Pedaleando por floridos senderos, preciosos caminos y estrechos carriles de la Huerta Murciana

La huerta de Murcia atesora, de las diferentes etapas de su ocupación, un rico patrimonio arqueológico, histórico y etnográfico (azudes, castillos, fortalezas, palacios, acequias, acueductos, albercas, norias, aceñas, molinos, puentes…). Toca “disfrutar” de una pequeña parte del mismo, acompañados del calor a finales del mes de julio.


Parto desde el Auditorio Victor Villegas

por el carril bici río arriba 

hacia la Pasarela Manterola, 

observando a sus diversos moradores acuáticos que no gozan de casa en la playa; 

penetro en el Jardín de los Huertos, 

lugar de ocupación barraquera cuando la Feria de Septiembre. Paso junto a la Portada que daba acceso al llamado “Huerto de las Bombas” por haberse librado en sus inmediaciones una batalla en 1706, entre los dos pretendientes al trono de España por parte de los Austrias, el Archiduque Carlos, y por los Borbones Felipe V.

Continuo por el Paseo del Malecón 

construido en el siglo XV como medida de contención frente a las crecidas del río Segura, ahora convertido en paseo huertano en vez de marítimo (como me comentan algunos turistas), sobre la huerta circundante de la ciudad; 

a su final, en la rotonda de La Albatalía, se encuentra el Molino del Amor, 

convertido en Centro de Agrodiversidad de Murcia Río, dispone de huertos urbanos y una plaza ajardinada; sus obras de restauración han sacado a la luz los restos de la fábrica del siglo XVIII;

 aquí la Acequia Mayor de la Aljufía, se divide en tres ramales, los otros dos son la acequia de Caravija (derecha) y la de Zaraiche (izquierda) desde el Molino del Amor.

Pedaleo por la Carretera de La Ñora, 

atento a tomar un corto y bonito atajo por las Sendas Pato y Culones 

al Molino de las Cuatro Ruedas o de Funes y su conjunto arquitectónico de los siglos XVIII al XIX; 

uno de los 36 molinos que existían en la huerta de Murcia a principios del siglo XIX.

El origen de algunos de los molinos se remonta a época musulmana, siendo los primeros manuales o de sangre, funcionaban con la fuerza del hombre o con animales, hasta el nacimiento del molino movido por la fuerza del agua. 

Después aparecieron molinos que se utilizaban en todo tipo de industrias: para abatanar paños, fabricar pólvora, elaborar papel, serrar piedras y maderas, elaborar metales, pimentón o harina; en la huerta de Murcia había molinos de grano, pimentón, bataneros y de pólvora, además servían como un punto de reunión, encuentro social y lugar de trueque; 

con la decadencia de la molienda a lo largo del siglo XX, algunos fueron reconvertidos para generar energía eléctrica, siendo más tarde abandonados. Mas información:

Molinos de la Huerta Murciana

Tras 500 m, tuerzo a la derecha por el Camino Puente de Los Illanes, 

Puente Magaz y paralelo a la Acequia Aljufía (abastece de agua a toda la zona norte de Murcia), 

en los Silvestres, giro a la izquierda por el Carril Cipriana rodeando la parte sur del Monasterio de Los Jerónimos; procede de otro anterior fundado en 1579, conocido como monasterio de San Pedro de la Ñora. 

El conjunto monástico llamado popularmente el Escorial Murciano, sirvió como morada de enfermos del Manicomio de Murcia durante el cólera de 1855, para los asilados de la Misericordia, hospital de sangre en el período del Cantón Murciano, sufrió numerosos saqueos y abandonos, incluso funcionó como cuartel de instrucción para nuevos pilotos del ejército republicano. Actualmente acoge las dependencias de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).

Girando a la izquierda por el Carril de los Arcos salgo a la rotonda y por la derecha busco un pasadizo vergel

a la Noria de la Ñora, con 13,20 m de diámetro de reclamo turístico, pues ya no riega su acueducto parcela alguna y su canal devuelve el agua que recoge a la misma acequia; 

por el tipo de radios y ejes se puede entroncar con la tipología de rueda romana; movida por el agua de la acequia Mayor de la Aljufía, 

recoge ésta en los cangilones laterales, que a su vez depositan el agua en un canal (Brazal de las Rejicas). De aquí parten las Acequias de Churra la Vieja y Alfatego.

Cruzo el puente y sigo recto por el carril, aparentemente sin salida, 

hasta enlazar con el carril bici a la orilla del Río Segura; 

por la derecha, en poco menos de 1 km, cruzo el puente sobre el río Segura, para tomar en plena curva por la izquierda, 

un sendero que me saca a Puebla de Soto por la zona Sur; 

giro a la derecha traspasando la Carretera de Alcantarilla, sigo a la izquierda dejando el Carril Cascales, 

tuerzo a la derecha por asfalto, comienzo a rodear por camino de tierra y puente la Estación Intermodal de Mercancías en Alcantarilla (Terminal Contenedores Renfe), perteneciente a la red de infraestructuras ferroviarias de ADIF.

Cojo por la derecha la Acequiar Barreras (S. XII), una de las dos acequias principales de la amplia red que abastece de agua las tierras del Sur; 

tuerzo 38 m a la izquierda en la RM-E3, para tomar a la derecha entre dos viviendas, un estrecho sendero limonero en el Rincón de Los Horneros. 

Conecto cruzando un puentecillo con la carretera Era Alta-San Ginés; 

sigo recto por el Rincón de los Gálvez, 

el camino paralelo a la Acequia Barreras, 

se bifurca en los Maurillos (Acequia de Beniaján), la corto rodeando Aljucer por Rincón Merino; del carril Torre Salinas atajo por estrecho sendero en desuso, pasando por el rústico puente,

 las Calles Cruz y Torre Francos a la de los Montoyas, entrando junto al Restaurante Carrasco

 y la Acequia de la Herrera. 

Voy derivando al Camino Herrera,

 por la derecha, descendiendo unos metros desde un portillo

 cruzando por la huerta de La Herrera, 

paso por Barriomar, las desmanteladas vías

 y la carretera de Alcantarilla a la mota del río Segura; dejo a la izquierda Puente Inacua ya la derecha el antiguo Cuartel de Artillería, complejo militar rehabilitado y restaurado por el Ayuntamiento de Murcia en pabellones diversos, museos y sede de instituciones; 

me desvío un poco para ver las instalaciones del Museo de la Ciencia y el Agua, acerca los conocimientos científicos al público a través de la Sala del Agua (acuarios, vitrinas y módulos interactivos), Sala ‘Descubre e imagina’ (dirigido estimular las capacidades sensoriales de niños y niñas entre 3 y 7 años) y Sala de Exposiciones Temporales.

Sin cruzar por la Pasarela Manterola (1997), puente de tirantes sobre el azud, permitía el paso de agua a los antiguos molinos de San Francisco (después molino de Roque con paso de barca), hago foto junto a la estructura de muros y arcada con sillería, ruinas del desaparecido Molino de los Álamos.

Me dirijo al Espacio de los Molinos del Río/Caballerizas, inaugurado en 1989, con exhibición permanente de las instalaciones de los molinos harineros. 

Instalado en los antiguos Molinos del Rey compuestos de veinticuatro piedras, fue el complejo molinero más grande de Europa. Su programación continuada de exposiciones temporales, divulgan y profundizan aspectos históricos, etnográficos y arqueológicos de nuestra cultura.

Progreso por la orilla del río 

hasta la salida; 

cruzando bajo el puente de la Avenida Miguel Induráin, 

dejo la mota, 

atravesando por el Rincón de Villanueva

 a la carretera F-9, 

me saca por la izquierda al carril bici, 

atajo un trecho 

de vuelta al Auditorio.

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