Pavimentos para ROBOTS

PAVIMENTO PODOTÁCTIL – No pienses en accesibilidad, es Experiencia-Usuario

El pavimento podotáctil es un revestimiento de suelos con una diferente textura y color que orienta a las personas para seguir una determinada dirección y se utiliza, también para señalizar lugares especiales, significativos (mostradores, taquillas) o con posible peligro (escaleras, andenes).

La normativa lo define como “ un sistema de guiado tacto-visual situado en el pavimento cuya finalidad es  asegurar la trayectoria direccional deseada. Ha de contar con textura y color fuertemente contrastado en relación con los pavimentos adyacentes.  Contribuye a incrementar la seguridad de las personas con discapacidad visual o intelectual, a la par que sirve de guía de orientación para el resto de usuarios. “. No está mal la definición, porque nos dice lo que es, cómo tiene que ser y para qué sirve y – además – de una forma bastante clara, no se puede pedir más para una normativa..

Las normas y recomendaciones al respecto contienen especificaciones sobre el ancho de las franjas (30, o 40 cm para franjas y 80 o 120cm para áreas de atención según la norma) el color, la altura y profundidad de la canaladura (5mm en exteriores y 2-3mm en interiores), la forma de los botones o bandas, el color, etc; pero en ningún sitio dice que tiene que ser ORTOGONAL.

Los invidentes no son ROBOTS

La personas con algún tipo de discapacidad o simplemente despistadas que necesitan este tipo de orientación, NO SON ROBOTS, y no caminan describiendo trazados con cambios de dirección perpendiculares.

No hay disculpa en las normas que obligue a colocar el pavimento de forma contraria a como un ser humano utilizaría el espacio.

Pavimento en paso de peatones Plaza de Neptuno, Madrid, frente al museo Thyssen

La falta de encaje entre la “experiencia del usuario” y el diseño (el mal diseño) son habituales y es precisamente en el entorno urbano donde solemos encontrar muchos ejemplos que hasta sirven para ilustrar el concepto en las escuelas de marketing.

A veces, el creativo ofrece diseños prácticos y otras más poéticos, pero el caso de los pavimentos podotáctiles, tiene una triste explicación que tiene que ver con la falta de interés del diseñador por la forma en que el usuario emplea el espacio que él proyecta a la que se suma la pereza del instalador para cortar las baldosas.

Como suelo decir, “cuando la arquitectura no se puede utilizar, no es arquitectura, es escultura.” Y en el caso de los pavimentos podotáctiles, una escultura muy mala

“cuando la arquitectura no se puede utilizar, no es arquitectura, es escultura.”

Cuando veo este tipo de diseños suelo buscar alguna razón al “por qué” y suelen ser simplificaciones en los procesos (también mentales), por ejemplo.

Cuando diseñamos una ventana, al enviar los planos al taller de montaje, preparamos unos esquemas con el dibujo de la carpintería y solemos cruzar las hojas con unos triángulos que en realidad quieren indicar el sentido de apertura y en que lado deseamos se coloquen las bisagras o pernios que permiten el giro con una representación parecida a esta.

El resultado es que invariablemente, la manilla se coloca en el centro del lado opuesto, es lo que parece indicar el dibujo, es simétrico y ya se sabe, estamos programados para aceptar la simetría sin pensar a que altura se colocará esa ventana o si esa manilla será alcanzable para un ser humano.

Con el pavimento podotáctil y su implantación en un dibujo ocurre algo parecido lo vemos en la normativa en la que resulta mucho más esquemático, dibujar líneas ortogonales y eso queda grabado en nuestro cerebro como «a fuego»

Y esto nos lleva a diseñar itinerarios solo aptos para autómatas, olvidándonos de como un humano utiliza el espacio.

Ya sabes, querido diseñador, piensa en la experiencia que quieres que el usuario tenga cuando utilice el espacio que diseñas y el diseño te saldrá solo.

Diseña para la experiencia que deseas transmitir

Alfonso BRUNA