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El ajimez o ventana volada, como el pasadizo volado, es un elemento arquitectónico medieval de origen islámico que continuó existiendo en época cristiana, hasta que comenzaron a derribarse en los siglos XV y XVI, primero debido a unas ordenanzas de los Reyes Católicos y luego a la ley de Carlos I de 1530.
Los pasadizos y los ajimeces tienen otra cosa en común: su carácter de construcciones encubiertas, su función de ocultar, de ver sin ser visto.
El ajimez es un saledizo que sobresale del muro ante una ventana o balcón tapado con una celosía, de forma que se puede observar lo que hay fuera pero desde el exterior no podemos ver su interior. Es un término medieval que proviene del árabe al-simasa (ventana).
Según el importante arquitecto y arqueólogo madrileño Leopoldo Torres Balbás, los ajimeces andalusíes tuvieron su origen en construcciones egipcias, las masrabiyyat de la ciudad de El Cairo, unas cajas de madera voladas, cerradas por celosías que los árabes trajeron a España.
Nos preguntamos si pervive algún ejemplo en Madrid.
La parroquia de Santa María de la Almudena tenía un ajimez en la cabecera donde se encontraba el camarín de la Virgen construido con el fin de darle luz. Pero la iglesia fue derribada en 1868, hoy día solo podemos rememorarla gracias a la conocida foto de Jean Laurent y a las maquetas que la representan con todo detalle, como la realizada en madera por José Monasterio hacia 1950 actualmente expuesta en el Museo de los Orígenes.
Existe otra maqueta de bronce que ya visitamos durante nuestro paseo por las Iglesias del Fuero, instalada junto a las ruinas de la iglesia en la calle Mayor cuya placa nos lo recuerda: además del arranque del ábside curvo medieval del siglo XII, durante la excavación en 1998 aparecieron restos del ábside rectangular adosado al interior en 1638 que sostenía en voladizo el camarín de la Virgen.
Seguro que otros edificios medievales y templos madrileños tuvieron sus ventanas voladas, pero al parecer hoy únicamente se conservan los ajimeces del muro posterior del Convento de las Carboneras en la calle del Cordón, a continuación de la antiquísima Casa de Álvaro de Luján en la plaza de la Villa y frente a la Casa de Cisneros, conformando uno de los rincones más bonitos y evocadores de la Villa.
En 1951 los describía Fernando Chueca : salientes, los ajimeces cerrados por el frente, y con unas troneras en los costados y por debajo del vuelo, cerradas a modo de celosía por una chapa agujereada.
Allí continúan. Tras ellos, por ambos laterales, seguro se puede contemplar todo lo que ocurre en la callejuela, observar quién camina desde la plaza de la Villa hacia la plaza del Cordón, o al revés, quién sube la cuesta desde la calle de Segovia.
Los ecos del discreto ajimez islámico llegaron al interior de los templos cristianos en forma de tribunas ocultas por celosías que hoy perviven o se han recreado en las iglesias madrileñas más antiguas.
En el siglo XIX bajo la influencia del Romanticismo, el gusto por lo exótico y el alhambrismo, proliferaron las construcciones de estilo mudéjar, incluyendo los voladizos y celosías.
Con el tiempo el ajimez sustituyó las celosías por las rejas. El ajimez se convirtió en el balcón enrejado cubierto con un tejadillo. La madera fue sustituida por el hierro y el cristal. Los saledizos se convirtieron en lo que hoy conocemos como miradores que aún adornan las calles de Madrid. Una palabra que definía una construcción medieval continuó utilizándose para describir otras nuevas.
Y llegó un momento impreciso en que se perdió el significado original de la palabra. Por alguna razón se acabó dando el nombre de ajimez a las ventanas arqueadas divididas por una columna o parteluz, otro elemento de reminiscencias islámicas. Como dice Rafael Cómez, en realidad esta nueva acepción se trata de un término romántico que nos llegó a través de corrupciones literarias.
El diccionario de la Real Academia Española recoge ambas definiciones, la moderna, y en segundo lugar la verdadera.
ajimez. (Del ár. hisp. šamís).
1. m. Ventana arqueada, dividida en el centro por una columna.
2. m. Saledizo o balcón saliente hecho de madera y con celosías.
Sí sobreviven en Madrid preciosos miradores, muchos de ellos construidos en el siglo XIX.
Hoy día se siguen construyendo aunque no son tan bellos como en el pasado. Y, como nos recuerda Cómez, todos los ajimeces son miradores, pero no todos los miradores son ajimeces.
Curiosamente, a pocos pasos de la plaza del Cordón, el edificio construido sobre el solar del Convento del Sacramento exhibe unos miradores modernos que parecen inspirados en los ajimeces islámicos, que quizá tuvo el antiguo monasterio en el pasado.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
J. Abellán Pérez. Influencias orientales en las viviendas jerezanas (siglo XV): los ajimeces. Revista Aragón en la Edad Media, nº 14-15, 1. Zaragoza 1999.
R. Cómez Ramos. Mirador o ajimez, un elemento islámico en la arquitectura occidental. Revista Laboratorio de Arte nº 24. Sevilla, 2012.
F. Chueca. Semblante de Madrid. Ed. Instituto Estudios Madrileños, Madrid 1991 (1ª ed.: Revista de Occidente, 1951).
A. de la Morena. La antigua iglesia parroquial de Santa María de la Almudena.
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ACTUALIZACIÓN 27 septiembre 2012
Actualizamos el post porque la foto que me ha enviado Manuel, que siempre anda mirando hacia arriba y por eso descubre muchas cosas bonitas, merece estar en este artículo-recuerdo de los ajimeces y miradores inspirados en ellos. Es precioso.
No tengo datos sobre el edificio al que pertenece pero tiene mucho encanto, mucho más que esos miradores “modernos” tan fríos que se construyen ahora ¿verdad?.
¡Gracias Manuel!
Mercedes
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