Arraigo

PLATAFORMA de población afectada por riesgo y reasentamiento

Invitación al ARRAIGO

arraigo_humano

arraigar. (Del lat. ad- ‘a, hacia’ y radicāre).  Establecerse de manera permanente en un lugar, vinculándose a personas y cosas. U. t. c. prnl. Real Academia de la Lengua.

Tiende el ser humano hacia el arraigo y en ello da sentido al territorio. Llena de contenido el espacio material con lo inmaterial de sus afectos, sentimientos, relaciones y recuerdos. 

Es inherente de vivir echar raíces. Nutrirse de la tierra para seguir creciendo, florecer y dar buen fruto. Duele aceptar que en Colombia la tendencia ha sido romper estas raíces, ¡ha sido una tendencia al desarraigo!.

Millones de personas han llegado a Bogotá en los últimos 50 años producto del desplazamiento, el despojo y la miseria en los campos y poblados de Colombia.

En la ciudad abunda el mestizaje, descendientes de hombres y mujeres de los campos, palenques y resguardos, que migraron acosados y desterrados en beneficio del interes de la nación y otros demonios (Parafraseando a García Marquez).

Descubrieron yacimientos o inventaron grandes planes, hidroeléctricas o megacultivos donde muchos colombianos no cabían; o bien hubo decisiones, políticas que sumieron sus tierras en la guerra, la corrupción, el abandono y la pobreza. Forzaron la migración del campo hacia las urbes, dando paso a la concentración de propiedades, tierras y riquezas, hasta uno de los niveles más desiguales en el mundo.

Muchos llegaron y abrieron con su pulso un espacio en las ciudades, Bogotá los acogió en la periferia: Suba, los cerros orientales, Usme y Ciudad Bolívar; también en las riveras del río Bogotá, sus afluentes y humedales. Se fue consolidando de esta forma un cinturón de suburbios marginales, ante la indiferencia, inoperancia, complicidad y conveniencia por parte de las élites locales.

Hoy los asentamientos de origen informal en Bogotá se han incorporado mayoritariamente al tejido urbano, ¡por supuesto con enormes deficiencias!. La desidia del gobierno distrital fue cubierta con procesos organizativos de las comunidades. El gobierno de Bogotá no construyó el hábitat allí, llegó generalmente tarde o forzado ante el vigor de la reivindicación ciudadana. Los servicios públicos, infraestructura, comercio y equipamiento de los barrios, se debe al empeño de Juntas Comunales, luchas sociales y emprendedores que se han abierto una vida en medio de la dificultad.

Pero las deudas históricas sociales tienen aun un saldo en rojo. En un contexto geográfico complejo de montañas, ríos, quebradas y humedales, la ausencia prolongada del estado, los pasivos sobre los territorios y las carencias que acompañaron el surgimiento de los barrios, han dado origen a la construcción de riesgos.

La respuesta de la población es muy diversa, desde la desolación hasta la adopción de prácticas adaptativas, desde el abandono al desastre hasta el fortalecimiento de la autonomía. Hay quienes necesitan o esperan que el estado de las soluciones y quienes las construyen por su cuenta y exigen a la sociedad lo que les corresponde.

La respuesta del estado es menos ingeniosa. En el reino de la tecnocracia las soluciones llegan de arriba hacia abajo: ¡De los escritorios a los territorios!. Proyectos de renovación o infraestructura, zonas de reserva y corredores ambientales o de riesgo, a cual más pensados sin los habitantes legítimos y sus derechos adquiridos.

El mismo tratamiento se repite en el campo y las ciudades, los grandes proyectos, las declaratorias de interés nacional o interés público, las decisiones sobre lo que se reserva y lo que no, sobre los riesgos que son mitigables o los que no lo son, siempre terminan favoreciendo a unos y despojando o ahora reasentando a los más débiles.

La lucha es la de siempre aquí en Colombia, se trata de la tierra. La respuesta se da desde el ARRAIGO que es precisamente lo que nos amarra a ella. La gente humilde en Colombia se ha movido entre el campo y las ciudades a nombre de ideas, intereses, conflictos, guerras, planes y proyectos. Ya se han sacrificado las raíces muchas veces, hay quienes dicen ¡basta! al destierro y hay quienes queremos ayudarles.

Invitamos al ARRAIGO: Por las raíces de cada ser humano que habita la tierra en que vivimos. Que se queden quienes quieran florecer y dar frutos, alimentar su buen vivir y esperanzas. Como hicieron los ancestros, vamos a adaptarnos allí donde están nuestras montañas, ríos y quebradas. La ciudad tendrá que reconfigurarse para la vida con nosotros

Red ARRAIGO


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