Con lo anterior (se recomienda leer las entradas anteriores) comprendemos ahora en qué consiste el desarrollo dialéctico: la totalidad misma de la realidad, el gigantesco y único organismo del universo se va autodiferenciando, hace surgir de sí y por sí diferencias, oposiciones , las cuales nunca desaparecen sino que resultan siempre integradas en momentos ulteriores que las conservan y superan.

El espíritu al volverse hacía si mismo se presenta como espíritu subjetivo (tesis) que a su vez crea un mundo humano objetivo (antítesis), pero el espíritu tiene que regresar hacia sí en un momento que supere a la vez a la subjetividad y a la objetividad, de tal manera que se da el espíritu absoluto (síntesis).

El espíritu absoluto es el espíritu consciente que se tiene por objeto a sí mismo en cuanto reconoce que todo objeto posible no es sino él mismo. Es el momento en que desaparece cualquier oposición entre subjetividad y objetividad –los cuales, puesto que se oponen, son infinitos- y el espíritu realiza su verdadera esencia, que es la infinitud. El espíritu absoluto es sujeto, pero no un sujeto que tenga un objeto diferente de sí mismo, porque si hubiera algo diferente, ese algo lo limitaría y entonces no sería infinito o absoluto. De manera que el espíritu absoluto es el momento del auto conocimiento de la totalidad, de lo Absoluto – el momento e que el espíritu reconoce que todo es en fondo sujeto, espíritu, y que lo finito y relativo sólo es el momento o aspecto parcial de lo infinito y Absoluto.

Se distinguen tres momentos en el desarrollo del espíritu absoluto: el arte, la religión y la filosofía. Los tres contienen lo mismo, lo Absoluto, pero su diferencia reside en el modo cómo el espíritu absoluto se manifiesta: en la intuición sensible, en la representación y en el pensamiento.

En cuanto al espíritu absoluto se lo identifica con Dios, el momento religioso ostenta cierto predominio, lo cual resalta el enfoque que hace Hegel del arte; pero como el espíritu absoluto sólo alcanza su perfección sabiéndose, i.e. pensándose –no representándose- en la filosofía, ésta ocupa el momento culminante y definitivo de todo desarrollo.

epíritu absoluto


 

referencias

CARPIO, Adolfo P. “Principios de filosofía, una introducción a su problemática”. Glauco, Buenos Aires, 2004. (15/02/18)

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