El Ășltimo albardonero comarcal, de Torrox
24-01-2010

(La Opinión de Málaga) Ha sido protagonista de la vida social de toda la Axarquía durante décadas, sobre todo desde que se convirtió hace ya un buen puñado de años en el último albardonero de la comarca más oriental de la provincia malagueña. En breve, los amantes axárquicos del caballo, que requieren de sus servicios para preparar aparejos, así como otros elementos artesanales, ni siquiera le tendrán a él. "No encuentro a alguien a quien enseñarle bien este oficio. Les digo a mis dos hijos que es una lástima que no aprendan este trabajo, pero no quieren hacerlo", dice.

Francisco Núñez Medina

El torroxeño Francisco Núñez Medina, a sus 71 años de edad, se resiste a no preparar alguna que otra albarda "de cuando en cuando", pero admite cada vez le cuesta más, "porque es muy difícil hacer bien los aparejos, manejarlos con fuerza y la maña necesaria". En la calle Baja, situada en pleno casco histórico de Torrox, sus artes han viajado a multitud de países, debido a que diversas cadenas de televisión internacionales "se han preocupado de ver cómo se preparan los aparejos que luego ven en las romerías".

Hasta la BBC se desplazaba en verano para dejar constancia del oficio que en la Axarquía está llamado a desaparecer a muy corto plazo. El albardonero toma el nombre de la albarda, esa pieza principal que llevan los animales de carga. Son una especie de almohadas rellenas que permiten depositar sobre el animal materiales de todo tipo, o bien, en el caso de los aparejos de paseo, lucir al máximo la cabalgadura. "Lo más fuerte que han llegado a decirme uno de mis clientes de siempre en estos últimos años es que mejor me muera yo más tarde que su padre".

Núñez contiene la emoción al repetir estas mismas palabras. "Cómo va a desear alguien que fallezca alguien de su familia antes que yo. Pero es una forma de expresar lo que significa para él el caballo y lo difícil que le va a resultar buscar los aparejos lejos, en otras provincias incluso", manifiesta. Tener un aparejo nuevo o que no presente desperfectos es realmente importante en el mundo del caballo. Y la "insistencia" de Francisco para que alguno de sus dos hijos aprenda el oficio no ha tenido recompensa. "Al más chico, el año pasado le hice tres piezas para él mismo, y le dije que tenía que haberle enseñado mientras las hacía, pero nada".

No obstante, Núñez reconoce que antes este oficio era mucho más rentable. "Había más albardoneros porque no había otro tipo de vehículo para la carga. Sin un animal no había forma de transportar las cosas". Ahora hasta en los cascos históricos de municipios de trazado urbano árabe, de la tipología de Torrox, pero también otros de su entorno como Frigiliana o Algarrobo, se adentran en los caminos más angostos pequeños camiones o furgonetas de reducido tamaño que ni siquiera requieren carnet para su uso.

"Lo que no se detienen son las romerías y es una pena que para esos aficionados al caballo vaya a perderse lo que aprendí de mi padre con diez años y que yo sepa ya venía de mi bisabuelo", indica el alabardero.

 

 

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