Representación de la imagen arquetípica de un tipo de humano. Expresión metafórica de la conducta ávida y ambiciosa. Se observa un individuo lleno de deseos. Un abarcador. A quién no le ha pasado que el ansia y las aspiraciones le llevan a querer llegar a muchos sitios a la vez o conseguir numerosos objetivos simultáneamente. Proyectarse más a allá de lo razonable y también acaparar más a allá de sensato.

El Abarcador es un humano corriente, no obstante experimenta una multiplicación. Se transforma y sus brazos se hacen tentáculos, su apariencia sugiere animales marinos de la familia cefalópodo, como los téutidos (calamares) o los octópodos (pulpos).

Y así va aferrándose a las oportunidades. Las oportunidades son dibujadas como escaleras por las que es posible medrar o, por el contrario, caer en desgracia.

De entre las escaleras horizontales el Abarcador está alerta y flanqueado por dos escaleras verticales rematadas con tijeras, que representan las limitaciones a sus ambiciones, y marcan hasta qué punto puede avanzar o hasta qué punto se le es permitido subir.