Mi hijo no quiere bañarse: ¡no tires la toalla!

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consigue que tu hijo se bañe

Si esto te ocurre con tus hijos, probablemente lo encuentres inexplicable. “¿Por qué mi hijo no quiere bañarse de repente?”, pensarás. Porque en la mente de un adulto es un momento incluso muy placentero. Consigue que tu hijo se bañe sin rabietas y lloros aunque te advertimos que el proceso es largo por lo que te requerirá paciencia y sobre todo, mucha empatía. 

Los motivos por los que el momento del baño puede ser un drama para los peques, pueden ser muchos. El que se tiende siempre a pensar es que le ha ocurrido algo en baños anteriores que le ha hecho coger miedo a ese momento: golpes, sustos, el jabón le entró en los ojos, etc. Esto puede ser así pero no suele ser lo habitual, muchas veces no ha ocurrido ningún trauma previo y de repente nos encontramos con el percal del “no, no, no”.

¿Por qué los niños no quieren bañarse?

Una de las posibilidades es más simple que todo lo que nos podemos imaginar. Sencillamente están en la etapa del “no”. Cuando los peques empiezan a ver que tienen la capacidad de opinar y cuestionar, empiezan a oponerse por sistema a todo lo que dicen los adultos. Es su manera de mostrar su personalidad y sentir que su voz es importante. Pasará con el tiempo, sin más.

Otra opción, y una de las más comunes, es que estén jugando, pintando, viendo los dibujos, o realizando cualquier actividad que les encanta y, de repente, la idea de dejarla a medias para acudir a una “obligación”, no les gusta nada. Pensándolo así y poniéndonos en su lugar, es muy lógico, ¿verdad?

¿Qué hacer para que los niños se bañen sin llorar?

Juegos en la ducha para que el baño de los niños sea divertido

Convierte el momento de “me tengo que bañar por obligación” en un plan súper divertido, en el que dedicas todo tu tiempo a jugar con ellos. Cuéntales una historia sobre el mar y unos piratas, una sirena, un delfín… Apoyala con juguetes, y haz que disfruten del  agua. También puedes aprovechar para hacer juegos con ellos en los que potencies su coordinación, motricidad, habilidad manual, imaginación, estimulación sensorial.. aprovechando el agua para hacerlos diferentes y más divertidos. De esta manera, un mal rato para ellos pasará a ser “el momento de jugar con el agua” y les encantará.

Prepara el momento del baño con tus hijos y que lo dirijan

Que los peques se vean capaces y vean que llevan la batuta de una situación, siempre les motiva a querer hacerla. Si ya tiene entre 4 y 5 años, seguramente una de las cosas que también le echa para atrás del baño es el hecho de sentir que tú “le bañas”. Por eso, una estupenda solución es que hagas todos los pasos con él o ella, para que vea que lleva la voz cantante: coja su ropa limpia, meta la sucia en el cesto, prepare sus jabones, cremitas y colonia para después, elija qué juguetes quiere meter hoy en la bañera… Y dale la oportunidad de que se aplique como pueda el jabón, reconócele lo bien que se está lavando… Le alegrará ver que puede hacerlo, que lo hace bien y le motivará para que quiera seguir enseñándotelo.

No obligues a tu niño a meterse en la bañera

Consigue que tu hijo se bañe a través de un proceso pausado y tranquilo. Llevarlo a la fuerza conseguirá todo lo contrario a tu propósito de que lo acepte como algo normal y divertido, haciéndolo aún más traumático de lo que para él ya es.

Busca el momento en el que estén más receptivos para el baño

Quizás el mejor momento no es justo cuando nosotros queremos, sino cuando ellos están más receptivos. Aunque no debemos supeditar a nuestros hijos nuestra forma de actuar, es cierto que debemos ser comprensivos y flexibles cuando se trata de que afronten un hecho para ellos es traumático, como puede ser el momento del baño. Por ello, aunque es bueno que entiendan que el momento de bañarse forma parte de la rutina semanal, no es aconsejable que lo sientan con un horario que hay que seguir rigurosamente. Busca la ocasión en la que les veas relajados, aburridos… y surja de manera natural.

Báñate tú primero y compártelo con ellos

Ya conocemos todos el mecanismo espejo de los niños y niñas, que funcionan mucho por imitación de lo que ven en los mayores. Los padres somos el mayor de los ejemplos para nuestros hijos. Si ven cómo nosotros también nos metemos en la ducha, que lo hacemos contentos y que seguimos los mismos pasos que ellos, quizás estén dispuestos a imitarnos y, ¡objetivo cumplido!

Realiza el proceso de adaptación a la ducha poco a poco

Si aun poniendo en práctica todo esto los peques se niegan en rotundo a bañarse contentos, podemos ir llevándolos a la meta poco a poco. Primero, podemos hacer una “ducha seca”. Lávales con esponjitas de agua y jabón fuera de la bañera, para que se vayan familiarizando con los objetos y vean que no le pasa nada, que huelen bien… Cuando les veas receptivos a esto, añade un pasito más, por ejemplo, un barreño con agua y juguetes en el que pueda chapotearn con los pies. Ese mismo barreño, cuando ya les sea de lo más familiar, introdúcelo en la ducha o bañera para acercarte al objetivo de que se bañen ahí. Finalmente, coloca unos juguetes flotando en la bañera, algo que les llame la atención y proponles quitar el barreño para jugar con más espacio. ¡Ya lo tienes!

Como ves, la adaptación hasta que se consigue que tu hijo se bañe sin llantos ni rabietas requiere tiempo y mimo, pero el éxito al hacerlo paulatinamente y con amor está asegurado. Comprende lo que siente y apóyales hasta que lo consigan, sin enfadarte ni perder los nervios. ¡Mucha suerte!

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