, los cuales también se edificarían siguiendo las premisas del estilo gótico. A lo largo del siglo XV, las universidades proliferarán por el norte de Europa, casi siempre promovidas a una iniciativa real, constituyendo uno de los elementos arquitectónicos y sociales más importantes de toda la ciudad.

Es oportuno recordar que las estructuras arquitectónicas del arte gótico tenían un objetivo claro desde su principio, logrando la innovación durante su desarrollo para impresionar al espectador a través de sus formas. Para ello el artista dio rienda suelta a su imaginación, siendo necesarias grandes innovaciones técnicas para hacer posible un mundo de ilusión, donde cada elemento está creado para sorprender y cautivar al espectador.

Durante el primer cuarto del siglo XV, las realizaciones más notables se alcanzaron en los campos de la escultura y la miniatura, mientras que a mediados de la centuria sería la pintura sobre tabla la que alcanzaría un plano relevante, llegando incluso a eclipsar a la escultura. De esta forma, los retablos lograron unas dimensiones mayores, pues se convirtieron en el medio más eficaz para transmitir a los fieles los mensajes religiosos a través de las imágenes. También destacó el cambio producido en la técnica (utilización del óleo y del barniz como aglutinantes), lo que permitió representar la realidad con una mayor calidad. A partir de ahora, el estilo seguido será muy diferente del estilo preciosista elaborado a comienzos del siglo XV. El hombre se representará reaccionando ante los estímulos exteriores que se le presentan, mostrando una pintura mucho más realista y dando rienda suelta a la expresión de los sentimientos y pasiones del individuo.

Las representaciones religiosas seguirán ese tratamiento de lo real, de ahí que tanto los espacios donde se representen como su iluminación responderán a un criterio tridimensional real, intentando introducir en el mundo terrenal ese “halo divino”, al igual que en los temas de la crucifixión los sentimientos estarán cada vez más destacados. La representación del hombre y de las cosas no sólo es realista y vivaz, sino que además, en su existencia hay algo mágico y potente, debido a que los elementos constituidos por esa realidad son portadores de mensajes ocultos bajo la apariencia de lo habitual y lo cotidiano.

En los trípticos cabe destacar las creaciones de los hermanos Van Eyck, entre los que destaca la personalidad de Jan van Eyck, mostrando unos altos niveles de realidad. Sus personajes aparecen vestidos y tratados de forma contemporánea y figuran totalmente individualizados, representados en espacios interiores y exteriores tridimensionales. La naturaleza aparece tratada con una realidad absoluta. El retrato será algo muy valorado en la pintura flamenca, de la cual forman parte estos pintores; y mientras que en Italia se representaba a sus retratados en fondos neutros y con sus rasgos tratados de forma básica, los flamencos dominaban el ambiente del representado y jugaban con argucias como el espejo para que el espectador fuera activo al contemplar la obra, caso de El Matrimonio Arnolfini, de Jan Van Eyck. La pintura flamenca trata de representar la naturaleza tal como era, con todos los detalles posibles, mientras que el Renacimiento optó por eliminar todo ese detallismo seleccionando los elementos claves para plasmarlos en su pintura.

Portada del libro de Jan Bialostocki

Los retratos de esta época no destacan simplemente por el realismo del retratado o de la naturaleza, sino porque en ellos, muchas veces, se utilizaba todo tipo de simbología a través de la cual el espectador debía descifrar un mensaje oculto. Tales mensajes no eran sólo religiosos, sino que en los retratos de enamorados sacaban a relucir los deseos o las pasiones de los representados. Y es de advertir que como ejemplo de unión entre la pintura italiana, la de los Países Bajos y Francia figura Jean Fouquet, autor del Díptico de Melun. Este artista se había formado en la pintura flamenca y francesa, si bien cuando conoció los nuevos tecnicismos italianos no dudó en asimilarlos, con lo cual tendrá una inspiración clásica y utilizará personajes como los putti. Sus formas redondeadas y rotundas muestran una clara vinculación con la escultura.

Obviamente, este arte sólo estaba al alcalde de la alta clase social, razón por la cual durante el siglo XV se producirá una gran revolución con las transformaciones de medios de comunicación visuales y literarios. De modo que, por primera vez en la historia de la cultura, “los medios de comunicación de  masas” habían dejado de ser individuales y caros para hacerse accesibles y baratos. Para la creación de las impresiones, primero se utilizará un material que se pueda grabar, empleando la madera y pasando posteriormente al cobre, figurando los naipes como los primeros grabados de este material. Estas xilografías mostrarán textos y serán decoradas con incrustaciones de piedras y materiales preciosos. Desde el momento en el que se inventaron las técnicas de reproducción gráfica, los grabados pasaron a ocupar una posición importante en la Historia del Arte. Esta nueva forma de creación también permitió a los artistas tener una cierta libertad y una mayor iniciativa en el campo de las formas y de la iconografía dando rienda suelta a su creatividad, como ocurre con el  Maestro del Libro de la Razón, en el que utilizará dioses y personajes clásicos, además de fijarse especialmente en la representación de imágenes tiernas, como los niños.

Como ya habíamos comentado, la muerte y todo lo que conlleva será un tema muy presente en la sociedad medieval, lo que contribuirá a la proliferación de cementerios, capillas y monumentos. En un principio figuran los entierros de Cristo, pero con el tiempo la tradición de celebrar misas y rezar oraciones junto a las tumbas de los muertos hizo que se creara un nuevo tipo de monumento funerario para situarlo en las capillas privadas, donde se harían todas estas actividades enfocadas a la salvación de las almas. Los monumentos funerarios solían mostrar al difunto tumbado, pero poco a poco la iconografía fue ampliándose, de ahí que encontremos al difunto también en posición orante, de pie o leyendo un libro, que podía ser de contenido religioso o literario.

El naturalismo y la decoración de los edificios no estaba limitado  exclusivamente a sus estructuras arquitectónicas, sino que dentro de ellas existían todo tipo de “micro-arquitecturas” (algunas de ellas utilizadas durante la liturgia) donde el componente decorativo se adhería a las formas y las moldeaba (púlpitos, lámparas, cálices, tapices, relicarios…). En todos estos elementos decorativos la naturaleza iba a tener un gran protagonismo. Estos elementos naturales se asociaban a Alemania, pero se desarrollarán por toda Europa haciendo que el simbolismo tradicional de la iglesia (concebida como imagen de los Cielos), ceda su puesto al simbolismo natural de la iglesia-jardín, sin que se produzca la menor contradicción entre ambas concepciones. Cabe destacar la utilización de los árboles y de las flores, muchas veces mostrándonos especies exóticas que pueden estar representadas debido a las intromisiones que se irán dando en los continentes desconocidos, mostrando la fauna que allí habita. La ambigüedad de estas formas puede que trate de proporcionar placer, pero también puede encontrarse cargada de un significado apotropaico en el sentido tradicional.

En las iglesias existe toda una serie de pequeños tesoros dignos, pero este no es el único lugar donde se pueden encontrar objetos de este tipo, ya que los príncipes también pueden poseer estos tesoros para su uso privado, como los rosarios con cuencas grabadas, donde las imágenes que están representadas se trabajan con tal sutileza que se pone de manifiesto la habilidad y la finura del trabajo del artista, lo mismo que los relojes, entre otros objetos de carácter utilitario.

Entre los grandes tesoros artísticos de esta época se encuentran los tapices, que frecuentemente se utilizaban para decorar tanto las paredes de una iglesia como las de un palacio. Los gobernantes que los poseían los llevaban a todas partes, incluyendo el campo de batalla, para decorar su tienda; de ahí que el ejército vencedor, la mayoría de las veces, se lo quedara como botín. En ellas se muestra lo rica que era la imaginación popular en el siglo XV, utilizando temáticas religiosas, temas legendarios y mitológicos, históricos o alegóricos, populares entre las personas ilustradas y entre las personas corrientes. Cabe citar la colección del duque de Berry, donde se encontraba la tapicería de los Nueve Valientes (de finales del siglo XIV), en el que se representan los grandes hombres y mujeres más ilustres de las tres grandes épocas de la historia humana (ante legem, sub legem y sub gratia). La caza jugará un papel muy importante en la vida del hombre cortesano, por lo que muchos tapices la utilizasen como decoración, y también hay que destacar los cuernos como objetos vinculados a ella.

En el arte medieval encontramos un ars humilis, caso de la representación de los meses (tanto en manuscritos como en las catedrales). A este arte irán unidos los seres monstruosos, los híbridos, los personajes grotescos, que en el caso de la arquitectura sólo serán representados en las partes altas y alejadas, al igual que se crearán relatos de misterio y fantasía, donde el artista dará rienda suelta a su imaginación relatando y describiendo la vida en otras tierras alejadas de la suya, en la que los monstruos y los engendros campan a sus anchas. Sería en este arte donde se formularía un gran artista de los Países Bajos del Norte, Jerómino Bosco, cuyo arte, que demuestra una poderosa imaginación y un talento sutil, resulta enigmático. Este artista desarrollará los temas que, hasta el momento, solamente se habían podido llevar a cabo en lugares marginales recurriendo a lo grotesco, a lo fantástico, a los proverbios y a los temas fabulosos como imágenes visuales para llevar a cabo una producción  sorprendente e insólita, dotada de una gran riqueza en el colorido y su sutileza en la pincelada. Sus obras de pequeño tamaño eran quizá pintadas para coleccionistas (El hijo pródigo), pero los grandes trípticos de composición poco ortodoxa siguen sin conocerse a quien iban destinados (“El Jardín de las Delicias”). Se ha querido unir al Bosco con la herética secta secreta de los Adamitas pero, es posible, la única explicación para las imágenes del Bosco sea que tenían una visión profundamente moralista y crítica respecto a la estupidez de las debilidades humanas.

La escultura en madera encontraría su apogeo en los países germánicos durante la segunda mitad del siglo XV y los primeros años del siglo XVI. Dentro de este arte cabe destacar a Nikolaus Gerhaert, conocido por el nombre de Nicolás de Leyden, ya que la mayoría de las obras de este momento se encuentran asociadas a dicho artista. Leyden llevó a cabo unos retratos escultóricos dignos, en los que se muestra un completo desarrollo de los rasgos, existiendo un cierto estudio topográfico, al igual que un estudio de las telas y del movimiento. Esta escultura en madera también nos mostrará obras como los Cristos, intentando mostrar el sufrimiento a través de sus gestos y rostros. En las iglesias existía un elemento litúrgico hecho en madera, del cual nos han llegado muy pocos ejemplos, caso de las sillerías, obras en las que el artista podía dar rienda suelta a la iconografía mostrándonos a hombres clásicos, a personajes grotescos o actividades impúdicas, ya que eran utilizadas por los clérigos durante los largos ocios para apoyarse sin dejar de estar de pie, por lo cual estas imágenes permanecían escondidas y ajenas a la mirada de los fieles.

En Alemania, en la segunda mitad del siglo XV, los retablos dejaron de ser realizados por pintores y su función correspondió a los escultores de madera. Dichas obras apenas han llegado a nuestros días o lo han hecho muy retocadas. Existen varios tipos de retablos: el primero, consta de dos alas que se abren sobre el panel central; el segundo, tiene dos pares de alas y es el conocido como wandelaltar. Los retablos suelen cargar el acento sobre la imagen central y, poco a poco, el estilo de estos retablos se iría haciendo cada vez más florido y complicado, donde los brillos nunca dejarán de darse, sin caer en desuso la utilización de los panes de oro.

A través de la escultura se irá trazando el vocabulario ilusionista, teniendo como ejemplo claro la obra de Bernt Notke, San Jorge luchando contra el dragón delante de la princesa en oración, en la que se aprecian tres puntos de vista (teológico, político y personal). Este vocabulario ilusionista será también seguido en la pintura, teniendo a Alberti como máximo exponente, pero este artista tuvo la limitación de utilizar un fondo de piedra sin poder crear un ilusionismo real, cosa que se conseguirá en la segunda mitad del siglo con la aparición de retratos de Hans Memling y Dirk Bouts, donde los personajes se moverán en un espacio totalmente ilusionista. Este ilusionismo también se observaría en las miniaturas durante la primera y segunda mitad de siglo, creando obras maravillosas, ya que los artistas del  mundo esculpido habían adoptado nuevas técnicas que le permitían seguir su propio camino, asimilando poco a poco las lecciones que venían de Italia.

En conclusión, hemos de decir que el arte gótico no carece de innovaciones y de nuevas técnicas, sino que a llegó un momento en el que cesó su actividad. Por ello, en diferentes épocas a lo largo de los siglos en que estuvo vigente, se convirtió en promotor de puntos de vista y situaciones sociales que hicieron posible el desarrollo de diferentes posiciones, aportando visiones para la creación artística. Frente al purismo utilizado en la época clásica, que volverá a ser utilizado en el Renacimiento, el gótico trataría de llenar de ilusión y simbolismo a sus obras.

Bialostocki, Jan. El Arte del siglo XV. De Parler a Durero.

Ed. Istmo. Madrid, 1989. 519 páginas. Edición de bolsillo con numerosas ilustraciones. Traducción de Miguel Morán.

Una respuesta to “«El Arte del siglo XV. De Parler a Durero». Una visión de Jan Bialostocki”

  1. Vicente Torres E. said

    Hola Juan Carlos, buscando información acerca de lo que te explicaré más adelante tuve la suerte de tropezar con tu blog, muy ameno e interesante. Te felicito sinceramente y espero que sigas adelante. Bueno, para empezar te contaré que en la casa de un familiar encontré un viejo libro que llamó mi atención porque parecía ser muy antiguo. Al abrirlo descubrí que se trata de una biografía de Santo Tomas de Aquino, titulada «LA VITTA DEL ANGELICO DOTTOR SAN TOMASO D’ AQVINO» (lo escribo tal y como esta en la primera página), su autor es Paolo Regio y la fecha de la impresión dice 1580. Ahora bien, con respecto al libro no se si trata de una copía o un original, pero lo que más me inquietó fue lo que hallé entre las páginas. Se trata de un grabado o un dibujo de la pasión de Jesucristo que parece ser de la misma época del libro, ya que la textura del papel me parece bastante similar. Viendo el grabado a través de una lupa 10X noté que algunos trazos, como el de la corona de espinas, un largo cordón sujeto al cuello y la herida del costado están hechos en alto relieve. Desearia poderte dar más datos pero es lo único que puedo decirte acerca del dibujo ya que no conozco mucho sobre el tema. Por eso, si no es mucha molestia, me gustaría que tí analices las fotografías que tomé del libro y la estampa y me des tu opinión acerca de su autor, valor o cualquier otro detalle interesante. Muchas gracias por tu atención. Vicente Torres (Loja, Ecuador).

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