Escrito por Alejandro Fabara Torres
Publicado en Diario LA HORA
Pasado, presente y futuro, esa es la convención tridimensional del tiempo. Quiero recordar el pasado, describir el presente y construir el futuro. En todos estos tiempos que vamos a recorrer, siempre ha sido un orgullo ser cotopaxense.
“Un mundo por un beso de tus ojos, un cielo por un beso de tu boca” ¿Les suena este verso? ¿Gustavo Adolfo Bécquer? Pues no, este es un fragmento del poema ‘Tu boca’ del célebre latacungeño Félix Valencia Vizuete. No es difícil imaginar que quizá Bécquer se inspiró en Valencia. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
La generosidad y la grandeza de este pueblo es herencia de Vicente León al entregarle a su provincia la oportunidad de ser el epicentro de la educación ecuatoriana por siglos. Presidentes, Ministros de la Corte Superior de Justicia, Alcaldes, músicos, científicos, deportistas y el maestro del libertador, todos ellos y muchos más pasaron por las aulas del glorioso colegio que lleva su nombre. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
Si han estudiado sociología habrán leido a Auguste Comte o John Stuart Mill. En Cotopaxi nació quien fuera considerado unos de los primeros positivistas y sociologos del Ecuador: Don Belisario Quevedo Izurieta. Librepensador que marcó una época en la enseñanza y el pensamiento filosófico del país en el siglo XX. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
En los 60’s aparece en Cotopaxi una generación de otra ‘Galaxia’. Este grupo literario, que junto a ‘Caminos’ cumplieron una de las promociones de la literatura y el arte más grandes que el Ecuador haya visto. Jóvenes movidos por el noble sentimiento de trascender en el tiempo a través de la poesía y la literatura. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
La generosidad y la grandeza de este pueblo es herencia de Vicente León al entregarle a su provincia la oportunidad de ser el epicentro de la educación ecuatoriana por siglos. Presidentes, Ministros de la Corte Superior de Justicia, Alcaldes, músicos, científicos, deportistas y el maestro del libertador, todos ellos y muchos más pasaron por las aulas del glorioso colegio que lleva su nombre. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
Si han estudiado sociología habrán leido a Auguste Comte o John Stuart Mill. En Cotopaxi nació quien fuera considerado unos de los primeros positivistas y sociologos del Ecuador: Don Belisario Quevedo Izurieta. Librepensador que marcó una época en la enseñanza y el pensamiento filosófico del país en el siglo XX. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
En los 60’s aparece en Cotopaxi una generación de otra ‘Galaxia’. Este grupo literario, que junto a ‘Caminos’ cumplieron una de las promociones de la literatura y el arte más grandes que el Ecuador haya visto. Jóvenes movidos por el noble sentimiento de trascender en el tiempo a través de la poesía y la literatura. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
Somos la tierra del paisaje andino. El majestuoso Cotopaxi, que nos presta su nombre y se deja fotografíar en su máximo esplendor. El increible Quilotoa, laguna llena de leyendas y mágicos colores. Los Ilinizas, hermanos de nieve de pico afilado apuntando al cielo. Somos la tierra en donde el tiempo se detiene a mirar el atardecer. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
“Queda fácil describir nuestro tiempo” ese tiempo cuando nació en Tilipulo la banda de rock ecuatoriano más importante de las últimas dos decadas. Sal y Mileto ha llevado la música ecuatoriana a otro nivel, llenando conciertos y festivales por todo el mundo. El poder de las letras de Victor Narváez y Peky Andino, la experiencia de César Albarracín y Jorge Luis Rosero, la magia de la guitarra de Paúl Segovia o la energía de Igor Icaza en la batería solo podrían haber salido de acá, del taita Cotopaxi. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
“Si se puede” es el grito de batalla de nuestra selección. Sixto Vizuete nos hace soñar con las categorías inferiores del fútbol ecuatoriano. Tal vez los alimenta con allullas y quesos de hoja para que jamás bajen la mirada y jueguen cada partido como si fuera una final. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
“Queda fácil describir nuestro tiempo” ese tiempo cuando nació en Tilipulo la banda de rock ecuatoriano más importante de las últimas dos decadas. Sal y Mileto ha llevado la música ecuatoriana a otro nivel, llenando conciertos y festivales por todo el mundo. El poder de las letras de Victor Narváez y Peky Andino, la experiencia de César Albarracín y Jorge Luis Rosero, la magia de la guitarra de Paúl Segovia o la energía de Igor Icaza en la batería solo podrían haber salido de acá, del taita Cotopaxi. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
“Si se puede” es el grito de batalla de nuestra selección. Sixto Vizuete nos hace soñar con las categorías inferiores del fútbol ecuatoriano. Tal vez los alimenta con allullas y quesos de hoja para que jamás bajen la mirada y jueguen cada partido como si fuera una final. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
El legado de mujeres ilustres como Victoria Vásconez Cuvi, Elvira Ortega o María Elvira Campi sigue vigente cuando encienden su televisor y ven a Andrea Romero Freire dandoles la mejor información para empezar el día o cada vez que pasan por el negocio de María José Rodríguez para tomarse un rico café y mirar sus habilidosas artesanías. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
La música y el arte van por las venas de esta provincia. ArtIndependiente va llamando la atención de los jovenes para que regresen su vista a los colores sobre el óleo y los acordes de las guitarras. Operación Latacunga mantiene vivo ese espíritu libertario y rebelde de nuestros próceres. No han esperado que alguien venga a cambiar las cosas, quieren hacerlo con sus propias manos. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
Ese pasado que acabamos de recodar y el presente que describimos nos llevan invitablemente al futuro que sigue en construcción. Aún nos hace falta mucho por conseguir. Por esto, quiero pedirle a todos los jóvenes de nuestra provincia, que han decidido salir a formarse, que regresen. Las oportunidades que no hemos encontrado hoy, las debemos crear volviendo a nuestro hogar y creyendo en nuestra tierra, nuestra gente. Simplemente dejemos de pensar solo en nuestro presente, y empecemos a construir un futuro para quienes vienen detrás. Un futuro para seguir diciendo ¡QUÉ ORGULLO SER COTOPAXENSE!
La música y el arte van por las venas de esta provincia. ArtIndependiente va llamando la atención de los jovenes para que regresen su vista a los colores sobre el óleo y los acordes de las guitarras. Operación Latacunga mantiene vivo ese espíritu libertario y rebelde de nuestros próceres. No han esperado que alguien venga a cambiar las cosas, quieren hacerlo con sus propias manos. ¡Qué orgullo ser cotopaxense!
Ese pasado que acabamos de recodar y el presente que describimos nos llevan invitablemente al futuro que sigue en construcción. Aún nos hace falta mucho por conseguir. Por esto, quiero pedirle a todos los jóvenes de nuestra provincia, que han decidido salir a formarse, que regresen. Las oportunidades que no hemos encontrado hoy, las debemos crear volviendo a nuestro hogar y creyendo en nuestra tierra, nuestra gente. Simplemente dejemos de pensar solo en nuestro presente, y empecemos a construir un futuro para quienes vienen detrás. Un futuro para seguir diciendo ¡QUÉ ORGULLO SER COTOPAXENSE!